011.

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Una semana después.

Había pasado ya una maldita semana, y yo seguía aquí como una maldita estúpida, ¡y el maldito hijo de perra de Jeffrey por la calle campante asesinando a todo el mundo! La impotencia que sentía era mortal. En toda la semana había practicado lo suficiente, y para mí parecer, ya estaba lista para enfrentarme a él.

Estando en el cuarto de huéspedes, me decidí a que aquel día daría fin a la espera. Saldría a matarlo, Elizabeth Martinez no esperaría ni un día más. Se acabó.

Me vestí y colgué el fusil en mí espalda, para tomar el revólver y la semiautomática y colgarlos en mí cinturón. Me agarré el cabello en una coleta alta y salí de ahí.

Bajé y estando en la puerta, Jhonatan me tomó del brazo, impidiéndome salir.

—Dejame.—Le dije, sin poder mirarlo a los ojos.

—No, Liz. Mira, fue divertido enseñarte y todo lo que quieras, pero maldición, ¿en serio vas a tratar de matarlo? Sé que crees que tienes oportunidad contra él, pero te matará en menos de nada.— Vi la lástima asomarse en sus ojos, y sentí rabia. Sé que me veía patética, totalmente indefensa, jugando a ser la mala. Pero él ni nadie sabía como me sentía, ni el dolor que guardaba. Así que no tenia derecho a juzgarme.

Con las lágrimas en los ojos, le dije:

—Te agradezco lo que hiciste por mí éste tiempo, en serio, no cualquiera se hubiese tomado tantas molestias. Pero ahora me tengo que ir. Estoy exhausta de ésta situación, y te aseguro que con todo lo que él me hizo, no saldrá vivo de ésto.

Solté mi brazo del agarre y salí de la casa.

***

Luego de dos horas de ardua caminata, me senté en el suelo. Estaba pérdida.

¿Y ahora donde carajos buscaría a Jeff? Esa parte la había ignorado.

Me paré y cuando iba a empezar a caminar, oí un ruido atrás mio.

Antes de voltear, tomé lentamente el revólver que llevaba en el cinturón. Lo empuñé y volteé, no había nadie. Bajé la guardia y devolví el revólver a su lugar.

De la nada, algo cayó en mí espalda, haciéndome caer al suelo. Traté de voltear para saber que tenía encima mío, cuando una risa gélida me taladró el alma.

—Tú si que eres alguien muy resistente, ¿cómo es qué no estás muerta?— Dijo, soltando un gruñido.

—¡Sueltame, maldito idiota! ¡Sueltame!— Grité sumamente nerviosa. Ésto no me lo esperaba.

Él me soltó y me paré rápidamente. Quedamos frente a frente y su sonrisa se ensanchó. Soltó una risotada y dijo:

—¿Ahora la zorra anda con armas? Tú sí que eres interesante.

Empuñé el rifle rápidamente y apunté hacía él.

—Muevete aunque sea un poco y te volaré los cesos maldito bastardo.— Inevitablemente, las lágrimas salieron de mis ojos mientras le apuntaba.

Él río y dijo:

—Hazlo. ¡Vamos, zorra! ¡Hazlo!— Gritó, mientras abría los brazos y reía descontroladamente.

Mí cerebro decía que lo hiciera, que disparara, pero mí cuerpo no reaccionaba. Mierda...

Jeff se iba acercando poco a poco y yo seguía inmóvil. Cuando estaba a sólo unos pasos, bajó el rifle y se puso más cerca de mí.

—No eres lo suficientemente capaz.— Río, lo cual me causó escalofríos.— Se acabó tu tiempo.

Dicho eso, me pegó en la cara con el puño cerrado, dejándome inconsciente.

Ajenos «Jeff The Killer».Donde viven las historias. Descúbrelo ahora