capitulo 39

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Capítulo 39:

Harry trajo los chocolates calientes y tomé uno, pero me quedé parada en mi lugar.

- ¿No te sentarás? – preguntó Hazza.

- ¿Puedo? – pregunté.

- Claro – dijo, entonces me senté en el sillón que estaba en frente de ellos.

- ¿Saben? Creo que será mejor que hablen solos – dijo Lucho y tomó su abrigo – iré a ver a Eli antes de que la nieve no me deje salir de casa.

Louis salió y Harry y yo guardamos silencio por un rato.

- ¿Entonces…? – inquirió él.

- ¿Ya sabes lo de Liam, cierto? – pregunté tímida.

- Si – contestó seco – Lou me contó.

- Lo siento – dije.

- No hace falta, no tengo qué reprocharte – dijo triste.

- Me agradas, Harry, pero no sé que tengo con Liam que… 

- ______, tienes que saber que él es peligroso – dijo

- Lo sé – respondí – ya sé quién es.

- ¿Entonces por qué sigues saliendo con él?

- Aún no tengo esa respuesta.

- ¿Por el posible embarazo, cierto? – dijo y lo miré a los ojos, sus ojos no irradiaban ese brillo especial, simplemente, estaban apagados y grises.

- Si – dije con miedo y nerviosismo. Aún no sabía si lo estoy o no y me aterra saberlo.

- Pues aún así, no te acerques a él.

- No puedo negar que si existe un bebé, él es el padre – dije.

- No te pido que lo niegues. Te pido que pienses que tú y tu posible bebe nonato pueden estar en peligro – dijo él y tomó mi mano – Pero yo puedo protegerte, tengo amigos que además, me ayudan.

- ¿Tú también eres como Liam? – pregunté asombrada.

- No, pero conozco a unas personas que sí, practiqué como usar un arma hace unos años, aparte.

- ¿Pretendes que me aleje de Liam y que esté contigo?

- Es lo mejor, él es, posiblemente, una de las personas más peligrosas del mundo – dijo.

- Él no me haría daño.

- Piensa en sus rivales, ellos sí lo harían – dijo.

Pensé en ello, sé que sus enemigos pueden ser algo crueles y fuertes, pero no puedo alejarme de él, y tampoco puedo alejar a mi bebé de él, si es que hay bebé.

- Solo piénsalo – dijo él.

Asentí con la cabeza pero sabía que no dejaría a Liam. Simplemente, no puedo. No puedo dejar de verlo a los ojos, no puedo dejar de tocar su piel. No puedo dejar de ver su sonrisa, de vez en cuando. No puedo dejar sus labios. 

- Lo haré – dije aunque no tenía nada que pensar – es hora de irme antes de que la nieve suba mas.

- Bien, ¿quieres que te lleve? – preguntó.

- Uhm, no, gracias, usaré el tiempo para pensar – le sonreí.

Él me acompañó a la puerta y me despedí. Mientras caminaba, pensaba y pensaba sobre mi posible embarazo. ¿Qué tal si me secuestran? Las piernas me temblaban de solo pensarlo. ¿Y si estoy embarazada? Temería por la vida del bebé. Dios, no sé qué pensar. ¿Cómo se lo diría a Liam? Tengo tanto miedo, temo que si me secuestran y esté embarazada, le hagan algo a mi bebé. ¿Y si nace en mal estado? No solo él podría morir, yo también, teniendo en cuenta que mi enfermedad requiere cuidados. No sé que pueda llegar a pasar de ahora en adelante, pero sé que mi vida va a cambiar. Rezaría porque no esté embarazada, no me siento lista para un hijo, pero creo que estaría mal rezar en contra de algo que quizá lleve ya dentro. Lo único que queda es aceptarlo y darle todo el amor posible.

Llegué a casa, comí algo rápido y me dirigí a la cama. Mañana sabría la respuesta y aunque me aterra, es una duda que debo sacarme. 

Me desperté más temprano ya que no iría a la universidad. Desayuné sin Steve. Me duché y me sequé el pelo ya que la nieve no cesaba y no quería salir con el pelo mojado. Me vestíhttp://www.polyvore.com/cgi/set?id=71069315&.locale=es y me dirigí al doctor, caminando. Miraba la nieve caer y simplemente, era un espectáculo. Wolverhampton es un pueblo frío en todas las estaciones. Y adoro el frío, la nieve, tomar chocolate caliente, quedarte en la camita mirando una película con la calefacción. Es lo mejor.

Llegué al hospital y me dirige hacia la recepción.

- Disculpe, tengo una cita con el Doctor Rizhtmon – le dije a la recepcionista.

- ¿Cuál es su apellido? – preguntó la adorable anciana.

- Pevensié – respondí.

- Bien, ¿sabe dónde es la oficina? – preguntó.

- Si, gracias – dije y caminé hasta la oficina del doctor.

Toqué dos veces la puerta y luego escuché un “pase”. Saludé al hombre y luego me sentó en una silla, me hizo colocar el brazo izquierdo estirado. Sacó la sangre necesaria y luego la apartó.

- Bien, en dos semanas, tendrá el resultado – dijo él.

Lo miré divertida.

- ¿Qué tal en dos minutos? – pregunté mostrándole un mazo de dinero – necesito saberlo ya.

El doctor rió.

- Bien, ahora vuelvo – dijo y salió de la oficina con la muestra de sangre.

Las piernas no dejaban de temblarme y el pulso se hacía cada vez más acelerado. Tengo mucho miedo. ¿Estaré embarazada? Y si lo estoy… ¿Liam se hará cargo? ¿Y qué acerca de ese tal X? Me ha estado amenazando con ciertas notas, y es más, siento que está mirándome en este instante. Miré para todos lados, pero nada. No había nada ni bajo la mesa, ni detrás de mí, nada. Acaricié mi vientre. ¿Y si Liam no se hace cargo? ¿Qué hago? ¿Aborto? No, eso no. Estoy en contra de eso. Creo que es lo mismo que matar. Es negarle o quitarle la posibilidad a alguien de nacer, o sea, de vivir. Creo que no encuentro diferencia entre matar y abortar. A una persona, al matarla, le quitas la oportunidad de seguir viviendo y a un bebe… le quitas la oportunidad de vivir. Me parece cruel. No, eso sin dudas, jamás lo haría, no sería capaz. Pero ¿y si Liam enloquece e intenta matarme como su padre hizo con su madre? No, por dios, _____, eso no sucederá. Él no es un maniático. No sé por qué todo mi cuerpo me grita que si, si estoy embarazada. No lo sé y me carcome la duda. Temo por el bebé. Temo por mí. Temo por Liam.

El doctor entró y se me aceleró el corazón.

- Bien, ya están los resultados.

Intentaba respirar pero se me hacía difícil. No sabía si sería un sí o un no.

Mi celular sonó y como si fuese por arte del destino eran mensajes de Harry y Liam, que ironía. Ignoré los mensajes, pero entró una llamada.

Silencié la llamada de Liam, ahora tengo que concentrarme en una respuesta.

- ¿Y bien doctor? – pregunté impaciente

Me miró de esa manera como todos te miran. O sea, sin decirte nada. Como odio eso. Su mirada no refleja nada, pero aún así, mis oídos ya estaban dispuestos a escuchar la respuesta. Mi mente estaba dispuesta a lidiar con ella. Mi cuerpo a sufrir las consecuencias. Mi corazón a recibir o no a alguien nuevo. Y mi alma a tratar de tomar todo con claridad y de proteger a lo que quizá sea, algo solo mío. Ya estaba entregada al que destino decida. Ya estaba entregada a lo que pase, porque siento que el destino está escrito y esto debe pasar.

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