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Después de caminar aproximadamente por una hora, llegué al final del bosque. Me sentía fatal, el hambre me agitaba el estómago y la falta de aire era horrorosa.

Mí sonrisa salió a flote al ver una pequeña cabaña azul, con una moto estacionada al frente. Era el hogar de un idiota al que hacía llamar mí amigo. Sí, a solo un idiota como él se le ocurriría vivir en un bosque.

Subí los escalones del porche y golpeé.   Él salió y vi como la sorpresa invadía su cara:

—¡Liz!—Así me decía él. —¿Qué rayos haces aquí?

—Necesito tú ayuda.— Dije pasando por debajo de su brazo y entrando a la cabaña.

Él cerró la puerta tras de mí y dijo:

—Hey, escuché lo de CJ y yo realmente...

—Yo no lo hice Jhonatan, sí quieres creer en algo, cree en eso.—Le dije fría, mientras sacaba las armas del bolso y las ponía en el suelo.

—¿¡Qué rayos haces con eso?!— Dijo, y se acercó un poco.

—Necesito que me enseñes como usarlas.—Dije sin mirarlo.

—Oye, ¿para qué mierdas quieres aprender eso?

—Necesito matar a alguien.— Dije, yendo al grano.

—¿A quién?

Suspiré y le conté todo el rollo de "Jeff The Killer."

Él me miró, asimilando mí historia. Al cabo de un momento dijo:

—Dejame entender toda ésta mierda. ¿Quieres matar a un prófugo por matar a CJ, y de paso, tratar de asesinarte?

—Ajá.

—Mira Elizabeth, a mí parecer, te estás comportando como una maldita lunática. ¿Por qué mejor no vuelves a tú casa, guardas esas armas lejos de tú alcance, tomas un vaso de agua y duermes una siesta? Eso debería calmar tus idiotas impulsos.

—¡Oh, claro! ¡Volveré a casa! ¡Que gran idea!... ¡Ah no, espera! ¡Acabó de recordar que un hijo de puta la quemó conmigo dentro!— Grité histérica. Estaba tan cansada de tanta mierda. Me encontraba sola y necesitaba solo un poco de ayuda, ¿¡Por qué por una puta vez las cosas no podían ser fáciles para mí?!

—Mira Liz, calmate ¿sí? Sé que debe ser duro todo eso por lo que haz pasado, pero nada lograrás comportándote como una niñita.

—¿Me ayudarás o no?— Dije, frustrada por su actitud.

Él lo pensó bien y luego respondió:

—Está bien, maldición.—Dijo, a modo de rendición.— Pero deberás asegurarme una noche con tu amiga la rubia.

—¿Caroline?— ¿Qué mierda?

—Sí; la condenada está demasiado buena— Dijo mientras hacía caras de placer solo para fastidiarme.

Cerré los ojos y extendí mi mano, él la tomó y cerramos el trato.

Por fin podría vengarme. Esperaba que éste fuera un proceso rápido, ya que no quería que nadie se adelantara a matar al Señor Woods; ese era mí trabajo.

Ajenos «Jeff The Killer».Donde viven las historias. Descúbrelo ahora