CAPITULO 1

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PREPARADAS PARA MORIR

PRIMERA PARTE

... ¿Y QUIEN TIENE DERECHO A LA VENGANZA?...

CAPITULO 1

-Amelia, he terminado, todos los vaqueros están pagados – anuncio Samuel Prescott a su patrona, mientras estrujaba su sombrero entre sus manos; su ansiedad era bastante evidente

- gracias Sam – respondió la joven mujer en tanto que continuaba de pie ante la ventana – algo te preocupa, ¿verdad? – dijo al volverse y encontrarse con la mirada del hombre

- mi niña, ya los vaqueros se fueron – respondió – y yo estoy por salir, pero no quiero dejarlas solas, el patrón nada que llega y....

- no te preocupes por nosotras Sam, Anthony debe estar cerca, tal vez hasta le veas en el camino – le interrumpió para tranquilizarlo – anda, debes irte – lo animó viniendo hacia él y poniéndole la mano en la espalda, empujándolo suavemente conduciéndole a la puerta – estaremos bien, no vas a dejar de divertirte un poco por estar de guardaespaldas y de niñero

El capataz de los Allegry salió de la casa principal, aun con dudas; se detuvo bajo el alero, respiro profundo, se caló el sombrero y marchó por su caballo para luego emprender el camino al pueblo a divertirse con los demás vaqueros del rancho Las potrancas.

Era sábado en la tarde, y como de costumbre, los vaqueros y el capataz iban al pueblo después de recibir su paga para desquitar una ardua semana de trabajos.

En el rancho Las Potrancas, Amelia Allegry, joven mujer, junto a sus tres hijas; esperaba la llegada de su esposo el teniente de los Rangers de Texas Anthony Allegry. Ella, de tan solo 28 años, se hacía cargo de todo en ausencia de su marido; sus tres hijas Jackelinne de 9 y Geraldine y Maxinne, mellizas de 8 la acompañaban en casa cada día, llevando una vida lo más normal y feliz que podían, dada la ausencia del padre y esposo. La joven mujer tenía unos particulares ojos, del color del cielo despejado, cabello negro y una estatura de un poco más de cinco pies y medio*, que le daba un aspecto fino y elegante; sus hijas prometían alcanzar su misma talla, dado que para su edad, eran bastante altas; pero en otras cosas eran distintas a ella y diferentes entre ellas; la mayor, de cabello aleonado con mechas doradas y ojos grandes color caramelo; las mellizas, eran tan contrarias entre ellas como el que más, Geraldine había nacido primero que su hermana y tenía los ojos de un verde claro, moteado y el cabello casi tan oscuro como el de su madre; en cambio su hermana Maxinne, la menor de las tres, tenía cabello rubio y ojos gris verdoso claro; muy unidas y bastante despiertas y hasta ese momento con personalidades distintas pero con muchas semejanzas.

El rancho estaba conformado por la casa grande, hecha en buena madera, de dos plantas, con una gran cocina en la planta baja, un salón comedor bastante amplio un cuarto aledaño a la cocina que se usaba como despensa; tres habitaciones ocupadas por las pequeñas, otra más que hacía las veces de cuarto de invitados, la escalera que quedaba en dirección a la puerta principal, conducía sin vueltas a la planta alta, tenía una sencilla barandilla y estaba hecha de troncos cortados a la mitad; en el segundo piso habían otras habitaciones divididas por una especie de amplio zaguán, allí estaba la recamara principal y otras tres de igual tamaño ya que realmente la propiedad, había permanecido en la numerosa familia de Amelia desde hacía ya varios años, la casa estaba decorada con varios muebles en madera de buena calidad, en las paredes, un escaparate con armas propiedad de Anthony, donde colgaba diferentes rifles y revólveres, uno que otro sombrero, algunas cuerdas y otros aparejos; fuera de la casa, habían unos establos, un granero y una pequeña cabaña ocupada por un joven vaquero mestizo y su esposa nativa; un molino y algunos corrales, un par de carretas, su buena entrada con unos bien pulidos cuernos de Texas Longhorn, para dar la bienvenida al visitante.

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