Capítulo XXVII - "¡Las malvas significan pena profunda, Mani!"

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- ¿Quieres otra tostada? - Negué con la cabeza y volví a suspirar como una idiota.

¿Cómo una persona podía pasar de estar en las nubes un día y pasar a sentirse en el infierno al otro? Yo sabía. Como siempre, yo sabía y había experimentado cómo se sentían todas y cada una de las malas experiencias que le pueden suceder a una persona en su vida. Tal vez eso jugaba a mi favor o tal vez no, no lo tenía muy claro, pero, ¿si en este preciso momento yo quería suicidarme? Sí, quería. Con todas mis fuerzas. Y encima, era lunes.

- ¿Podrías dejar de suspirar? No quieres contarme qué te pasa, así que no suspires, alimentas más mi maldita curiosidad, mala amiga. - Demasiado tenía con haber aguantado a Lauren todo el fin de semana preguntándome qué me sucedía, o por qué comía más de lo normal. Y la respuesta era simple y concisa: Dinah.

El rechazo de Dinah me había sentado demasiado mal, y hubiese preferido que un pingüino apareciera mientras estaba dormida y se sentara en mi cara para ponerse a incubar sus huevos.

Es temprano, no sé lo que estoy diciendo, no me critiquen maldita sea.

Pero lo peor de todo, era que no podía decírselo a Lauren, por obvias razones. Enloquecería, me gritaría, odiaría el triple a Dinah Jane Lawrence y sus hermanos que no tenían nada que ver, pero no importaba, lo haría, y luego le contaría a Camila, sólo para que las cosas se tornaran más bonitas y tuviera que aguantarlas a ambas.

Era una estupidez que el rechazo de una chica tuviera el poder de cambiar mi estado de humor, pero lo hacía. Y mucho. Porque no era cualquier chica. Era Dinah Jane Lawrence. La diosa griega, la princesa y divina de Dinah Jane Lawrence. Que me había rechazado a mí y aunque no estaba sorprendida, porque era obvio que esto pasaría, me dolía. Creí que estaba preparada mentalmente al rechazo, pero no. Como siempre, no.

- Es que leí 'Bajo La Misma Estrella' otra vez. Sabes lo mal que me pone Augustus. - Mentí. Lauren sabía que siempre me excusaba con eso cuando no quería contarle algo.

- Claro. Primero fue Augustus, luego George Weasley...- La interrumpí.

- ¡GEORGE NO MURIÓ! ¡ESE FUE FRED, LAUREN! - Había tocado un punto débil. Y ENCIMA LO HABÍA HECHO MAL.

- ¡SON LO MISMO! ¡Eran gemelos! No veo la diferencia. - El tenedor que tenía en mi mano cayó y mi boca se abrió sin poder creer lo que había escuchado.

Yo... No. Esto era demasiado para mí.

- No puedes confundir a Fred y a George. Simplemente no puedes hacerlo. Y si vas a hacerlo, hazlo lo más lejos de mí posible Lauren, en serio. - No estaba exagerando y lo que acababa de decir había dolido, en el fondo de mi alma. No sabía si estaba sensible o qué, pero de repente quería llorar muy fuerte. - ¿Y sabes qué? Me voy caminando. - Me paré de la silla y tomé mi mochila.

- Espera, voy contigo. Le avisaré a Camz que no venga y podemos ir juntas a... - Volví a interrumpirla.

- No. - Vi sus cejas juntarse y me dolía sentir el dolor a través de sus ojos. - Necesito estar sola para pensar Lauren​. Sola. Hablamos después. - Salí del departamento dejándola toda llorosa y dolida.

¿Estaba dramatizando? Sí. Pero tenían que entenderme. Me habían rechazado, una de las pocos amigas que tenía se había ido a vivir a Francia, mi mejor amiga se había confundido a George con Fred y encima el puto Augustus y la estúpida Hazel que eran felices con su pequeño infinito. Y yo no. Porque no tenía un infinito, y no tenía una persona con quien compartirlo tampoco. Y encima me había bajado. Chorreaba sangre por doquier. Necesitaba que alguien me matara ahora. Salí del departamento y comencé a caminar hacia la escuela. Mis ganas de estar sola, pensar y reflexionar, le ganaban a mi odio a caminar. Era como si el día estuviera triste conmigo.

No digas que no te lo advertí. » NorminahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora