10: Noche de mascaras.🎭

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     Connie se arropaba con las delgadas sábanas para cubrirse del frío. Aún se lograba escuchar los últimos actos de su compañera Lapis. Su mente era acaparada por el chico de rizos carbón, quien hacía aumentar un poco más su temperatura corporal.

—Hece frío, verdad —. Afirmó una voz con cierto porcentaje de gravedad entre la oscuridad de la noche.

—Si —. Respondió adormilada la joven de pieles vivas, su mente que no se hallaba al 100% activa no percibió el peligro de donde se encontraba. —Espera... qué... —los labios de Connie fueron sellados por el inundante extraño aroma de un pañuelo. Escuchó un chicheo.

—Tranquila, tú solo duerme —. Le dijo la voz grave pero femenina de una mujer que sostenía fuertemente el cuerpo de Connie.

Lo ultimo que lo logró ella ver fue un cristal color naranja como el atardecer. Después todo se volvió oscuro como silencioso.

***

—¿Hoy no verás a esa payasa? —preguntó con cierto desasosiego Peridot mientras leía un libro en medio de la oficina de Steven.

—Tengo trabajo, veo que me has estado espiando, Peri —Steven ordenaba unos papeles.

—Bueno, ahora que ya no somos nada no tienes que preocuparte de mí.

—Sabes que te quiero, pero no de la manera que a ti te gustaría. Eres como una hermana pequeña para mí.

—Bueno, es mejor que nada. —Peridot se acercó con lentitud al chico. —Vas a necesitar esto. —Peridot le entrega un antifaz de un gato y la carta donde encontraron a la doctora. No podía negar que se sentía mal al haber recibido la noticia de que ya no sería su prometida, pero, hasta cierto grado ella era capaz de entender y sentir la lejanía amorosa entre ellos. Las emociones que fluían entre ellos eran de amigos.

—¿No encontraste nada extraño en ella? —Steven toma la carta, pues esta es como un pase para ingresar a la fiesta.

—Nada. Es una carta escrita a máquina, no tiene rastros de huellas.

—Bien, gracias.

Steven se retiró a pasos presurosos a las afueras de la mansión. Su mente estaba por así decirlo en tres mundos, la primera y más importante era salvar a Connie de ese espantoso circo, la segunda, capturar una loca que sigue a su familia y la tercera, capturar a otra loca desmembradora de extremidades humanas.

—¿Pasa algo Steven? —le preguntó Garnet quién ya se encontraba en uno de los asientos del carruaje mientras se quitaba los guantes negros.

—No es nada, solo que cada día que pasa me dan más lástima la existencia humana.

—¡Oh vamos bro! No te agüites, pronto terminaremos este bochornoso caso y volverás a ver tu linda y tierna Connie. —Amatista recarga sus brazos en el asiento.

—Yo pienso que Steven aún no se sumerge por completo en nuestro mundo, pienselo, nosotras llevamos años de experiencia, hemos visto casi de todo. —Perla retiraba algunas escarchas que se colaron en su vestido.

—Estoy bien, no tienen que preocuparse de mí. ¿Todas traen su antifaz? —Las tres chicas asintieron.

Mientras el carruaje llevado por caballos llegaba a una socorrida fiesta, en otro lugar desconocido se encontraba Connie, se llegaba a oler el aroma a putrefacción.

—¿Quién lo diría? Nuestro querido DeMayo tiene gustos extraños —. Argumentó cierta mujer.

—¿Por qué estoy aquí? —Connie trato de sonar valerosa, sin embargo su temor estando en un lugar sin conocer la carcomía internamente. Todo y cada celular adherida a su organismo suplicaba huir. No entendía razones por la cual se encontraba donde estaba.

—Verás, — empezó hablar la desconocida mujer —hasta hace pocos días una mujer me ayudó a escapar de la oscuridad donde me hallaba, pero todo tiene un precio. Al parecer eres muy importante para alguien que odia esa mujer, aquella mujer la cual fue la única en salvarme de esa oscuridad.

—Yo no hice nada. —Dijo la chica quién se encontraba amarrada a una ruleta giratoria que se mantenía quieta gracias a una vara en la esquina superior. Ella traga saliva con dificultad, el aire le parecía asfixiante y una adrenalina no correspondida le recorría en su cuerpo.

—Eso es obvio —. Apuntó la parte inferior de ella. —No creo que con una pierna puedas hacer mucho.

    Connie vuele a tragar saliva con dificultad, sabía que se encontraba en peligro, solo lamentaba una cosa, haber conocido a Steven, porque si no lo hubiese hecho seguramente le ahorraría una sensación amarga y desgarradora. En tan poco tiempo se había aferrado a una esperanza llamada Steven, persona que le proporcionó sin saber el valor suficiente de levantarse de su continua oscuridad diaria del querer morir.

La mujer se puso una máscara donde exactamente en la nariz se ubicaba un cristal naranja, el mismo que vio Connie.

—¿Cómo te llamas? —Cuestionó insegura la morena, está siendo vendada gracias a la gran mujer. Los labios los sentía resecos junto con unas ganas de querer orinar.

—¿Para qué quieres saber eso? Si estas apunto de morir —. Los pensamientos de Connie se estancaron justo donde se  regresaron de golpe con ligeras memorias de Jamie, Lapis, Sayde y Lars, sabía, sabía a la perfección que algún día moriría, pero no se lo imaginaba siendo vendada y como única amiga la oscuridad. —Bueno, que inicie el espectáculo, así se dice en donde trabajas, ¿cierto? —la mujer quitó el seguro que mantenía recta la rueda. La ropa de dormir que traía puesta Connie no ocultaba por completo su parte inferior. Escuchó como un par de cortinas o algo semejante se deslizaban, también susurros de varias personas, el choque de un par de copas de vidrios y risitas de damas.

—¡Hola, soy la increíble Jasped! ¡Este es mi primer show! —gritó la secuestradora de la morena, el público rió. —He aquí, les demostraré el acto de las cuchillas.

   Las luces bajaron a un tono tenue, todo el público tenia un antifaz ocultando su identidad.

Todo paso demasiado rápido para Connie, un par de vueltas que la hicieron marear y después varios disparos sonoros.
Los grilletes que la mantenían sujeta a la rueda fueron soltados y como reacción ella cayo el suelo. Se quitó la banda que le impedía la vista. Mucha gente corriendo de un lado a otro, tres desconocidas disparando a alguien escondiéndose en el potrio.

—¡Connie! ¿Qué haces aquí? —un joven regordete mira expectante a la joven con temor en sus ojos ante la respuesta. —Creo que no hay tiempo para eso. Vamos, tenemos que irnos. —Steven parecía adelantarse pero paró de avanzar al notar que Connie no lo hacía. —¿Connie?

—Steven, yo no puedo.

Fin del capítulo 10.

I'M ALONE: La Pequeña Payasa #FanficAwards2017[Steven Universe] StevonnieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora