Bombarda

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Un llamado a los gritos se ahogaba en las paredes de Grimmauld Place, lugar que en la noche solía ser tan silencioso como una sombra. Sirius se echó a correr por las escaleras hasta llegar jadeando a la habitación donde colgaba el cuadro de Phineas Nigellus Black.

- ¿Qué sucede? ¿Es Harry? ¿está en peligro? – preguntó quitándose el pelo negro de la cara.

- No, y si tanto quieres saber mejor déjame hablar – respondió con lentitud el hombre del cuadro, impacientando a Sirius a propósito.

Remus e Isadora irrumpieron en la habitación unos segundos después, girando la puerta hasta que golpeó contra la pared.

- ¿Qué pasó? – preguntaron los dos con cara de dormidos. Phineas cerró los ojos con fastidio.

- ¿Serían tan amables de callarse? – pidió de mala gana – me manda Dumbledore. Han atacado a Arthur Weasley en el ministerio, está gravemente herido y camino a San Mungo. Harry Potter, Ginny, Ron, Fred y George Weasley van a llegar por traslador – recitó como si se hubiese aprendido el recado de memoria. Cuando terminó de hablar desapareció del cuadro dejándolos a los tres desconcertados.

- Mejor si los esperamos junto a la chimenea – sugirió Isadora aún sin asentar del todo la noticia.

La secuencia que presenció luego contrastaba enormemente con el silencio fúnebre de minutos atrás. En el medio de la cocina apareció un remolino que se fue expandiendo hasta que ella, Sirius y Remus tuvieron que arrimarse a la pared. Los Weasley y Harry cayeron al suelo en un extraño enredo de extremidades.

- ¡Quítate, Ron! – exclamó Ginny tratando de desatorar su cabello rojo del zapato de su hermano.

- Ya están aquí esos mocosos traidores a la sangre. ¿es verdad que su padre está muriéndose? – Kreacher apareció por una de las puertas, atraído por el escándalo. George se abalanzó hacia el elfo, pero no logró alcanzarlo.

- ¡FUERA! – gritó Sirius señalando al pasillo. Kreacher no se atrevió a desobedecer, pero se fue murmurando una generosa cantidad de insultos a cada uno y siendo muy creativo con los que iban dirigidos a su amo - ¿Qué pasó?, Phineas dijo que Arthur está gravemente herido.

Harry contó con lujo de detalles lo que sucedió en la visión que había tenido. Pero los Weasley no parecían demasiado interesados en quedarse allí sólo charlando.

- ¿Está nuestra madre aquí? – preguntó Fred a Sirius

- Seguramente ni siquiera sabe todavía lo que ha pasado.

- Tenemos que ir a San Mungo – dijo Ginny con urgencia – Sirius, ¿Puedes darnos unas capas o algo?

- ¡Un momento, no pueden ir todavía a San Mungo! – la atajó Sirius.

- Claro que podemos ir si queremos – lo contradijo Fred con testarudez – Es nuestro padre.

- ¿Y cómo van a explicar que sabían que Arthur había sido atacado antes incluso de que lo supiera el hospital?

- ¿Qué importancia tiene eso? – preguntó George acaloradamente.

- ¡Importa porque no queremos llamar la atención sobre las visiones que Harry tiene! ¿Tienen idea de cómo interpretaría eso el ministerio?

- Podría habérnoslo contado alguien más – insinuó Ginny –, o podríamos habernos enterado por otra fuente que no fuera Harry.

- ¿Ah, sí? ¿Por quién? – preguntó Sirius con impaciencia. Remus e Isadora se miraron y ella puso una mano en el hombro de Sirius.

- ¡No nos importa la maldita Orden! – gritó Fred.

- ¡Nuestro padre se está muriendo! – añadió George

Sirius Black: el velo de la muerte¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora