Capítulo L - "¿Una canción?"

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Me sentía una prostituta.

Una reveladora pero sensual prostituta.

No entendía cómo esto podía ser un disfraz de bruja. No cabía en mi cabeza que las brujas del siglo XII llegaran a vestirse de la manera en que estaba vestida en este momento. Y toda la culpa recaía en Lauren, o tal vez en mí, por dejar que ella se hiciera cargo de los disfraces.

Tendría que haberme imaginado que algo como esto pasaría.

— Te ves genial. – Me giré hacia la puerta de mi habitación y noté a Lauren con su disfraz de gato. No pude evitar reír al ver que Blaze saltaba para alcanzar su cola. – Ha estado haciendo eso desde que lo saqué de la funda... LEJOS BESTIA – Lauren le hizo el típico sonido de gato enojado y Blaze se echó a correr hacia mí.

— Explícame por qué tengo que usar tacones. Las brujas no usan tacones. – Lauren se paró detrás de mí y ambas nos vimos en el espejo.

— Tú no eres una bruja. Eres una chica linda que lleva un disfraz sensual que parece el de una bruja. – Lauren me sonrió mientras suspiraba. – Y luego estoy yo. Que sólo quiero fastidiar a mi novia lobo y por eso me disfracé de gato. – Reí al notar que Lauren acomodaba sus orejas. Su disfraz era de una sola pieza, completamente ajustado al cuerpo, y era naranja, como Garfield. Tenía orejas en la cabeza, tacones animal-print, y se había comprado uñas postizas para que parecieran garras. Su cara estaba pintada con bigotes y una nariz simpática y su cabello estaba lleno de ondas, muy extraño en ella, ya que era naturalmente liso.

— Me siento una ridícula. – Confesé, al verme detalladamente. Mi vestido, era extremadamente pequeño y no quedaba para nada bien con mis piernas cortas, a pesar de que con los tacones, parecían más largas. La falda era acampanada y estaba llena de tul negro y violeta que brillaba. La parte de arriba era algo así como un corsé negro, que no me dejaba respirar. Mis niñas se sentían asfixiadas y al no tener espacio, iban hacia arriba. Y no me gustaba para nada. Lo único que sí me gustaba de mi disfraz, era el gorro que tenía en la cabeza, porque era lo que más cubría de todo mi atuendo. Agradecía a Dios que Lauren hubiera comprado de esas medias de látex para las piernas y que fueran negras. Al menos todo se veía un poco menos. Me había maquillado y me había peinado, y aun así parecía una prostituta, y no una bruja.

— Estás linda. – Lauren subió un poco más mi falda y yo la bajé, exasperada. No entendía cuál era su capricho de querer hacer que muestre cada centímetro de mi piel. Rió mientras me gritaba algo que no escuché porque el timbre tapó su voz. Tomé la escoba que completaba mi disfraz, y que sólo hizo que me sintiera más ridícula de lo que ya me sentía y caminé hasta la sala.

— Wow, Normani Estás... — Levanté una mano sin dejar que Camila terminara la oración.

— Ni me lo digas. – Su sonrisa se hizo más grande y noté su disfraz de repente. – Te faltó el caballo. – Ella se encogió de hombros.

— ¿Cómo iba a meterlo en el departamento? – Reí mientras golpeaba su sombrero de vaquera que me causaba mucha gracia.

— Veo que notaste el disfraz de Laur... — Le guiñé el ojo mientras ella sacudía la cabeza y Lauren desfilaba por el departamento como una modelo de pasarela.

— Estás bellísima. – Le dijo. Estaba segura de que Camila se lo estaba tomando como una broma, más que con fastidio. Lauren solía hacer este tipo de cosas para enojarla, pero nunca funcionaban. Ella parecía tener un autocontrol impresionante cuando observaba que Lauren se ponía faldas cortas o usaba ropa lo bastante reveladora como para hacer que la gente se volteara a mirarla. Como ya había dicho antes, Lauren amaba ser el centro de atención, pero le gustaba más aún, llamar la atención de Camila. Recordaba que alguna que otra vez me había revelado que tenía miedo de que Camila se aburriera de ella, así que constantemente intentaba hacerla enojar porque supuestamente, se mantendría vivo el sentimiento de no sé qué mierda. Lauren estaba desquiciada, eso era algo que sabía. Y otra cosa que también sabía, era que Camila estaba completa y totalmente loca por ella.

No digas que no te lo advertí. » NorminahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora