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Avancé como pude y entré fatigada a la habitación de papá. Mientras mí pierna seguía botando sangre a mares, me encerré en el armario.

Cogí una camisa cualquiera y la corté. Un pedazo me lo metí a la boca para ahogar los gritos, y el otro lo amarré a mí pierna para detener el sangrado. Las lágrimas calientes seguían bajando por mis mejillas y el dolor era masivo.

Al terminar, no supé qué hacer o a donde huir. Ahora mismo aquel tipo estaría registrando cada lugar de la casa, en busca de mí.

Cerré los ojos con fuerza y me obligué a mí misma a seguir consciente, ya que presentía que podría desmayarme en cualquier instante.

A pesar de la lluvia torrencial, pude oír como la puerta de la habitación se abría suavemente.

Sentí el miedo calar hondo en mí alma, y me vi a mí misma muerta en cuestión de minutos sino encontraba una salida.

—Elizabeth, sal a jugar...— Canturreó el tipo, con una voz sumamente aterradora.

Miré a todos lados en busca de un arma para defenderme. Rebusqué en todos lados y sentí un alivio inmenso cuando al abrir una caja de zapatos encontré una navaja pequeña.

Pidiéndole a Dios que me ayudara, empuñé la navaja en dirección a la puerta del armario, la cual sería abierta en cualquier momento.

—Ya te vi, una dos tres por ti.— Dijo en tono infantil, mientras abría suavemente.

Al verlo, me abalancé sobre él y le clavé la navaja en el hombro. Él gruñó y me golpeó, haciendo sangrar mí nariz.

Aprovechando su herida, corrí fuera de la habitación, dirigiéndome a las escaleras.

Él me siguió como sí nada, parecía estar en perfecto estado a pesar de haberlo apuñalado.

Al llegar a la planta baja, miré la puerta principal... Estaba abierta de par en par. Sentí como me paralizaba, alguien había entrado...

Una gélida mano me tapó la boca y me arrinconó.

Al voltear, las lágrimas saltaron de mis ojos al ver a Jeff.

—¿Quién te hizo ésto?— Preguntó seriamente.

No podía hablar gracias a tantas emociones en mí interior. Quisé salir corriendo, abrazar a Jeff o simplemente morir para salir de ésta encrucijada.

—Ya llegó la estrella de nuestro show...— Dijo aquel tipo desde la punta de la escalera.

Jeff no respondió y lo miré, estaba tenso, y de sus ojos sin párpados caían lágrimas. Me sorprendí en gran manera al ver aquella escena.

—Liu... Creí q-que...— Dijo Jeff al tipo, que ahora tenía nombre. ¿Éstos dos se conocían?

—¿Qué estaba muerto? Lamento decepcionarte, pero el único muerto aquí serás tú bastardo hijo de puta.— Dijo, con rabia y desprecio. Jeff apretó la mandíbula y se limpió las lágrimas de un manotazo.

—Ah, ¿eso crees? Ya veremos.— Respondió Jeff con malicia. Empezó a reír como un completo psicópata y avanzó hacía Liu.

La lluvia se volvió aún más intensa, y cada uno sacó un cuchillo, para luego fundirse en una infernal pelea.

Sin saber que hacer, corrí por la puerta principal, saliendo a la calle y huyendo sin rumbo. Caí a la mitad de la calle gracias a la herida de mí pierna.

Sentí un temblor recorrer mí cuerpo, pero no era debido a la lluvia que mojaba mí ropa. Más adelante pude ver luces centelleantes de color rojo y azul, las cuales se iluminaban alternativamente, acercándose cada vez más y más. Era la policía.

Ajenos «Jeff The Killer».Donde viven las historias. Descúbrelo ahora