Sirius Black: el velo de la muerte¹

Defodio

Como era de esperarse, con el primer sol de mañana también llegaron los picotazos al vidrio de la ventana. Aunque no era Orion quien los producía. Otras lechuzas aguardaban en su ventana. Cada una traía un paquete y una carta y todas eran de sus amigos: Remus, Alaric, Alice, James, Lily y Peter. Luego de leer las cartas y abrir los regalos y golosinas se dispuso a envolver regalos y alistar cartas, pues ahora tenía quién las lleve. Cada lechuza fue devuelta a su dueño con un paquete, sólo Orion quedaba, él llevaría el regalo de Sirius.

Luego de dar un paseo por tiendas de objetos mágicos, se decidió por un bonito Reloj de bolsillo, o al menos a eso se asemejaba; el cual en lugar de números llevaba grabados en letras doradas diminutas los nombres de amigos o familiares que el dueño quisiera ver y una pequeña flecha plateada apuntaba a forma de brújula la dirección en la que se debía ir para encontrar a la persona solicitada. Sólo tenía un requisito, la persona a encontrar debía ser querida por el propietario del reloj, pues no mostraba a cualquiera.

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"Querido Canuto:

Espero que te estés divirtiendo en casa de James, seguramente su regalo llegue antes que el tuyo. Por cierto, muchas gracias por mi nuevo compañero, su nombre es Orion (él lo ha elegido), confío en que no te moleste la elección, pues ha sido una especie de homenaje.

Imagino que le encontrarás un buen uso al reloj cuando estés lejos de Hogwarts y no puedas utilizar el mapa para hallarnos.

Nos vemos en breve, disfruta tus vacaciones... Te quiere.

Sky .

Sirius releía la carta una y otra vez, acostado boca arriba en la cama de James. Mientras éste último investigaba el objeto. Al escuchar un débil "Click", dejó la carta a un lado y le quitó el obsequio a su amigo.

- Dámelo, vas a romperlo – Dijo quitándoselo de las manos.

- ¡Obtienes el mejor regalo y ni siquiera lo compartes! – se quejó James tratando nuevamente de alcanzar el reloj como un niño caprichoso.

- No seas torpe, el mejor regalo ha sido éste – Respondió Sirius alzando la carta. James se quitó el papel de en frente de los ojos y lanzó una carcajada.

- Al menos antes lo disimulabas hasta conmigo, Canuto – Comentó aun riendo.

- Si, búrlate – Sirius tomó el reloj y contempló los nombres en él. – Aquí tienes, pruébalo – le ofreció a su amigo.

- Remus – solicitó James al reloj. Los surcos de las letras grabadas en dorado del nombre de la persona requerida se llenaron con metal color plata. Luego de tres vueltas la aguja se detuvo en un punto fijo que apuntaba al sur. – Bueno, tiene sentido, su casa es en aquella dirección.

- James – Dijo Sirius tomando posesión del  artefacto. Esta vez el nombre "James" era el que tenía las letras talladas rellenas de plata. – Mira, la aguja se vuelve más sensible cuanto más cerca esté la persona. – Señaló Sirius al ver que la aguja seguía minuciosamente a su amigo aunque sólo se corriera unos pasos.

Mientras ambos amigos jugaban con el regalo, Orion recorría impacientemente la habitación y sacudía sus plumas intentando llamar la atención. Al notarlo, Sirius escribió una nota en un trozo de pergamino agradeciendo el obsequio y lo amarró a la pata de su tocayo. Segundos después el ave había emprendido el vuelo de regreso.

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- Piénsalo – pidió Vincent – Aún queda tiempo. Nos veremos en unos meses. – Besó a su hija en la frente.