Ocho

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— ¿Estás hablando en serio? —mi voz se escucha un poco rasposa porque acabo de levantarme, son las ocho de la mañana, maldita sea, Brahms, es muy temprano.

—Sí, totalmente en serio. Digo, no es como que tenga un título universitario pero sé como hacerlo —Harry interrumpe a Brahms antes de que conteste. Llega como si nada y se sienta cómodamente en una de mis sillas de la cocina con una mano sobre su cara. Está empezando a beberse mi café.


Estoy a punto de reclamarle pero me quedo a medio camino y con la boca un poco abierta con las palabras en la punta de la lengua. La cierro para tragar y trato de relajarme un poco. Me sirvo más café en otra taza y le tomo un sorbo generoso sólo para quemarme la lengua. Recargo mi espalda sobre el refrigerador y lo observo mientras pienso en algo coherente.

Se cortó el cabello.

Se cortó la mata alborotada de cabello que tan bien le quedaba. Y aunque el cambio no le sienta nada mal, estaba acostumbrada a verlo de otra manera. No es demasiado corto, aún así no parece tan formal como debería. No es tan corto como para la apariencia formal de un abogado decente. Sonrío de manera imaginaria. Los mechones aún se enroscan entre sí sin ningún orden de manera muy atractiva. La gabardina negra y los jeans negros, o más bien de hecho, su vestimenta negra, porque sus botas y camisa también son de color negro; lo hacen lucir de una manera peligrosa y llamativa, tan refrescante y varonil como para resaltar lo joven y atractivo que es en realidad. Llamará la atención de cuanta chica se le cruce enfrente.


— ¿Qué no tocas? Te estás bebiendo mi café —digo de una manera tranquila, casi sin darle importancia, como un comentario.

—Lo sé, le falta azúcar —frunce el ceño con disgusto antes de darle otro sorbo. Vaya, recuerda que no me gusta el café con mucha azúcar. ¿Qué otras cosas recordará?


Entonces gira la mirada para verme de arriba debajo de manera extraña, sólo traigo puesta una camisa vieja muy grande y un short pequeño, ni siquiera tengo un sostén puesto. Me atrapa observándolo de manera indiscreta, casi hace que me sonroje. Si no supiera controlarme y no estuviera enojada todavía, lo hubiese hecho tan notoriamente, que me hubiera sonrojado al doble por la vergüenza.


— ¿Qué no llamé más temprano? —pregunta ahora dirigiéndose a Brahms. Claramente porque no estoy lista.

—La puerta estaba cerrada. No fue hasta ahora que se dignó a abrirme la puerta para ver que quería, sólo preparó café desde entonces —responde de manera despreocupada como si toda la culpa fuera mía—. Si ella no está lista no es problema mío, no iba a entrar a su habitación sin su permiso.


Aunque lo es. Al día siguiente de que Harry y yo discutimos no salí en todo el día ni para comer algo, no fui a la escuela ni mucho menos al trabajo. Apenas hablamos Brahms y yo sobre lo que pasó mientras comía algo durante la noche, creí que él ya se había ido a dormir y me sorprendió fingiéndolo sólo para que saliera de la habitación. Hoy tampoco pensaba ir a la escuela de todos modos, pero al trabajo, sí tenía que ir.

Sólo ha pasado un día y medio desde que discutimos.


— ¿De dónde sacas que un abogado viste de esa manera? Pareces cualquier cosa, menos un abogado —digo sólo para cambiar el tema, no quiero que él sepa que me destrozó de una manera tan sencilla.

—Ellos van a ver lo que quieran ver, no me vestí así para ellos. No estoy para darle gusto a nadie. Y además sólo iremos a que te tomen una declaración.


Entonces tocan el timbre. Antes de que me apresure a abrir la puerta, Brahms me señala que es él quien irá a ver de quien se trata.


—Debe ser...

Vida Y Muerte | H.S | COMPLETA | (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora