Capítulo XXXIX - "¡Bienvenidas a la manada!"

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— Vamos. — Ya era la quinta vez que Lauren decía la misma palabra y sus derivados desde que nos habíamos parado en frente de la puerta de la casa de Camila, que era bastante bonita, para ser honesta. — Tuvimos un accidente. El auto se averió en la ruta. Nuestros padres murieron y nosotras estamos desconsoladas. No pudimos llegar. Sí, nos vamos. — Dio un paso atrás y tiró de mi brazo con fuerza. Me mantuve firme y rodé los ojos.

— No. — Ella giró su cabeza como si se tratara de la misma chica que aparece en el exorcista. No sabía si tenía que tener miedo o no. — Nos vamos a quedar, les vamos a caer bien, papá y mamá tuvieron una emergencia laboral, lo sienten y nos dejaron este vino para ellos. Tú le dices a Camila que la amas y nos sacamos ésta mierda de encima ya. — Tiré de su brazo como ella misma había hecho. — Nos quedamos. — Lauren volvió a tirar de mi brazo y apretó los dientes.

— Nos vamos.

— Nos quedamos.

— ¡Nos vamos!

— ¡Nos quedamos!

Si seguíamos así, una de las dos iba a perder un brazo con facilidad.

— Normani, nos vamos. — Me tomó del cuello haciendo que me agachara y me arrastró lejos de la puerta mientras me quejaba y golpeaba su estómago para que me soltara.

— Te dije que nos quedamos maldita sea. — Me zafé de su agarre y tomé su cabello tirándola hasta la puerta con fuerza mientras gritaba como una niña y golpeaba mis brazos e intentaba morderme.

Lo peor de todo esto, era que pasaba habitualmente. Y siempre terminábamos contando nuestros moretones.

— ¡Suéltame! — Lauren me tiró del cabello y maldije por tenerlo tan jodidamente largo. Sin darme cuenta perdí la estabilidad y caí directo en los pequeños tres escalones de la entrada, sin contar que como no era suficiente, mi cuerpo de alguna manera involuntaria, hizo un movimiento que hizo que cayera a los arbustos. Lauren comenzó a reír con fuerza. — Eres tan jodidamente torpe. — Gruñí mientras intentaba cumplir la imposible tarea de pararme. — Aww, arruiné tu vestido. — Me dijo con falsa culpabilidad. Me paré y observé el vestido que llevaba puesto mientras una sonrisa se formaba en mi cara.

— Éste, es tu vestido. — Reí sin querer y contemplé con atención los ojos asesinos de Lauren.

— ¡TE VOY A MATAR! — Me empujó de cara y con fuerza contra la puerta de la casa de Camila y tomó mis brazos inmovilizándome. — Dime Normani, ¿qué opinas de comer lengua? — puse cara de asco mientras me movía para escapar.

— Ni se te ocurra. — Lauren sonrió y sacó su lengua de su boca. — ¡Lauren no! — Comencé a gritar mientras ella lamía mi cara y dejaba saliva por todos lados en donde pasaba. La desesperación fue mucho más fuerte que yo y mi codo terminó disparado en uno de sus pechos haciendo que se alejara.

— ¡OH POR DIOS! ¡MIS TOMATES! — Gritó con fuerza mientras tomaba uno de sus pechos y hacía ruidos de dolor.

— Esas no llegan ni siquiera a canicas, imbécil. — Me fulminó con la mirada.

— Te voy a...

— ¡YA VOY! — Me giré al escuchar la voz de alguien detrás de la puerta. Corrí hacia Lauren y sus ojos de pánico e intenté que no pareciera una ramera que había sido violada y golpeada por un grupo de hombres desagradables. Arreglé su lápiz labial hasta que escuché la puerta abrirse. Sonreí sin saber quién era la persona que nos había abierto la puerta. Una mujer. De ojos marrones y sonrisa deslumbrante, cabello corto y castaño, con un delantal de cocina y un tenedor en su mano.

No digas que no te lo advertí. » NorminahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora