Capítulo 25

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Noviembre 7, 2009

10:37 p.m.

Hoy fui de compras. No recuerdo la última vez que fui de compras. La verdad que yo no fui a comprar. Clara fue la que hizo las compras y Diana y yo la acompañábamos mientras cuidábamos a sus hermanos.

Por la mañana, cerca de las nueve, entré a la habitación de Diana. Yo aún tenía puesto el pijama, pero me había dignado a entrar a la casa de Audrey por la puerta principal y no por la ventana. Cuando abrí la puerta de su cuarto me topé con una Diana recién bañada y vistiéndose para salir.

Estaba solo en ropa interior, con el cabello aún algo húmedo, buscando algo que ponerse en su pequeño armario. Sacó un par de jeans negros ajustados y una blusa bastante bonita, no demasiado formal como para aparentar que había pasado horas alistando su ropa.

—¿A dónde vas? —fueron las primeras palabras que salieron de mi boca. Ahora que lo pienso mejor me hubiera gustado molestarla un poco. Algo como: "Cuidado con el chico que te ve en ropa interior." O tal vez: "¿No esos pantalones muy ajustados?"

—Buenos días, Niall —ella me contestó mientras se ponía los zapatos.

—Buenos días. ¿A dónde vas?

—Voy a acompañar a Clara.

Ella cepilló su cabello mientras me miraba en el reflejo del espejo.

—¿Pensabas dejarme aquí, solo?

—Sé que encontrarás algo que hacer y que no ponga en riesgo tu integridad física.

—Yo quería pasar el día contigo, Diana —espeté enojado.

Ella puso una capa de brillo labial en sus labios.

—Entonces, si quieres acompañarme, ve a vestirte —ella rodó los ojos.

Ella se terminó de vestir mientras yo la esperaba apoyado en el marco de la puerta. Cuando terminó yo tomé su mano y la obligué a acompañarme a mi casa. Ella no reprochó y simplemente me siguió mientras subíamos las escaleras hasta mi habitación. Ella se sentó en mi cama mientras yo buscaba algo que ponerme.

—¿Has pensado en arreglar tu cuarto? —ella me preguntó mirando el desastre que tenía en mi habitación y la ropa sucia en el suelo. Yo negué con la cabeza.

—No, pero eres bienvenida a hacerlo.

—Reto aceptado, Horan. Pero no podrá ser hoy ya que tenemos que irnos en quince minutos.

Yo me puse la camisa y los zapatos y tomándola de las manos la hice ponerse de pie en un suave movimiento. La estrujé contra mi pecho mientras ella intentaba zafarse de mi agarre.

—Esto no es justo. Cuando llegué era casi de tu altura y ahora apenas si te llego al hombro. No puedes crecer tanto en dos meses.

—Bueno, no es mi culpa que te hayas encogido —me burlé y ella frunció el ceño para luego propinarme un golpe en el pecho. Con un brusco movimiento se zafó de mis brazos y me miró con desprecio.

—No te enojes. Además, me gusta así. Pareces una muñequita, mi muñequita.

Meneé las cejas y le guiñé un ojo. La tomé por la cintura y la elevé para que estuviera a mi altura. Me incliné para darle un beso, pero ella volteó el rostro. Mis labios se estamparon contra su mejilla y yo la miré con reproche.

—Ve a cepillarte los dientes, tu aliento matutino apesta —ella dijo riéndose.

—Con que así estamos. Está bien, pero no te quejes después.

The True Happiness (Versión en español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora