Capítulo 14

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Octubre 10, 2009

6:49 p.m.

El policía nos despertó cerca de las diez. Nos preguntó si queríamos hacer la llamada pero los dos negamos. Yo pasé varios minutos caminando de un lado a otro de la celda. Alex se había mordido las uñas hasta la cutícula. Ella me miraba mientras jugaba con un mechón de su cabello.

—¿Qué vamos a hacer? —Me preguntó después de unos minutos.

Yo suspiré y me senté junto a ella.

—No lo sé —dije apoyando mi cabeza en la pared y cerrando los ojos.

No era la primera vez que yo estaba allí, pero papá me había advertido que si volvía a estar aquí me enviaría a la escuela militar. Podía sentir la mirada de Alex aún con los ojos cerrados. Ella suspiró y apoyó su cabeza en mi hombro. Yo no intenté alejarla.

—Estamos perdidos —dijo y yo sonreí a medias.

—¿Tú crees que estás perdida? Si papá se entera de esto me enviará a la escuela militar —dije y ella jadeó.

—No quiero que vayas a la escuela militar por mi culpa —me susurró.

Yo sonreí.

—Bueno, puede que esta vez fuera tu culpa pero las otras veces fueron mi culpa.

—¿Has estado aquí antes? 

—Tantas que ya no puedo contarlas —confesé.

—Eres todo un chico malo, ¿eh?

—Ni te lo imaginas.

—Gracias.

—¿Por qué?

—Por haberme defendido.

—Me recordaste... me recordaste a alguien que yo conocí —le dije y apreté los labios.

Ella me hizo recordar todo lo que mi madre me había enseñado sobre cómo tratar a las mujeres. Había estado rompiendo todas esas "reglas" desde que mi padre se volvió a casar. Sentí como Alex se levantó abruptamente. Yo abrí los ojos. Ella caminó hacia el otro extremo de la celda y puso sus manos alrededor de los barrotes.

—Quisiera hacer mi llamada —ella le dijo al policía.

—¿Qué rayos haces? —Le pregunté.

—Devolviéndote el favor.

Ella me sonrió. El policía abrió la celda y la dejó salir. Ella tomó el teléfono y marcó los números. Ella me miró una vez más.

—Hola, Clara...

Tres horas después de la llamada los dos estuvimos libres y sin que nuestros padres se enteraran. Nos vimos obligados a caminar hacia nuestras casas. Ella tenía sus manos en sus bolsillos. Yo pateaba una piedrita. El sol de medio día brillaba sobre nuestras cabezas. Ella puso un mechón de cabello detrás de su oreja.

—¿Quién es Clara? —Le pregunté.

—Mi... Mi madrastra —ella contestó.

—Oh. ¿Estás segura de que no le dirá a tu padre? 

—Sí. Ella... Ella ha estado conmigo toda mi vida.

—¿Qué hay de Arianna? —Mi curiosidad me mataba.

—Es una larga historia... —Suspiró.

—¿En serio?

—En serio. Tal vez algún día tengas el placer de oír la historia —rió y me guiñó un ojo.

The True Happiness (Versión en español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora