40. Unión

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Y llegó el sábado. Mamá se levantó temprano para preparar el desayuno, café con leche y tostadas francesas. Estaba delicioso.

Luego a pesar de mis quejas me alisó el pelo, y luego me hizo bucles en la mitad del cabello hacia abajo.

-¿Para qué me lo planchaste si luego pensabas hacer eso?-. El calor de la planchita se sentía como si me derritiera.

-Para que el cabello no te quede muy inflado. Serás tonta, es tan obvio-. Me respondió mamá y me jaló del cabello haciéndome doler y soltar un quejido -Oh, lo siento cariño, es que me pones nerviosa y ya ves lo que pasa. Quizás si dejas de quejarte, esto ya no vuelva a pasar-.

Bien jugado mamá.

Luego tomando de cada lado un pequeño mechón con los que hizo trenzas y las unió en la parte trasera de mi cabeza, y finalizando en una trenza larga. Mi cabello largo hasta la cintura se veía muy bonito y natural.

-Gracias mamá- dije levantándome,  ella apoyó sus manos en mis hombros y con fuerza volvió a sentarme.

-¿Quién dijo que podías levantarte?-. Tomó una cartuchera con dibujos de la Torre Eiffel y palabras en francés, que se encontraba sobre la mesa.

Yo reconocía eso, era donde guardaba su maquillaje.

-¡Oh mamá! ¿Es en serio?-.

-Ssh-.

Me aplicó base y corrector, un poco de sombra color vainilla, hizo un fino delineado con una pequeña colita que realzaba mis ojos caídos.  Tomó su rimmel y las aplicó en mís pestañas, no sé con qué pero también emparejó mis cejas. Maquilló mis mejillas con un poco de rubor naranjado en vez de rosa, porque según ella quedaba mejor con mi color de piel. Y finalizó con un labial rosa pálido mate* porque "el brillo labial se sale fácilmente pero este resistirá unos besos".

Antes de que pudiera reaccionar sobre toda esa escena de mamá ayudándome a prepararme para una cita, se marchó al cuarto y volvió con unas bolsas de cartón.

-Aquí tienes, espero que te guste-.

Confusa tomé las bolsas, y saqué las cosas que contenían  un bello vestido celeste pastel con tiras algo gruesas y pequeño escote corazón, se ceñía en la cintura  y llegaba arriba de las rodillas, tenía unas flores blancas que parecían pintadas a mano y le daban un toque vintage delicado y hermoso.

Y unos zapatos bajos, sandalias plateadas muy bonitas.

-¿Mamá? ¿Esto es para mí?-. Nunca hubiese imaginado que mamá y yo estaríamos en una situación como esta, la ropa desbordaba de lo bonita, tenía que usar todas mis fuerzas para no llorar.

-¿Para quién mas tonta? Eres mi única hija, ¿Por qué no iba a hacer esto por tí?-. Me dedicó una de sus más cálidas sonrisas, no sé si alguna vez la vi de esa manera -Aguarda, falta la cereza del postre-. En sus manos aún traía una bolsa pequeña, de ella sacó una pequeña caja azul aterciopelada -Abrela-.

Un cadena de oro con un colgante bañado en oro con forma de corazón, y una piedra verde esmeralda en el centro.

Contuve el aliento y abracé a mamá, su cuerpo se sentía cálido, maternal y lleno de cariño.

Unas lágrimas rodaron por mi rostro, tratando de contenerme. Mamá pellizco mis mejillas, dando fin al abrazo -Vas a correrte todo el maquillaje y no pienso arreglarlo. Ahora ve a cambiarte-.

Una risa boba ahogo mis lágrimas y fui corriendo a mi cuarto.

¿Cambié de dimensión en algún momento mientras dormía? No lo sé, pero sentirme tan cercana a mamá era como un deseo cumplido.

*Labial mate: Son labiales sin brillo y suelen durar más que otros.

Mamá No Estoy Loca, Solo Hablo Con Fantasmas (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora