Capítulo 23

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POV Vassago

-¿sabes? Si las personas fueran fenómenos naturales, para mi, tú serias un amanecer- jamás pensé que una palabras tan dulces pudieran salir de la boca de Lili.

-¿si?¿por qué?- me giro hacia ella y me mira a los ojos, me tomo unos segundos para disfrutar de la belleza de sus ojos, es como si en ellos ocultara todos los secretos del universo.

-porque eres hermoso, y sólo eres el comienzo de todo esto- se pone de puntitas y me da un beso en los labios.

La tomo de los glúteos y cargo para que no tenga que empinarse, rodea mi cadera con sus piernas, comienza a jugar con mi cabello y yo hago lo mismo con el suyo, el beso es lento, es uno de esos momentos que se guardan para siempre en la memoria, el lugar indicado, el momento indicado y la persona indicada.

-para mi tú seria mi amanecer y mi atardecer- las palabras salen de mi boca antes de que pueda detenerlas.

-¿eh?- ¿ahora como se lo explico? No debí de decir eso, pero me fue imposible.

-quiero que lo mejor de mi vida, comience y termine contigo- ¿como se me ocurre responder eso? Es evidente que mi cursilería la va a asustar y se va a alejar de mi ¡ Mierda!

-sabes que eso no será así, tú eres mi amanecer, mi día; ya veremos que pasa cuando llegue el atardecer- me da un beso corto y se baja de mis brazos.

-¿eso que significa?- esa frase no me dice nada, me deja más confundido de lo que estaba.

-significa, que eres un lento comprendiendo metáforas.

Comienza a caminar cuesta abajo moviendo su sexy cadera; si supiera lo útil que me fue esta madrugada el recuerdo de su escultural cuerpo, a la hora de deshacerme de mi erección.

-!oye!- la llamo y ella se voltea hacia mi -el que llegue primero a la base de la montaña le puede pedir un deseo al otro y este no se podrá negar.

-acepto- me da la mano en señal de cerrar el trato y comienza a contar- 1...2 y...- antes de decir tres ya ha salido corriendo cuesta abajo, yo me río en mis adentros y corro tras ella.

¡Mierda! No debí de haber propuesto esto, se me olvidaba que tenia puesta su ropa de entrenamiento.

-¡espera!¡detente!- trato de advertirle pero parece no escucharme, corro más rápido para tratar de alcanzarla pero ya es demasiado tarde, sen encuentra tendida en el piso cubierta de barro y hojas secas.

-¡maldita sea!- se sienta y mira sus piernas y brazos -¿últimamente de que estoy hecha?¿de papel?-pregunta sarcástica y acomoda uno de los huesos rotos.

-no eres tú, es tu ropa- frunce el ceño y sé que no le gustará lo va a escuchar- esa ropa, está diseñada para absorber la fuerza vital de quien la usa, así que prácticamente tus huesos mientras uses esa ropa, serán frágiles como ramitas secas.

-¿me diste ropa diabólica para que me fracturara?- eleva un poco el tono de voz, y es comprensible.

-primero, no es diabólica, y si, así entrenamos en el infierno, es bueno que te vuelvas fuerte aun cuando estas débil.

-esta bien- ¿ eso es todo? Pensé que se iba a poner furiosa.

Se pone de pie y comienza a quitarse la ropa.

-¿qué crees que haces?

-es evidente que no puedo seguir usando esto, porque me haré daño- termina de quitar su pantalón y empieza a deshacerse de su camisa.

¡oh mierda! ¿por qué tiene que quitarse la ropa cuando estoy junto a ella? El calor comienza a invadir mi rostro, creo que nunca me acostumbraré a ver a una chica en ropa interior.

El Infierno En Sus OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora