Capítulo XXXVI - "¿Qué estabas haciendo con Daina Lawrence?"

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Bajé del auto lo más rápido que pude y toqué la puerta con fuerza para que pudieran escucharme. Claramente todos iban a escucharme, pero de todas maneras, la desesperación y la exageración corrían por mis venas.

Milika abrió la puerta y podía notar sus ojos algo irritados.

—¿Cómo está? — Ella hizo un extraño puchero con sus labios tragándose las lágrimas que querían salir por sus ojos.

— Mal. — Abrió sus brazos y me envolvió en un fuerte abrazo que me dejó sin aire. Literalmente. La rodeé con mis brazos y acaricié su espalda intentando tranquilizarla.

— ¿Puedo verlo? — Milika se alejó de mí y antes de entrar en la casa, vi a Dinah salir del auto, más irritada y callada de lo normal. Al parecer, esto era serio.

Las tres entramos en la casa y subimos las grandes escaleras de madera hasta llegar a la habitación de Drew. Su puerta estaba abierta y podía verlo dormir. Me tapé la boca cuando me di cuenta de su aspecto. Su piel estaba casi gris, sus labios estaban pálidos y tenía ojeras bajo sus ojos. Estaba cubierto de sudor, pero su cuerpo temblaba.

— Voy a buscar su sopa. Tal vez hoy sí quiera comer. — Dinah y yo nos quedamos paradas en la puerta, no contestamos. Estaba demasiado sorprendida de ver a Drew así. Él siempre parecía tan feliz y lleno de vida y alegría. Ahora parecía... Consumido. Como si tuviera algún tipo de enfermedad terminal y su tiempo hubiese llegado.

— ¿Qué le pasó? — Salió de mis labios sin que yo quisiera. Todo esto era tan jodidamente raro.

— Lo que nos pasa a todos, Manz. — La miré juntando mis cejas sin entender. — Sangre.

— ¿Sangre? ¿No se supone que cazan animales? ¿Por qué no le traen un maldito topo y terminan con esto de una vez? — Dinah negó con la cabeza.

¿Es que acaso ahora los topos estaban en peligro de extinción?

— Somos vampiros. Necesitamos de sangre humana para sobrevivir. — Junté mis cejas y antes de que pudiera replicar algo, ella habló. — Si no bebemos de ella, morimos. No importa que te alimentes de ciervos o pumas o lo que sea que encuentres allí afuera, siempre vas a necesitar de sangre humana aunque no quieras beber de ella. Es nuestro alimento. Tarde o temprano vamos a necesitarla. Y cuando la necesitas y no bebes de ella, esto sucede. — Miré a Drew sin poder creer lo que Dinah me estaba diciendo. — Se rehúsa a beber sangre de un humano. A pesar de que el humano no se haya muerto y Milika haya robado unas cuantas donaciones del hospital. Él no quiere saber nada con ella. Y termina a punto de morirse. Casi siempre.

— ¿Pasa todo el tiempo? — Pregunté. Sinceramente, esto era nuevo para mí.

— Una vez al mes, más o menos. Es como el período. Pero completamente al revés. — Me hubiese reído, pero no estaba para escuchar ningún tipo de chistes, ni siquiera los de Dinah.  —Pero va aumentando a medida que cumplimos más y más años. Hasta que llega un momento en que comienzas a depender de ella, y terminas convirtiéndote en un cazador, aunque no lo quieras. Es por eso que Drew no quiere beber de ella. Cree que así el proceso será más lento y nunca llegará a convertirse en lo que siempre debió ser. Pero está equivocado. — La miré mientras me apoyaba en el umbral de la puerta.

— ¿Te ha pasado alguna vez? — Dinah apretó la mandíbula y miró al suelo.

— No. — Sentía que esta conversación la ponía incómoda. — Nunca he dudado de beber sangre humana. Jamás. Aunque no es algo que me enorgullezca, es la verdad. — Asentí con la cabeza intentando demostrarle que no la juzgaba. Era algo que ella necesitaba hacer para vivir. Y aunque la vida en sí era una mierda, todos queremos vivirla.

No digas que no te lo advertí. » NorminahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora