PREPARADAS PARA MORIR

CAPITULO 11

Una hora más tarde, tres hermosas jóvenes, entraban en la oficina del sheriff, atrayendo las miradas de los hombres que allí estaban. Harris, se detuvo más de lo debido y sin embargo, por más que quería no podía dejar de verlas, en especial a una que le sonrió con cierta coquetería cuando sus ojos se encontraron. Larson sufrió la atracción normal que la belleza femenina provocaba en un hombre; pero Cook, se sintió bastante atrapado por los ojos y la figura de la que parecía la mayor de esas bellezas, con todo y que ella evitaba verle más de un par de segundos cada vez

-buenas tardes señores – saludaron al unísono, ante la mirada aprobatoria de todos los presentes

Morris se había instalado en la oficina del sheriff; él mismo las atendió; hablándoles bajo, les pidió que fueran cuidadosas ya que Benson tenía fama de peligroso y traicionero

-¡Cook! – Llamó Morris – acompaña a las señoritas a ver al prisionero Benson, ellas tienen mi permiso para entrar a la celda, quédate cerca

- pero capitán – intervino Harris algo inquieto – eso podría ser peligroso – "hombres" pensó Geraldine – ¿no sería mejor que lo vieran desde afuera?

- puede que sea peligroso – le dijo Morris quedamente - ¿la pregunta es para quién? Déjalo así Harris, yo me entiendo – se apresuró a decirle al ver la pregunta en sus ojos, subió nuevamente la voz – Brian, has lo que te digo

El aludido se adelantó para obedecer

- por aquí señoritas – les dijo indicándoles la puerta que las llevaba al interior de la oficina, les abrió y las siguió por un corto pasillo hasta la entrada de las celdas, no podía apartar los ojos de la muchacha, que desde luego, era Jackelinne - ¿están seguras que quieren entrar?

- no debe preocuparse por nosotras Ranger – respondió Geraldine – el señor Benson nos conoce y no nos va a hacer ningún daño

Brian les franqueo la entrada y cerró la puerta tras ellas, se retiró a regañadientes diciendo

- estaré cerca

- ¡vaya vaya! Pero miren qué tenemos aquí – dijo el indeseable hombre levantándose del camastro en el que estaba acostado – ¿sois acaso una gracia concedida a este condenado a muerte?

Las muchachas caminaron hasta casi rodear al infeliz, haciendo acopio de todo el autocontrol del que eran dueñas

-señor Benson ¡no sabe cuánto deseábamos conocerle, tenerle así de cerca! frente a frente – dijo Geraldine

- ¡señoritas! ¡Yo les puedo conceder todos sus deseos! – la lujuria en la mirada del hombre era simplemente repugnante

- ¡oh no! Realmente no estamos aquí para recibir sus atenciones – respondió Maxinne acercándose resueltamente un par de pasos, sus hermanas la imitaron – señor Benson ¿recuerda el pueblo de Riverton, el rancho Las Potrancas donde trabajo hace tiempo?

Al ladrón se le abrieron los ojos como platos por el asombro, estudio a las jóvenes con detenimiento, pasando la mirada de la una a la otra con vívido interés, entonces parecía como si hubiera recibido una revelación

- ¡oh por Dios! ¡Tienen un leve parecido a...! ¡No puede ser! ¡Si son las niñas Allegry! ¡Pero que bonitas están, si señor! ¡Quien lo hubiera dicho! – dejó escapar una sonora risotada que hubiera hecho temblar a cualquier chica... normal – ¡Se parecen mucho a su madre! ¡A propósito! Supe que la mataron ¡pobrecilla! ¡Qué bueno que no estaban allí ese día!

- sentimos no estar de acuerdo con usted en ese punto – apuntó Geraldine – pero tenemos que hacerlo; porque ese día, sí que estábamos allí, Benson, sí que estábamos