Capítulo 36:
Llegamos a casa, aún recuerdo ese “si” que dijo al preguntarle si me salvaría, luego de eso, fue una sonrisa de mi parte y una caminata silenciosa a casa.
- Bien, te veo mañana – dijo él.
- Si… - dije.
- Hasta entonces – dijo él.
Empezó a llover fuerte. Ambos miramos el cielo.
- Será mejor que regrese, nos vemos – dijo él.
- Aguarda – intervine – quédate hasta que la lluvia pare, además estás herido.
Él me miró ya algo mojado.
- Ven, entra – le dije y abrí más la puerta, él suspiró y entró - ¿quieres beber algo? ¿café, chocolate caliente, te, mate cocido? – pregunté.
- Te agradezco pero estoy bien – dijo.
- Está bien, solo recuéstate en el sofá y déjame ver tu herida.
- No hace… - intentó hablar.
- Si, hace falta – sentencié y él hizo lo que yo le ordené.
Fui una vez por mi botiquín y miré su herida. Era un tajo en su estómago, en el lado izquierdo. Digamos que mis ojos se fueron un poco a sus abdominales grandes y duros pero, intenté contenerme. Cuando terminé de curarlo, vendé su torso con una larga venda.
- Gracias – dijo – me gustaría hablar contigo… sobre lo que pasó.
- ¿Y si subimos a mi cuarto y hablamos más tranquilos?
- Bien – dijo él y nos dirigimos allí.
Entró a mi cuarto y se quedó viendo un poster.
- ¿Te gustan los Beatles? – preguntó.
- Si – sonreí – son grandiosos - ¿Tu… no tuviste nada que ver con la muerte de John Lennon, cierto? – pregunté.
Él rió. Creo que debe ser la tercera o segunda vez que escucho su risa y veo esa sonrisa, no puede ser más lindo porque traspasaría los límites de la perfección.
- ¡Reíste! – dije entusiasmada y él volvió a reír.
- Claro que no tengo que ver con la muerte de Lennon, aún admiro a ese hombre – dijo él.
- Creí que te gustaban mas los Rolling Stones, por el hecho de que parecen… no sé, chicos malos – dije
- Es cierto, los Rolling son más de mi estilo, pero siempre me gustaron más los Beatles.
- Eso es genial – dije sonriente.
Liam se alejó del poster y se sentó en la silla de mi escritorio, yo me senté en la cama.
- Cambiando de tema… ¿por qué nunca me haces caso? – preguntó y fruncí el seño.
- ¿A qué te refieres? – pregunté.
- Me refiero a que te dije que no caminaras sola – dijo y me asombré por ello.
- ¿Cómo sabes lo que sueño? – pregunté sin entender.
- No es que sepa lo que sueñas, es que también fue mi sueño – dijo él.
- ¿Y cómo sabías que ellos, no lo sé, querrían… secuestrarme o algo así? – pregunté.
- Contactos – respondió él.
- Oh…
- Pero tú nunca haces caso – dijo.
- Lo siento, lo haré la próxima vez.
Su rostro cambió a una mirada triste.
- ¿Sucede algo, Liam? – pregunté.
- No debo estar aquí, lo siento – dijo y se paró para irse.
Me paré tan rápido como pude e intenté detenerlo, tomando su brazo. Me paré tan rápido que me mareé. Caí sobre la cama y al estar tan fuertemente agarrada a su brazo, él cayó junto a mí.
Nos miramos unos segundos. Sus ojos son tan lindos.
- ¿Por qué quisiste irte? – pregunté.
Él no contestó.
- Liam – insistí.
Él me miraba fijamente a los ojos.
- Esto es un error – dijo.
- ¿Qué es un error?
- Ya pasó una vez y no quiero que vuelva a pasar – dijo él.
- ¿Qué pasó? – pregunté.
A él se le llenaron los ojos de lágrimas. No tardó en largar algunas lágrimas y a mí me pareció lo más tierno del mundo. Lo abracé.
- Tranquilo – le susurré al oído en medio de nuestro abrazo.
- No quiero que vuelva a pasar – dijo con voz llorosa y entrecortada.
- ¿Qué no quieres que vuelva a pasar?
Me alejé un poco de él para mirarlo a los ojos. Esos ojos llorando que me rompían el alma.
- Yo tuve una novia, _______ - dijo él.
Sentí una patada en mi interior.
- Y ellos la mataron, no pude salvarla - concluyó – la amaba, y mi peor error fue enamorarme, ______.
¿Será una indirecta de que quizá sienta algo?
- Cielos, no sé qué decir.
- Nada, es solo que acercarme a ti es un error – dijo.
- No, no lo es – dije.
- Si, ______, no quiero que te pase lo mismo – dijo y volvió a abrazarme.
Correspondí su tierno abrazo.