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Al despertar el día siguiente, ya me encontraba sola. Papá no podía quedarse todos los días conmigo calmando mis traumas.

Me levante y decidí que tenía que avanzar; debía encontrar la forma de sacar a Jeff de la cárcel, aunque ahora ya no lo creía muy posible.

Bajé a la primera planta y me dirigí al teléfono fijo, marqué el número de Caroline y esperé que contestara.

—¿Hola?

—Hey...— No pude ni terminar de hablar ya que ella soltó un chillido.

—¡Elizabeth maldición! ¡¿Dónde haz estado!? ¡No sabes cuánta falta me haz hecho!—Dijo, empezando a sollozar sonoramente.

—Vamos calmate... ¿Quieres que salgamos hoy?—Dije feliz, sabiendo que contaba con ella a pesar de mí ausencia.

—Me tendrás para ti sola hoy querida.

Cuadramos nuestro encuentro en unas horas y colgué.

Fui arriba y me pegué una ducha, me puse un vestido negro ajustado y unos tacones. Comeríamos algo y luego saldríamos a una fiesta a la que la habían invitado. No me sentía muy de ánimo pero realmente quería sacarme de la mente a Jeff.

***

Vi a Caroline a lo lejos acercarse a mí, tratando de correr pero no demasiado por miedo a resbalar.

Al estar juntas, la abracé y ambas empezamos a llorar. Somos cursis, lo sé.

Nos separamos y nos sentamos en una banca que teníamos en frente.

—Dios, estás diferente... Luces del asco.— Dijo ella y ambas reímos.

—Te extrañé.

—Yo también; aún no me trago eso de que hayas sido secuestrada por el mismo tipo del bar. En parte me siento culpable.

—Olvidalo, no es nada.

—Me tenías sobre ascuas... Pero ya estamos juntas, lo cual es lo importante. Ahora dime, ¿qué tal fue vivir con un asesino?

Le conté todo, sólo emitiendo las partes en que mis sentimientos por Jeff salían a flote.

—No me jodas... Ese tipo si que esta chiflado.—Dijo mirando al suelo:— Lamento lo de Jhonatan, y lo de CJ. Aveces me pongo a pensar que si aquella noche no hubiésemos ido a aquel bar, nada de ésto hubiese pasado.

En parte era cierto, pero dicen que todo pasa por algo.

***

Luego de pasar todo el día en un centro comercial persiguiendo a Caroline de un almacén de ropa a otro, por fin se hizo de noche y pudimos ir a la tan esperada fiesta.

Tomamos un taxi y páramos frente a una casa abarrotada de gente, con la música sonando a todo volumen.

Entramos y Caroline dijo que buscaría unos tragos. Hoy no quería embriagarme, quería estar en mis cinco sentidos; todo con tal de evitar accidentes.

Caroline volvió con dos vasos rojos; me dio uno y olí por encima su contenido: vodka. Demonios...

***

Luego de aquel vaso de licor y unos cuantos shots, quisé bailar.

En la mitad de la pista, baile con los ojos cerrados, tratando de ignorar a todos aquellos tipos que querían entablar conversación. No estaba de humor.

Alguien me tomó del brazo y abrí los ojos. A pesar de las luces estroboscópicas, pude distinguir un chico de cabello castaño, con ojos verdes, y... lo que creía eran cicatrices en el rostro.

Parpadeé, esperando que desaparecieran aquellas líneas que creía estar imaginando. Pero no fue así.

Él se acercó, tomó mí cuello con sus manos, acercó su boca a mí oído y susurró:

"Deja de tratar de hacerte la heroína, Jeff debe seguir encerrado como la rata que es. Estás buscando una muerte segura, bonita."

Se separó y rápidamente, como en un abrir y cerrar de ojos, desapareció entre la multitud.

Ajenos «Jeff The Killer».Donde viven las historias. Descúbrelo ahora