Drabbles {1} | TobiDei/ObiDei.

Niñera {i}

El equipo Minato, más específicamente los dos miembros masculinos, no daban crédito a lo que habían oído de par de su sensei. 

Deben cuidar del equipo del Tsuchikage hasta que finalice la reunión. 

Creyeron que se trataba de una broma, pero al ver a los tres infantes frente a ellos sólo reafirmaron las ganas de romperse un tobillo para faltar a tan ridícula... ¿misión? 

 Y ahora estaba él, Obito Uchiha, un chunnin, entrenado por el Relámpago Amarillo... cuidando de un rubio que no hacía otra cosa que moldear masa e ignorarlo. Kakashi y Rin se habían quedado con los dos más simpáticos; Akatsuchi y Kurotsuchi. 

— ¿Qué haces, Dei? —preguntó el azabache intentando iniciar una conversación—, ¿son muñecos? 

— Son esculturas, estúpido —le respondió en un tono hostil el de Iwa sin despegar su mirada de la arcilla—, ¿acaso estás ciego, hm? 

Obito se mordió la lengua para no gritarle, él era el adulto responsable, debía estar a la altura de la situación. 

— ¿Y no te aburres de hacer esto? —Miró los muñecos blancos que eran bastante bonitos y delicados para creer que un niño de siete los había hecho—. Hay cosas más entretenidas que la arcilla maloliente.  

Esta vez, el rubio apartó sus ojos azules de la arcilla para mirarlo con el ceño fruncido, curioso y a la vez, enojado.

— Esto es arte y yo soy un gran artista —exclamó Deidara con arrogancia y añadió, desinteresado— ¿Qué es mejor que hacer arte, hm? 

Y los ojos oscuros del Uchiha brillaron. 

— El Inarizushi de la abuela.

— Realmente eres imbécil, hm —Y volvió a lo suyo, o al menos, eso intentó antes de ser literalmente arrastrado por el de goggles anaranjados— ¡Oye, suéltame! ¡Se supone que debes cuidarme, no raptarme, hm! 

— Y eso haré, Dei —sonrió el Uchiha sin inmutarse por los chillidos del rubio— ¡Soy tu niñera y harás lo que digo!   

— ¡Eres un tarado! —gruñó el de ojos azules echándole una mirada de pocos amigos. Aunque el rugido de su estómago lo delató— Tsk, el Bakudan es mejor. 

Obito rió a carcajadas, quizá el ser niñera no fuera tan malo.