Capítulo 21. -Samuel

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El rubio colocó una mano en la mejilla del castaño y se acercó tanto que a Miguel no le quedó duda de sus intenciones. No sabía si era por lo atontado que estaba, pero no tenía ganas de impedirlo. Ambos cerraron los ojos lentamente conforme iban acortando la distancia entre sí. Y a casi nada, cuando ambos estaban de acuerdo con lo mismo, cuando sólo faltaba terminar de dar el paso golpearon la puerta.

-¿Chicos? ¿Pasa algo? -Se oyó la voz de Sara al otro lado de la puerta del baño.

Abrieron los ojos y se sorprendieron de sí mismos al encontrarse en aquella posición. Tan cerca el uno del otro. Las manos del menor sobre el pecho del mayor.

Se separaron con pena sin poder mirarse a los ojos.

-Si, todo está bien. -Afirmó Miguel, quién fue el primero que salió del lugar luego de entregarle el celular a Ryan rápidamente.

El rubio no se sentía bien consigo mismo y eso era, lo más probable, porque ni siquiera tenía razones para avergonzarse, no habían llegado a besarse. Al menos, si hubiese pasado, tendría algo de lo qué arrepentirse.

Se miró en el espejo y como si de una película se tratara, se lavó la cara buscando que el recuerdo de que casi había besado a su amigo se fuera.

-Sé que no tiene nada de malo. -Se dijo a mí mismo. -Pero me siento mal. -Continuó sin entender su situación.

Miró a otra parte y tomó unas toallas de papel para secarse el rostro. Entonces oyó la puerta del baño abrirse.

Con algo de temor y esperanza que fuera Miguel, volteó hacia la persona que entró y se encontró con Samuel.

-Te veo nervioso ¿Pasa algo? -Preguntó yendo a lavarse las manos. -Vi que estabas metido en una persecución con Miguel ¿Ha sido por una pelea? -Preguntó con una tierna preocupación. Era la primera vez que Ryan veía alguien que luciera tan imponente y se comportara de manera tan dulce.

Luego de unos segundos analizando eso que pensaba decidió responder lo que se le había preguntado.

-Ah, si, bueno, al principio si, pero fue una tontería. -Le restó importancia.

-¿Entonces están bien los dos? -Preguntó finalmente el mayor.

Ryan asintió agradecido por la preocupación.

-Qué bueno, porque sería una lástima que su amistad se arruinara por un malentendido. -Añadió amablemente.

Eso se quedó por un rato en la mente del rubio. Él tenía razón, claro que Samuel no tenía idea de cuál era el verdadero problema, pero con lo que le dijo lo dejó helado. Había visto y leído muchas veces que las chicas nunca quieren nada con sus mejores amigos porque arruinaría su amistad. También le parecía tonto, él decía en su mente "Vamos, pero si lo quieres. Qué más da ¿No?" pero es totalmente distinto vivirlo en carne propia con alguien a quién hasta has llamado "Hermano".

En otra situación muy parecida pero lejos de allí se encontraban dos amigos que también debatían en su mente si proteger la amistad de muchos años o tirarlo todo por la borda con un beso.

"Ya se habían besado antes" pensarán algunos. Claro que sí, dos veces, pero no era ni parecido a lo que estaba pasando en ese momento. Al frente no había cámaras, no había gente. Y tanto como no había nada que los obligase, tampoco nada que los detuviese.

En este caso no hubo toques de puerta, no hubo terceros, al menos no físicamente, pero si en la mente de ambos.

Irina.

Ella no lo merecía, no merecía que él la estuviera engañando y mucho menos con Mangel.

Pensamientos de ese tipo invadían la mente de Rubén, pero aún así fue el pelinegro quién se alejó primero.

Justo antes de que pasara algo, cuando estaban tan cerca que sus manos empezaban a temblar como si tuviesen quince años de vuelta.

-Te veo luego Rubius. -Le sonrió dejándolo completamente extrañado, se dio la vuelta y se retiró. Su dignidad era demasiada como para besar a cualquiera que ya tuviese pareja.

En el ascensor de bajada se apoyó contra la pared y esperando pacientemente a llegar a planta baja, preguntándose si estaba bien o mal lo que acababa de pasar.

Rubén estaba casi en el mismo estado. Él se describía a sí mismo como alguien completamente heterosexual y quería a Irina más de lo que alguna vez había querido a una mujer. Se sentía raro, él no era gay ni mucho menos ¿Entonces porqué le pasan estas cosas con un hombre? Y mucho peor, con su mejor amigo.

Pensaba que lo peor era lo cliché que sonaba, no creía que fuera a sucederle algo así.

Sintió dentro de sí una sensación muy incómoda por el resto de la noche. Algo dentro que se preguntaba si a Mangel le estaba pasando lo mismo o para él seguía siendo una broma.

Al día siguiente, en Noruega, a Ryan le sorprendió despertarse y no ver a Sara por ningún lado.

-¡Sara! -La llamaba por toda la casa. Iba a intentar mandarle un mensaje, pero no fue ni necesario cuando la vio entrar por la puerta muy sonreída y abrigada.

-¿Dónde estabas? -Preguntó curioso el rubio mientras dejaba el celular en su lugar y se dirigía al sofá a sentarse.

-Salí un rato con Samuel, es muy divertido y amable ¿Sabías? -Ryan hizo una mueca de desconfianza.

-¿Amable? ¿Cómo? ¿Tipo "Oh, qué amable es este chico" o "Qué amable y guapo es este chico"? -Preguntó y la chica rodó los ojos.

-Sólo amable ¿Bien? -Aclaró ella colgando su abrigo.

-Qué bueno, te recuerdo que es gay. -Dijo el de ojos verdes con una sonrisa.

-No me gusta, Ryan. Estaba hablando con él de tu sueño de conocer a tu amigo. Dijo que se va la siguiente semana, que te decidas. -Le contó y el mayor abrió mucho los ojos.

-¿Hablas en serio? -Se levantó de un salto el rubio de su asiento.

Ella asintió y él la abrazó muy fuerte. Deseaba demasiado conocerlo.

Continuará...

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Perdón por la tardanza, estaba ocupada en otras cosas, pero aquí estoy.

Los Gemelos DoblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora