Capítulo 13

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Después una rato de plática, Lilibeth ordena a un hombre que se ve viejo y cansado, que nos prepare algo de comer, porque aunque físicamente  no sientan hambre, les gusta comer sólo por placer.

-¿él es tu mayordomo?- pregunto refiriéndome al señor que recién abandona la sala.

-¿Robeth? No, él es uno de mis humanos a cargo- dice restándole importancia - cuando a un demonio le es asignado un humano este lo debe tomar como "su esclavo personal" - hace comillas con los dedos.

Basago parece notar que no me gusta este tema para nada porque inmediatamente lo cambia con una  sugerencia

-Beth- parece que así le dice de cariño- podrías contarle a Lili la historia de los lazos.

-oh! Magnifica idea- parece entusiasmada por el nuevo tema - te haré un resumen de la historia, el principio es un poco aburrido, lo interesante es la historia del final.

-esta bien- le regalo una pequeña sonrisa de boca cerrada.

- en el mundo existían cuatro lazos fundamentales, los de la memoria, los del afecto, los del odio y los del amor. Estos fueron creados con el fin de hacer más fácil y llevadera la vida en la tierra, tanto los humanos como los demonios tenemos el poder de influir en un lazo determinado, por ejemplo los demonios podemos transportarnos en los lazos de la memoria, es decir, si tenemos un lazo con una persona podemos viajar a ese recuerdo en común...

-¿qué pasa si se rompe un lazo de la memoria?

-le seria imposible viajar hacia esos recuerdo; pero los lazos de la memoria son los únicos que se regeneran siempre y cuando se necesiten, o se merezcan esos recuerdos.

Robeth regresa a la sala, esta vez con una bandeja llena de rebanadas de pastel de chocolate y tres vasos de leche.

-Gracias- digo al señor quien me regala una mirada triste, Lilibeth le hace un pequeño asentimiento de cabeza y él sonríe antes se salir de la habitación.

-nosotros amamos el chocolate- dice Basago mientras toma una rebanada de pastel.

-continuando con la historia- Lilibeth parece ansiosa por contar el final- los humanos manejaban los lazos del amor, este tenia un gran poder, pero los humanos no supieron aprovecharlo. Nunca fue registrado una caso de amor puro entre ellos, era tanta su ambición y su egoísmo, que unían sus lazos al dinero o a ellos mismos, así que los lazos rojos comenzaron a desaparecer, uno a uno sin poner mayor resistencia, todos los lazos desaparecieron, excepto dos, uno que pertenece a nuestra diosa, y el otro de una pareja que realmente se amó.

-ella ama esta historia- me susurra Basago en el oído.

-ellos se amaron tanto como les fue posible- continua Lilibeth con su relato- el era un demonio, y ella era una humana, fue el amor más puro que se pudo vivir, ella tenia un alma nueva, un alma que jamás había pasado por el infierno, un alma noble- no sé porque se me cristalizan los ojos, siento esta historia tan mía que me es imposible no sentir lo que ellos sienten- pero un día ella murió en  extraños hechos, él la espero acá en el infierno, esperando la llegada de su alma...

-pero ella nunca llegó- completo la frase y una lágrima solitaria recorre mi mejilla, la limpio bruscamente antes de que la noten.

-si es ¿cómo lo sabías?- pregunta curiosa

-no lo sé- y sinceramente no lo sabía- pero por favor, continua la historia.

-él la esperó durante varios meses, le preguntó a todos los demonios por ella, pero jamas obtuvo respuesta- a Lilibeth también se le empezaron a cristalizar lo ojos- ya rendido, y cansado de buscarla no resistió más el dolor su se borro todos los recuerdos de ella- Basago aprieta un poco mi mano y tanto a Beth como a mi, las lágrimas nos han ganado- hace poco tiempo, él recobró la memoria y volvió a buscarla, pero aún no nos ha dicho que fue lo encontró- mira nuestras manos unidas y sonríe con picardía - ¿no es así Basago?

Basago inmediatamente suelta mi mano y parece sorprendido por la pregunta de Beth, es más, hasta yo estoy sorprendida. Comienzo a pensar que Basago es el tipo de la historia, eso explicaría porque fue a la tierra.

-creo que ya es tarde- es obvio que trata de evadir la pregunta,  pero creo que es mejor no insistir en el tema.

-esta bien- Lilibeth se levanta del sofá y nos acompaña a la puerta -espero que vuelvan pronto.

-espero lo mismo- digo y le doy un corto abrazo, ella parece haber percibido algo raro pero no dice nada.

-¿ahora a donde vamos?- al parecer aquí no oscurece, es decir, mi reloj marca las 2:39am y acá aún esta claro.

-vamos a mi casa- dice serio y cortante.

Ninguno de los dos dice nada durante todo el camino, y la verdad es que lo entiendo, no debe ser fácil haber perdido a una persona a la que amó tanto. Ya entiendo porque discutía conmigo sobre la existencia del amor.

Llegamos a su casa, las luces se encienden solas, se hace un silencio incomodo, lo sigo a su habitación y me siento en el sofá.

-bajate de mi sofá- eso me hace sacar una sonrisa

-sabes que no lo haré, este sofá es más mio que tuyo.

-¿a si?- dice levantando una ceja y sonriendo pícaramente - claro que te bajaras de mi sofá - hace énfasis en la palabra "mi"

-pues ven y bajame- le doy una sonrisa de medio lado

-eso haré- se levanta se su cama y viene hacia mi, me toma de la cintura y comienza a dar vueltas conmigo sobre su hombro.

-estas loco- digo después de que ambos caemos en la cama - ¿te puedo hacer una pregunta? Digo girandome para quede frente a él.

-así te diga que no, la harás igual

-que bien me conoces- eso logra sacarle una pequeña y casi imperceptible sonrisa - ¿tú eras el demonio de la historia?

-no, es la historia de un muy buen amigo mio, de alguien que considero como mi hermano

- y dime ¿él la encontró?- esta vez si se gira para mirarme.

-no, pero encontró algo mejor.

-me alegro por él.

-yo también- dice con una mirada triste.

Miro el reloj en mi muñeca, 2:59, así que le doy un beso en la mejilla.

-es la mejor cita que he tenido.

-también yo, aunque no fuera una cita.

-claro que fue una cita, hasta me besaste

-claro que no fue una ci...

Despierto en mi habitación con una sonrisa, voy a hacer el chequeo diario, pero sólo tengo que pasar a la habitación de Lui porque mamá esta durmiendo con ella.
Antes de entrar a la habitación, siento la misma presencia que me estaba observando ayer, en medio de la oscuridad no logro ver más allá de las siluetas de Lui y mamá; siento un escalofrío recorrer mi columna vertebral, estamos en peligro, una silueta femenina se materializa en la esquina del cabezal de la cama.

Los lentes me comienzan a arder, como si estuvieran hechos de fuego, ella me mira con desprecio y yo te sostengo la mirada, no soporto los lentes de contacto, así que me los quito sin romper el contacto visual, cuando me quito  el primero puedo ver la confusión en su rostro, pero cuando me quito el segundo puedo percibir su pánico; sin lentes todo se ve más claro, ahora puedo ver su rostro.

-hola, nos vemos de nuevo, Kayla.

El Infierno En Sus OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora