Amato Animo Animato Animagus

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El año escolar había terminado y a Isadora la exasperaba el hecho de que no había sucedido ni una tormenta eléctrica en toda la primavera. Su frasquito seguía guardado en la caja de madera, la cual no había abierto y la frustración se incrementaba al tener que repetir el mismo hechizo todos los días.

Ese 1º de septiembre estaba tan desilusionada que incluso quiso espiar el frasco contenido en la caja de madera. 

- Amato Animo Animato Animagus – recitó sin ganas mientras veía al sol inaugurar un nuevo día. Aún con menos ganas alzó su varita en la habitación y dijo: - Bauleo – al tiempo que sus pertenencias comenzaron a volar por la habitación.

Su madre interrumpió su intento de ordenar el equipaje, llamándola para desayunar. Tomó una tostada y un sorbo de jugo de calabaza con el objeto de dejarla contenta, ya que no tenía hambre. Minutos más tarde estaba acomodando cuidadosamente sus cosas en el baúl.

Comprobó su imagen en el espejo unos segundos, su cabello estaba bastante más largo, sus rizos rebotaban enmarcando su cara y llegando a su cadera, lo que significaba que habían crecido, puesto que medía al menos catorce centímetros más que el año anterior.

- Cuídate, hija, ¿No te olvidas nada? – Dijo Ágape, su madre, sabes, en Beauxbatons...

- Mamá, no te ofendas, pero no quiero oír de Beauxbatons – Ya había escuchado muchísimas veces los discursos sobre la academia francesa y aunque su madre apenas se hacía a la idea de que Isadora no cambiaría de opinión, ella no estaba de humor para soportar un sermón.

- Lamento que Vincent no esté aquí para despedirte, tiene mucho trabajo últimamente. – Su padre trabajaba para el ministerio de Magia como Auror.

El expreso a Hogwarts estaba listo para salir, Isadora se sentó en el primer cubículo vacío que encontró. Segundos más tarde el tren comenzó a llenarse de estudiantes; no pasó mucho tiempo hasta que 4 chicos entraron en su compartimiento.

- ¿Está ocupado? – Preguntó Remus, Isadora conocía sus nombres, imposible no hacerlo, dos de ellos eran los peores o los mejores bromistas de Hogwarts, aún no estaba segura.

- ¿De qué hablas?, no hay nadie más aquí – Dijo James Potter, el cuál a veces podía ser un imbécil.

- Olvídalo – dijo Isadora a Remus cuando él la miró queriendo disculparse. Detrás de ellos entraron Peter Pettigrew y Sirius Black, este último siempre con su aire un tanto arrogante, pero a su vez elegante y desenfadadamente refinado. Ella se limitó a esconder su cabeza en un libro de cuarto año el cual estaba casi finalizado.

- Bueno, yo debo irme al vagón de los prefectos, los veo luego chicos. – Dijo Remus abandonando el lugar.

- Nos vemos, lunático – se despidió Sirius.

- ¿Cómo te llamas? – Preguntó Peter, Sirius lo observó como si la pregunta lo molestara.

- Isadora Lamperouge – respondió ella sin prestar demasiada atención.

- ¿No se supone que vas a cuarto? – Preguntó otra vez al ver su libro casi finalizado.

- Así es – dijo ella.

- Oye, creo que la estás incomodando – Dijo Sirius, James lo observó curioso:

- ¿Y a ti que te pasa?, Oye, ahí está Quejicus – Avisó el chico de anteojos y cabello revuelto. – ¡Carpe retractum! – Murmuró, y una cuerda salió de la punta de la varita enroscándole en los pies de Severus, arrastrándolo dentro del compartimiento.

- ¡Expelliarmus! – Exclamó Sirius, siguiendo la broma de James, la varita de Snape fue a parar a manos de Sirius mientras el luchaba por liberarse con sus manos.

- Relashio – dijo Isadora con calma, como si nada sucediera, aunque estaba atónita, Snape se apuró a quitar sus pies, apartándose de la varita de James, el cual se volvió hacia Isadora. - ¡Everte Statum! – vociferó y James cayó de espaldas contra el asiento – Sirius la observó pero ella volvió a alzar su varita – ¡Expelliarmus! – le quitó la varita de Severus la cuál volvió hacia él. Conjuró el mismo hechizo quitándole la varita a Sirius esta vez. James estaba otra vez de pie apuntándole.

- ¡Expelliarmus! – Ayudó Severus.

- ¡Obscuro! – Conjuró ella al mismo tiempo. James abría sus ojos como platos y buscaba a tientas a Severus.

- ¡Sirius! – Gritó James.

- ¡Devuélvemela! – gruñó éste pidiendo su varita.

- ¿Qué demonios sucede aquí? – Lily estaba parada en la puerta con los ojos desorbitados. Luego de observar la escena unos segundos comenzó a reír. – Por fin te dan tu merecido Potter – Se alegró al verlo aferrándose al hombro de Sirius.

- ¡Ya basta! – Exclamó Remus que se encontraba detrás de Lily. - ¿Quién lo ha dejado ciego? – trataba de contener una risa burlona. Isadora bajó su varita con un suspiro y James volvió a ver.

- Eres un abusivo – Sentía ira ante la injusticia, no le importaba las consecuencias de que ellos fuesen más grandes. – Tú igual – Se dirigía a Sirius, le lanzó su varita con violencia. Severus dejó la varita de James en el asiento el cuál intentó tomarla antes de que Snape se marchara y le volvió a apuntar.

- Impedimenta – dijo Lily, cansada. – Déjalo en paz, James – Sirius miraba a Isadora atónito pero aún con desconfianza. – Lo lamento – Se disculpó con la otra chica, que no dejaba de observar a James, alerta a cualquier movimiento.

- Olvídalo – Repitió ella, ni bien bajó la guardia su varita voló por los aires hasta las manos de James, quien tenía las orejas coloradas de furia.

- Ya déjalo, James – Era increíble, pero esta vez era Sirius quién hablaba. James lo observó como si no lo conociera, resignado, devolvió la varita y se cruzó de brazos frente a la ventana. Peter observaba la escena desde una esquina del cubículo, parecía que no podría hacerse más pequeño aunque quisiera, tratando de que ningún maleficio lo alcanzara.

- Soy Lily – se presentó la pelirroja extendiéndole una mano a la bruja que ahora tenía los cabellos queriendo cubrirle la cara.

- Isadora - replicó ella cortésmente.

- ¿Eres amiga de Sev? – Isadora negó con la cabeza.

- Sólo he hablado con él, es agradable – James bufó. – Sí, lo es – No apartó la vista de los ojos de James hasta que él se rindió y volvió a mirar a la ventana.

- Bueno, como sea, gracias por darles su merecido – agregó con una sonrisa.

- Eso estuvo bien – admitió Sirius. Remus arrugó la frente, extrañado por la franqueza de Sirius hacía la chica.

- ¿De repente tiene un ataque de humildad? – cuestionó James.

- ¿Tu orgullo no te permite que una chica te gane? – A Remus le estaba resultando muy divertida la situación, era evidente.

Decidida a dejar la conversación, que le parecía por demás estúpida, Isadora se ausentó por unos minutos para ponerse su uniforme de detalles dorados y escarlata.

- Amato Animo Animato Animagus – Murmuró con su varita en el pecho al ver que anochecía.

Cuando por fin regresó todo estaba más tranquilo, aunque Lily y Remus seguían allí. Todos tenían ya su uniforme puesto.

Al llegar a Hogsmeade unas nubes grises inmensas cubrían el cielo viéndose amenazantes, incluso se veían más intimidantes coronando el castillo de Hogwarts.

Sirius Black: el velo de la muerte¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora