Drabbles {1} | TobiDei/ObiDei.

Senpai.

— Maldita sea —masculló el rubio al ver a Itachi y Kisame acercarse—, Tobi, mantente en... ¿Tobi, hm?

— ¡Itachi-senpai! —chilló el enmascarado corriendo hacia el Uchiha con ambos brazos extendidos—. ¡Itachi-senpai, ¿cómo le fue en la misión?! ¡Tobi lo extrañó!

El hombre tiburón enarcó una ceja, enviándole una mirada de advertencia para que no se acercara demasiado a su comadreja. Tobi trastabilló hacia atrás, escondiéndose entre la espalda del artista.

— ¡Kisame-san, no mate a Tobi! —lloriqueó el azabache aferrándose a la túnica del contrario— ¡Tobi es un buen chico que está preocupado por su senpai!

— ¿Senpai? —preguntó el del sharingan, inexpresivo—, yo no soy tu senpai. 

— ¡Maldito bastardo! —gruñó el de ojos azules tomando de las solapas de la túnica al de máscara naranja y agitándolo con fuerza— ¿¡Estás diciendo que ése ojeroso es superior a mí, hm!? ¡Voy a matarte!      

— Uh... —el de Kiri se rascó la mejilla, incómodo— Itachi-san, ¿podríamos volver después de que terminen su... pelea de pareja?

Tobi gritaba a todo pulmón al igual que Deidara, uno suplicando por su vida y el otro amenazándolo constantemente con hacerlo explotar, revivirlo y matarlo nuevamente. 

— La misión puede esperar —murmuró el cuervo rozando la mano del tiburón y éste le sonrió—. Vamos. 

Pero Kisame frunció ligeramente el ceño mirando fijamente al enmascarado. 

— Itachi-san —el aludido alzó el mentón para verlo—, es mejor estar alejados de Tobi. 

Se encogió ligeramente de hombros, no es que deseara estar al lado de alguien tan escandaloso. 

— ¡Cierra la boca! —gritó el rubio dejando de sacudirlo—, ¡Yo soy tu senpai, no él! ¿¡Oíste, imbécil!?   

— ¡Deidara-senpai! —abrazó con fuerza al artista mientras él intentaba zafarse del férreo agarre— ¡Deidara-senpai está celoso, está celoso! —canturreó el azabache.

  — ¡Deja de decir estupideces, hm! 

 Itachi miró de soslayo a Kisame, que había relajado su rostro. Dibujó una sutil sonrisa, escondiéndola entre el cuello alto de la túnica. 

— Eres igual a Deidara. 

El espadachín le sonrió enseñando sus puntiagudos dientes. 

— Yo sí admito que estoy celoso, Itachi-san.