Capítulo 4:
Cuando vi que se alejó con el auto, cerré la puerta con seguro y me dediqué a cocinarme algo para comer, algo rápido pero rico.
Preparé un tostado de jamón y queso. Tomé un vaso de jugo de naranja y me senté en la mesa, a ver la tele y a comer mi cena improvisada.
Sentí golpes en la puerta y me paré de golpe. No sabía qué hacer. “Ábreme” se escuchaba detrás de la puerta. Tenía miedo, mucho miedo. Corrí al desván y tomé un bate de béisbol de mi hermano y me acerqué a la puerta. “Abre, necesito hablar contigo” se escuchaba detrás de la puerta. Estaba muerta del miedo pero aun así, quité el seguro de la puerta, silenciosamente y abrí la puerta, pero me quedé detrás de ella para que el intruso no me viera. Cuando entró del todo en mi casa, lo golpeé con el bate en la cabeza. El chico cayó. Di vuelta su cuerpo y el corazón se me vino a la boca cuando reconocí ese rostro. Payne.
- Dios mío – susurré para mí misma
Cerré la puerta y me volví al hermoso chico que ahora estaba inconsciente en el piso de mi casa.
Le tomé el pulso, estaba vivo.
Como pude lo llevé hasta el sillón del living y le puse hielo en la parte de su cabeza dónde fue el impacto.
Fui a la cocina y serví jugo en dos vasos diferentes. En eso mi celular comenzó a sonar. Un mensaje.
“No iré a casa, hermanita, ¿Cómo anda todo?”
No iba a decirle a mi hermano que golpeé a un compañero de la universidad con su querido bate, y que estaba desmayado en el sillón.
“Bien, ¡se ve que estás teniendo suerte! Cuídate mucho” fue mi respuesta.
Sentí unos movimientos del living y me asomé a ver quién era.
- ¿Pevensié? – dijo algo dolorido y tomando su cabeza
- Payne, ¿estás bien? – pregunté preocupada
- ¿Cómo crees que estoy? Me golpeaste con un bate – dijo y señaló el bate que estaba en el suelo
- Lo siento, enserio, ¿Quieres beber algo? – pregunté arrepentida.
- Por favor – contesto serio y se sentó en el sillón.
Le llevé el vaso a mi accidentado huésped y me senté en frente de él
- Aquí tienes – dije y le pasé un vaso con jugo.
- Gracias – dijo casi en susurro.
- Y bien… ¿Qué querías hablar conmigo? – pregunté curiosa
Payne tragó el jugo que tenía en la boca y me miró a los ojos.
- Creo que empezamos con el pie izquierdo – dijo y bajó la mirada – quería agradecerte por lo que pasó hace unos días atrás, ya sabes, recibiste un golpe por mí.
- Oh, no es nada, Payne – sonreí y tomé de mi vaso de jugo.
- No, enserio, no tuviste que hacerlo, ese par de idiotas pagarán lo que hicieron – dijo con bronca
- Ya, Payne, como si fueras a hacerles algo – dije irónica y bebí otro sorbo de mi jugo.
- ¿Crees que no soy capaz? – preguntó alzando una ceja
- Claro que no – reí
Payne me miró sin ninguna expresión.
- Pues te equivocas – dijo
- Bromeas – afirmé
- Si tu lo dices…- dijo y desvió la mirada
- Payne – lo llamé y él giró a verme – me gustaría llamarte por tu nombre
Se quedó unos segundos mirándome, el fuego de la chimenea iluminaba sus ojos y hacía que me pierda en ellos.
- Me llamo Liam – dijo y bebió otro sorbo de su jugo
- Lindo nombre – sonreí sin mostrar mi dentadura
Liam me miró fijo, otra vez.
- Gracias – contestó en fin - ¿puedo saber tu nombre?
Quien lo miró fui yo, esta vez.
- _____- sonreí
Él asintió con la cabeza, y mi sonrisa se desvaneció, no puede ser que siquiera mi nombre le guste.
- Bonito – dijo
- ¿Qué cosa? – pregunté, aun estaba un poco colgada en mis pensamientos
- Tu nombre – dijo seco y yo sonreí, él, por su parte, desvió la mirada
- Gracias – dije con una enorme y boba sonrisa. Él ni siquiera me miró.
- ¿Por qué sonríes? – preguntó mirando el vaso que tenía en sus manos.
- ¿Cómo sabías que sonreía? No estabas mirándome – me asombré
- Instinto – afirmo y luego me miró.
Sonreí bobamente. Pero noté que quien no sonreía, era él.
- ¿Por qué no sonríes? – pregunté
- ¿Por qué sonreír? – preguntó el y alzó una ceja
- Porque es lindo, te sentís bien – sonreí – además, no te saldrán arrugas por sonreír
- Tu estarías infestada de ellas – dijo casi en susurro
- Oye, te oí – dije mirándolo asesinamente – pero me lo tomo como halago porque sonreír es bueno – dije sonriendo, otra vez
Él me miró y nos quedamos unos segundos así.
- ¿Y si vemos una película de comedia? – pregunté
- ¿Para qué? – preguntó
- Para que rías – sonreí
- ¿Para qué? – preguntó otra vez
- Porque apuesto a que te verías lindo sonriendo – dije con cara de tonta – más lindo de lo que ya eres – mordí mi labio
Él se paró de repente y me agité por ello. Me apuntó con su dedo índice.
- ¿Estás coqueteando conmigo? – preguntó confundido
- Uhm… pues… - tartamudeé mientras me paraba del sillón – me pareces muy lindo – dije y lo mire con mi típica cara de boba
Liam se quedó como estatua, me miraba fijamente, sus ojos entraban en los míos con una facilidad terrible.
- Debo irme – dijo, tomó su abrigo y caminó hasta la puerta.
Cuando estaba a punto de abrirla, reaccioné.
- ¡Espera! – exclamé y el volteó a verme
Me puse nerviosa al no saber qué diablos decir.