Capítulo 28:
- ¿Quién habla? – preguntó y lo miré atenta – ya voy.
Lo miré anonada.
- ¿Quién era? – pregunté cuando termino la llamada.
- Es Zayn quien está abajo, _____ - dijo y bajó las escaleras.
Largué todo el aire que tenía en los pulmones. Bajé detrás de Liam y vi que Zayn, quien estaba parado en la sala de estar, tocaba el brazo de Liam. El castaño se quejaba.
- ______, ¿tienes aguja, hilo y una venda? – preguntó el morocho – a Liam se le abrió una vieja herida.
Me acerqué y examiné el manchón que tenía en su saco gris, antes lo había visto, pero lo había olvidado. El manchón bordó era inmenso.
- Acuéstalo en el sillón, iré por el botiquín – dije y lo hice, fui por el botiquín y dos vasos de agua.
Cuando llegué a la sala, Liam estaba recostado y solo traía una polera blanca, que resaltaba mucho sus músculos. Lo examiné pero me detuve en el enorme manchón rojo de su brazo derecho. Me asombré y apuré mi paso. Cuando estuve junto a él comencé a cerrar las partes abiertas de su profunda, ensangrentada y gran herida.
- Uhm, necesitaría que… bueno… necesito – balbuceé.
- _____ te está pidiendo que te quites la polera, Liam – dijo Zayn y me miró divertido, yo me sonrojé.
Liam asintió y se quitó la polera, dejando al aire sus marcados y duros pectorales y sus abdominales enormes y también duros y bien marcados.
- ¿Qué fue lo que pasó, Liam? – pregunté luego de un rato de estar cociendo su herida.
- Tu sabes cómo es la inseguridad hoy en día, _____ - contestó Zayn por Liam.
- ¿Fue un ladrón o algo así? – pregunté
- No – dijo Liam.
- Si – respondió Zayn y se miraron.
Zayn volvió a mí.
- Quisieron robarle y se resistió – dijo el moreno.
- Podrían haberte matado, Liam – dije mirando al castaño herido.
- Já – rió él – que lo intenten.
Zayn lo miró mal y yo terminé de cerrar su herida. Limpié con un repasador la sangre que aun circulaba por su extremidad y le coloqué la venda. Luego le busqué una bufanda para que actuara como colgante, en la cual Liam podría apoyar su brazo herido y este descansaría tranquilo.
- ¿Te encuentras bien? – pregunté y le extendí un vaso de agua al castaño.
- Sí, estoy bien, gracias – dijo y tomó el vaso de agua con su brazo hábil.
- Liam, debemos hablar – dijo Zayn – a solas – recalcó el morocho.
- Yo iré a mi cuarto – dije y subí las escaleras, rumbo a mi cuarto.
Busqué algo con qué entretenerme mientras Liam y Zayn conversaban, entonces llamé a Harold.
- ¿Hola?
- Harry
- _____, ¿está todo en orden?
- Sí, lamento lo de mi hermano, el finalizó la llamada – dije avergonzada, recordando que Liam fue quien cortó la conversación.
- No te preocupes, ¿crees que él tendrá algún inconveniente con que salgamos?
- No, no – dije – entonces será el viernes a las…
- Paso por ti a las ocho, ¿te parece? – preguntó
- Genial – sonreí para mí misma.
- Será algo formal así que lleva un lindo vestido, o ve natural te verás hermosa de todos modos – dijo y me sonrojé.
- Ay, Harold Edward – reí – que galán.
- Lo sé – rió – me adoras.
- Claro que si – dije y reí por lo bajo.
- Bien, ¿nos vemos mañana?
- Ajam – asentí – adiós.
- Aguarda.
- ¿Qué?
- Te extrañé hoy.
Mi corazón latió a mil y me sonrojé al instante.
- Ya deja de sonrojarme – reproché.
- Lo siento, es solo que me faltaste tu hoy – dijo.
- Eres un tierno – dije con vos dulce.
- Y tu hermosa – dijo él – bien, nos vemos mañana.
- Adiós, Styles – reí
- Adiós, Pevensié – dijo y colgué.
- ¿Así que volviste a hablar con ese idiota otra vez? – preguntó una voz y me volteé a verlo.
- Liam… - susurró Zayn a su lado.
- ¿Qué te sucede Liam? – pregunté indignada.
- Liam, recuerda – susurró Zayn, pero pude oírlo.
Liam cerró los ojos y suspiró.
- Necesito que hablemos a solas – dijo el castaño.
- Yo ya me voy – dijo Zayn y bajó por las escaleras.
Liam y yo nos quedamos en silencio y cuando la puerta se oyó cerrar, él e acercó a mí. Tomó mi mano y se sentó en mi cama, yo me senté a su lado.
- ______, escucha, esto no es fácil para mí, pero quiero que entiendas y te lo tomes de la mejor manera – dijo – no quiero que pienses que lo que tuvimos a noche fue algo… especial para mí – dijo y lo miré triste, él parecía inseguro de lo que decía pero su frialdad era… demasiado convincente – solo fue una más de las tantas noches que he tenido – dijo y agachó la mirada.
Sentí una presión en el pecho, sentí como mis ojos se humedecían. Yo creí que él había sentido algo, como yo lo sentí con cada beso, pero no. Decepcionada de mi misma, guardé silencio y asentí.
- Lo lamento – dijo él – quizá lo mejor será que te alejes de mi.
- Está bien – dije luego de sollozar – puedes irte.
Bajé la mirada y esperé a que se fuera.
- Lo siento – dijo otra vez.
- No, no lo sientes – dije – dijiste que no me lastimarías cuando te permití entrar en casa.
- Y no lo hice.
- Acabas de hacerlo – dije y rompí en llanto.
Sentí como suspiró y se marchó. Me tumbé en la cama y lloré a mares. Pero por fin me quedé dormida.