Capítulo 34:
La oficina era mediana, las paredes eran color crema. Había una computadora, impresora. Balanza para niños, y para adultos también. Había una especie de camilla donde, seguramente, se sentaban los pacientes para ser revisados. Había una mesa blanca en el medio, frontal a esta, nos encontrábamos Lou y yo, sentados. El doctor se encontraba del otro lado, con su computadora y lapicera a mano. La sala no era para nada turbia, era alegre, ya que el doctor dejaba que los pacientes pequeños dibujaran sonrisas, árboles, personitas, perros, todo en sus paredes. Así que era un muy colorido consultorio.
- Bien, señorita Pevensie, dígame cuáles son sus síntomas.
- Pues, mareos, esta mañana vomité – contesté – y cansancio.
- Ajam…
- Doctor, ella es anémica además – dijo Lou y yo asentí.
Cada vez que mencionan esas palabras relacionadas con la anemia, simplemente, recuerdo a mi madre.
- Bien… - dijo el hombre canoso.
- Debe ser un resfriado o algo así, ¿no? – intervine.
- No lo creo, generalmente no vomitas por un resfriado – dijo el hombre.
- Quizá estoy mal del estomago y resfriada también – hablé.
El hombre sonrió.
- Creo que va mas allá de eso, señorita – dijo y lo miré atenta - ¿Cuándo fue su último ciclo menstrual?
- Ay, que delicioso – susurró Lou y reí por lo bajo.
- 22 de Noviembre– contesté en fin.
- Hoy ya es 30 de Diciembre– dijo el doctor Rizhtmon
No dije nada. Lou miraba raro al doctor.
- ¿Qué tiene que ver eso, doctor? – pregunté.
- ¿Ha tenido relaciones sexuales últimamente? – preguntó.
Temblé por un segundo.
- No – dijo Louis.
- Si – respondí medio segundo después como si no hubiese escuchado a mi amigo.
El sermón que me espera.
- ¿Qué? – preguntó él – debe tener fiebre doctor.
El doctor sonrió.
- No tiene fiebre, quizá eso sea el “problema” – dijo Rizhtmon – un embarazo.
- No, no, no y no, ya me hice un test y dio negativo – aclaré.
- ¿Cuándo tuviste esa relación? – preguntó el doctor mientras Louis me miraba amenazante.
- Hace dos días – respondí luego de hacer memoria y el doctor sonrió.
- ¿Cuándo fue Harry a tu casa? – preguntó Louis en una mezcla de sorpresa y regaño.
- No fue Harry… - susurré.
- ¿¡Qué!? – preguntó sobresaltado.
- Lou, lo hablaremos luego – sentencié.
- ¿Podemos seguir? – preguntó el doctor y asentimos - ¿Cuándo te hiciste ese test?
- Un día después – respondí.
- ¿Usaron protección? – preguntó y me temblaron las piernas.
- No – confesé.
Louis se dio la cabeza contra la mesa y yo intenté no mirarlo.
- Hallamos el problema muchachos – dijo el adorable doctor y Lou y yo nos miramos sin entender.
- Creo que ninguno entendió – dijo mi acompañante.
El doctor rió.
- Bien, déjenme explicarles – dijo e hizo una pausa – cuando tienes una relación sexual sin protección y luego, al día siguiente te haces un test, la prueba puede ser en falso.
- No… no entiendo – dije.
Louis había ya levantado la cabeza y ahora tenía el mentón apoyado en la mesa.
- El organismo necesita tiempo para que la información de que hay un bebé en tu cuerpo se expanda, es por eso que dio negativo, porque la información del bebé no llegó a la orina. Es por eso que cuando se quiere saber rápidamente si hay un embarazo o no, se hacen pruebas de sangre.
Fue como un baldazo de agua fría. Tiene sentido lo que dice. Además, no podría mentirme, es un doctor. ¿Y ahora? ¿Qué hago?
- ¿O sea que estoy embarazada? – pregunté.
- Esa es mi tesis, pero haremos pruebas de sangre para que sea más seguro, ¿de acuerdo? – dijo y revisó su agenda – Ven en dos días y te haré el examen.
Lou se paró de repente y le extendió la mano al doctor, solo le dijo “gracias” y se fue. Yo hice lo mismo y le pagué lo correspondiente. Salí a buscar a Lou, quien lo vi girar en la esquina, corrí hasta él.
- Louis, espera – imploré.
- No estoy de humor, _____ - dijo y quiso seguir.
- Por favor, escúchame – pedí – por favor – repetí.
- ¿Qué? – dijo seco.
- Escucha, es tan shoqueante para ti como para mi, solo hablemos – dije.
- ¿Por qué me lo ocultaste? – preguntó.
- Creía que reaccionarías así.
- Pues te equivocaste, no reaccioné así porque hayas tenido sexo con alguien, reaccioné así porque fuiste tan inmadura de no pedirle siquiera que usara protección – dijo.
- Me dejé llevar por el momento, no pensé – dije casi con lágrimas.
- Oh, sí, de eso estoy seguro – dijo irónico.
- Por favor, eres mi mejor amigo y te necesito más que nunca – dije y lo abracé.
Él correspondió mi abrazo en silencio.
- ¿Quién fue? – preguntó luego de separarse de mí.
- Eso no…
- ¿Quién fue? – repitió.
- Un chico de mi clase.
- ¿Cuál, exactamente? – preguntó
- Liam – contesté.
- ¿Qué Liam?
- Liam… - respiré hondo – Payne.
- ¿¡Payne!? ¿¡Ese chico raro!? – preguntó como loco.
- Si, escucha, se que parece raro pero tiene sus razones para serlo – dije.
- ¿Es una broma, verdad? Ese chico oculta algo, ______. Es verdaderamente extraño – dijo en forma de regaño.
- Lo siento…
- ¿Cuándo pasó? ¿Cuándo lo conociste? – preguntó cansado.
- Hace un tiempo – contesté.
- Simplemente, no puedo creerlo – intentó irse.
- Espera, por favor – dije con lágrimas en los ojos.
- ¿Tú no entiendes? Mi primo te adora, ______. Es más, me confesó lo que siente por ti. Te ama – dijo en tono triste y melancólico – ahora solo romperás su corazón.
Y en ese momento no podía sentirme más basura de lo que ya me sentía.