Uno

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3 años después, en la actualidad.

Estar a mitad de semestre del último año de universidad es genial. Todo es más relajado si hiciste tus pendientes a tiempo, pero en mi caso todo está al borde de tener que esperar un año más para graduarme. El proyecto para titularme está casi terminado, las materias que estoy cursando son de lo más sencillo, pero estoy frente a la posibilidad de tener que repetir dos materias si no paso los exámenes al final del semestre.

Nunca pensé que fuera así de difícil, siempre había sido buena para la escuela, y aunque me guste bastante la carrera de la cual estoy a punto de graduarme no puedo evitar sentirme atrapada. Siento que todo está yéndose a la basura.

Todo me pesa últimamente, de hecho desde hace un año. Lo único que hago al respecto es mantenerme ocupada la mayoría del día. Voy a la universidad por la mañana y al salir voy directo a mi trabajo en un supermercado que me queda cerca, y cuando por fin llego a casa limpio un poco, casi nada a decir verdad y envío mis tareas por correo electrónico.

Que aburrido. Banal. Rutinario. Voy a morir si sigo a este ritmo.

Lo único que hago en todo el día es pensar en lo siguiente que tengo que hacer, si estoy en la universidad sólo quiero salir de ahí para ir al trabajo, si estoy en el trabajo pienso en ir a casa a enviar tareas y limpiar, si estoy en casa pienso sólo en dormir y cuando despierto me encuentro en la misma espiral de nuevo. A repetir el día. De nuevo.

Trato de terminar mi ensayo en lo que resta de mi última hora para poderme ir de una buena vez, como todos los días. Siento que estar aquí asfixia mis pensamientos, apenas logro concentrarme, tengo mil cosas en la cabeza y siento que no puedo con nada.

— ¿Sigues aquí? —interrumpe mis pensamientos dispersos y nublados.

—Sí, Brahms —afirmo rellenando las líneas de las hojas de mi carpeta, no me falta mucho para terminar.

Recuerdo cuando llegó a salvarme la noche en la que Harry terminó con la existencia de Marcus y su hermano Evan, preguntó exactamente lo mismo que hace un momento. No sabía si considerarlo un chiste negro en ese momento. Hacía tanto frío en ese momento que consideré que ya estaba muerta, la sangre de la herida en mi pierna se había oscurecido y coagulado, mi piel palidecía. Lo último que recuerdo de ese momento fue la voz de Brahms con esa pregunta y una luz despiadada de linterna sobre mi cara. Después todo mejoró un poco, a pesar de permanecer internada un mes en el hospital por una segunda neumonía. Brahms estuvo ahí todo el tiempo, y lo sigue estando.

Harry le permitió quedarse, pero a Nadia no. Ella no encontró la redención para su alma, nunca dejó de culparse. Y como había prometido, se esfumó.

Es intimidante ponerme a pensar en la nueva personalidad de Harry. Esa noche no tuve la oportunidad de cruzar palabra con él, pero cuando me miró con esos ojos vacíos y completamente negros, supe que ya no había nada ahí. Sentí como se me helaba la sangre, como recorría lentamente mi cuerpo en la espera del momento preciso para dejar de hacerlo. Sentí que me iba, físicamente. Tal vez sí estaba muriendo. Y cuando la luz resplandeciente de la linterna pegó de lleno en mi cara no fui capaz de saber más.

Me desvanecí por un tiempo, puede ser que siga desvaneciéndome.

Cuando termino de escribir la última línea en blanco, me levanto enseguida pero torpe, con los pensamientos revoloteándome alrededor de la cabeza. Entrego el ensayo a mi profesora que parece estar aún más distraída que yo mientras mira por la ventana a lo lejos. Regreso a mi banca siendo ignorada por todos y en completo silencio, guardo mis pertenencia en mi pequeña mochila y la coloco sobre mi hombro mientras salgo a toda velocidad. Voy a la mitad del pasillo cuando la voz de Brahms me asalta por atrás casi de la nada.

Vida Y Muerte | H.S | COMPLETA | (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora