Capítulo 12. -Irina.

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La mujer se dio cuenta de que el chico se había vuelto pensativo.

-¿Usted sabe de dónde venía ese niño o algo más de él? No sé, alguna información... -Pidió Ryan.

Ella negó con la cabeza y el rubio se sintió algo decepcionado.

-Lo único que se es que la policía acudió inmediatamente al lugar y uno de sus oficiales hablaba con otro mandándole a avisar a la familia... -Dijo ella intentando recordar el apellido. -Lo siento, no lo sé.

Ryan se sintió mal al estar tan cerca de saber algo y que al final no haya servido para nada.

Se levantó y se dispuso a seguir caminando por allí, algo se le ocurriría finalmente. Pero antes de ello, miró a la mujer desde arriba con expresión compasiva.

-Disfrute la dona, va de parte del niño rubio. -Le guiñó un ojo y la mujer quedó paralizada.

Le daba algo de gracia como pasaban las cosas y agradecía nunca haber sido una persona rencorosa.

Luego de patear algunas latas que encontraba por el suelo, se dio cuenta de que cierto animal peludo lo seguía de cerca.

-¿Qué haces aquí? -Le sonrió el rubio con una pequeña sonrisa casi imperceptible. Le costaba algo de esfuerzo sonreír. -Debería nombrarte ¿No crees? -Sabía que hablaba solo, pero le daba igual, las calles estaban casi completamente vacías. -Eres macho ¿Qué te parece Aiden? Me recuerda a un videojuego. No sé para qué te pregunto, es obvio que te encanta. -Rió en voz baja.

El gato comenzó a adelantarse a Ryan y a caminar con más rapidez, ya luego a correr. Al chico al principio le pareció infantil seguir a un gato la edad que tenía.

-Qué más da. -Fue rápidamente siguiendo al gato, quien paró cuando llegó a una estación de policía que se veía más tenebrosa de lo que se atrevería a admitir.

Ryan miró al gato y luego al edificio que tenía al frente. Entonces se le ocurrió que tal vez allí podrían saber algo.

Entre tanto, en España, Rubén estaba sentado en la sala de su casa frente a su computadora. Ya había terminado de subir el vídeo y se había conectado a Skype para hablar un poco con su novia.

Irina llevaba algún rato hablando y Rubén intentaba en lo posible prestarle la atención que merecía, pero su mente no estaba al cien por cien, se distraía con preguntas que surgían en su subconsciente.

-Rubén ¿Te pasa algo? -Con esta pregunta hizo que volviera a la vida real. -Estás distraído.

-Digamos que si. -Respondió él frente a la pantalla. -Supongo que es muy complicado para explicarlo mediante Skype. -Le regaló una sonrisa nerviosa y ella lo miró compasiva.

-¿Es algo malo? -Preguntó la rubia, se denotaba algo preocupada.

-Prefiero esperar a que vengas, por cierto ¿Cuándo será eso? -Preguntó él curioso. Ya empezaba a echarla de menos a ella y a sus pésimos chistes.

Ella se mostró pensativa por unos momentos.

-Aún no lo sé, pensé que esto duraría menos tiempo, pero han ocurrido un par de inconvenientes. -Respondió a modo de disculpa. -Y yo sé que no quieres decirlo, pero también te extraño. -Eso lo hizo reír.

-Yo nunca dije que te extrañaba. -Bromeó Rubén.

-Mangel debe estar feliz teniéndote para él solo. -Bromeó ella de vuelta pero esta broma no le causó tanta gracia a él y su sonrisa se desintegró. -No me digas, te peleaste con Mangel. -Infirió.

Él como respuesta sólo la miró con una mueca, ella supo que había sido serio.

-Cuéntame. -Lo invitó a desahogarse.

Irina a veces era más una amiga que una novia.

-Es que creo que está reemplazándome. -Eso sonó más dramático de lo que hubiera querido. -Está hablando con un chico de Noruega. Hasta ha dejado de estar conmigo para compartir con alguien que ni conoce. -Explicó él.

-Estás exagerando, no puede ser tan grave. -Irina le restó importancia.

-No, en serio. Tú sabes lo que él significa para mí. -Hasta él mismo se sorprendió de que esa frase hubiese salido de tan profundo. -Sólo pensar que está repitiendo lo que pasamos con alguien más me enferma. -Confesó.

Irina notó en el tono de voz de Rubén que de verdad le dolía, que sólo contarlo le dejaba mal sabor de boca.

-Suenas celoso. -Dijo ella, y aunque quiso que sonara como una broma, la verdad salió con algo de duda.

Rubén cayó en cuenta de como fluían las palabras de su boca. Pausó por un momento.

Ahí va otra sonrisa irradiando nervios.

-Creo que si soné un poco celoso. -Quiso seguir la broma y acabar con la incomodidad que de alguna manera se había plantado en la parte baja de su estómago.

-No tienes que apresurarte, eres la luz de sus ojos, te quiere demasiado como para reemplazarte. -Dijo ella intentando animarlo y le sacó una pequeña sonrisa.

-Igual me lo ocultó, si no fuera por Cheeto no sabría nada. -Rubén se cruzó de brazos.

-Tal vez si deberías dejarlo sufrir un poco, sabes que Mangel se ablanda bastante rápido. -Añadió ella con humor.

Él estuvo de acuerdo con la idea. Aunque algo en su mente le decía que era la conversación de novios más extraña, pero le encantaba tener esa confianza con la rubia.

Después de unos segundos su celular sonó, él lo tomó y vio el nombre en la pantalla.

-¿Es él? -Preguntó Irina.

Rubén asintió y la miró preocupado de lo que haría. No quería responderle, había estado rechazando sus llamadas desde que salió de su casa, pero ahora no se sentía tan seguro.

A la chica le dolió un poco la moral luego de pensar si alguna vez Rubén se había comportado así alguna vez por ella. Ella era una buena amiga de Mangel, pero siempre que estaban los tres en una misma habitación, había una tensión extraña e invisible, como si hubiera una guerra tácita en cuanto obtener la atención de Rubén se tratara.

-Respóndele. -Aconsejó ella con una sonrisa algo lastimada, pero le gustaba ver al castaño feliz.

Él atendió la llamada.

-¿Qué quieres? -Fue lo primero que dijo a mala manera.

Continuará...

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Estaba estudiando química.
Si, si estudio (A veces)
Si alguna vez duro más de dos días enteros sin subir capítulo me avisan en los comentarios, es que se me olvida.

Los Gemelos DoblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora