—¡Dios! —exclamé asustada mientras empujaba a Camilo.
—Creo que es señal de que debemos dejar de besarnos —sonrió.
—Eso creo. Y por favor, a la próxima que pienses besarme en el aula, cierra la puerta con llave que no quiero que me de un ataque porque la puerta se abre con el viento.
Le guiñé un ojo y comencé a caminar hacia la explanada.
Antes de llegar a mi destino me percaté de no llevar esa sonrisa estúpida que me provocaba el ver a Camilo, pero, ¿saben algo? Esa sonrisa era inútil hacerla desaparecer.
—¿Para qué te quería? —susurró Lina.
—¿Se te ha declarado?
—Shh... —miré seriamente a cada una y luego sonreí para decir—: Quiero oír.
Puse mi espalda recta y miré al frente para poner atención a la ceremonia. Tenia que poner un alto a esta platica tan “intensa” para mis amigas.
Cuando miré que Camilo se acercó a mi grupo de compañeros, no pude evitar sonreír.
Lo peor fue que Lina y Alicia se dieron cuenta de mi estúpida sonrisa. Y esto sería la causa por la que tendría un gran interrogatorio... Ni modo, a mentir de nuevo.
—¿Se notó tanto? —pregunté asustada.
—¡¿Qué si se notó?! —dijo Alicia y al ver a Lina, ambas comenzaron a reír.
—¿Qué sucede?
—Amiga mía, lamento informarte que tu felicidad se ha notado hasta China.
—Lina tiene razón.
—Joder —susurré.
—Tienes que aprender a disimular tu felicidad al ver a Café.
—Creo que es mejor digas lo que sientes —sonrió Alicia—. Así ya no tendrás que disimular.
Sólo asentí y mi vista la fijé en un pequeño que había en la mesa. No quería que notaran el brillo en mis ojos.
***
Un mes más transcurrió.
Era el mejor mes que había tenido jamás. ¿Por qué lo digo? Simplemente porque mi relación con Camilo iba de maravilla.
Mientras mi relación con Camilo fuera bien, nada más importaba.
—Voy a caerme —grité mientras sonreía.
—No temas —susurró en mi oído—, yo te llevo.
Asentí y seguí caminando a donde Camilo me guiaba.
Era sábado, así que había mentido —otra vez— a mi abuela para poder salir. Pero la mentira fue piadosa pues saldría con mi chico.
—Llegamos —en su voz podía escuchar todo el ánimo. Tomó mis manos y me puso frente a él—. Cuando diga tres, retiras la venda de tus ojos.
Asentí y al escuchar que Camilo dijo un: tres, rápidamente descubrí mis ojos para después dar un grito y comenzar a gritar.
—¡No puede ser! ¡No puede ser! —di media vuelta y lo abracé.
Lo que había estado frente a mí hace unos instantes, era hermoso.
Un enorme letrero colgaba de un extremo de un árbol a otro. Bajo ese enorme árbol había una manta roja y sobre ésta había una canasta.
Lo mejor era la vista.
Un pequeño lago frente a nosotros y unos patos nadando en él.
—Lee lo que dice el letrero —me alejé para verlo.
—Bien —sonrió y comenzó a leer—: Feliz primer mes de novios. Te amo, Mía... Café y Manzana por siempre.
Cuando terminó de leer no pude evitar llorar.
Camilo me tomó entre sus brazos y me enredó en ellos para que así pudiera llorar en su pecho.
—Es hermoso —susurré.
—No más que el hermoso mes que me has dado.
—Te amo.
—Te amo más.
Esa fue la mejor tarde que pude haber pasado en toda mi vida.
El simple hecho de estar junto a Camilo, era lo más maravilloso del mundo. Era todo.
—Ahora adivina que es esto —en su voz se podía escuchar su risa.
—Es... —comencé a saborear lo que había introducido a mi boca—. ¿Es cereza?
—Sí.
Abrí mis ojos y sonreí.
Con mi mano derecha acaricié su mejilla y lo besé para después introducirle una cereza en su boca.
—Es el mejor día —recargué mi cabeza en mi hombro—. No quiero que termine.
—Yo tampoco quisiera que terminara, pero tiene que suceder.
—Lo sé —me puse de pie y caminé hacia el lago—, y es algo que no me agrada.
Ninguno de los dos dijo nada, así que el silencio se adueño de allí. De nuestro momento.
Al ya no soportar ese enorme silencio me di la vuelta para ver a Camilo de pie a unos metros de distancia.
—Me he preguntado una y otra vez si hice bien en enamorarme de mi profesor.
—¿Y cuál es tu respuesta? —caminó hacia mí.
—Que fue lo mejor que pude haber hecho en toda mi vida.
En ese instante corrí a los brazos de Camilo y lloré mientras me abrazaba y acariciaba tiernamente mi cabello.
Pero no lloraba de tristeza, lloraba de felicidad. Sabía que Camilo era mi verdadero amor, y algo muy dentro de mí decía que siempre estaríamos juntos.
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No sé si es amor
Novela JuvenilCuando el amor es puro y verdadero lo que menos importa es la edad.