Habían transcurrido cuatro días, en el primero, Jamie y Connie pasaron una noche tranquila en la sombra de un árbol a la orilla de una ciudad, los píes de Jamie ardían por el esfuerzo de haber recorrido tantos kilómetros y cuando su corazón por fin le declaró que ambos estaban a salvo de las manos de ese duque, pararon a tomar un respiro.
Su espalda la sentía pesada, sin embargo mantuvo un semblante sereno en los ojos de la morena quien ya tenía en ese momento un lío en la cabeza, ¿en dónde estaban? ¿Como llegarían de regreso? Miles de olas con preguntas sin respuesta alguna. Pero el segundo día fue una apuñalada en la esperanza para ambos.
—¡Ahí están! —fue lo primero que escucharon al despertar. No hubo ni tiempo de pensar al menos para el chico, tan rápido como los oficiales captaron su ubicación con armas, el chico se levantó y cargo a Connie en sus brazos.
—¡Nos van alcanzar! —Le dijo la chica aferrándose en la camisa de él. —¡Dejadme! ¡O nos alcanzarán! —Connie tomaba con desesperación las mejillas del chico tratando de llamar su atención.
Jamie continuaba corriendo con todo el dolor del mundo ignorando sus llamados. Lo primero al menos para él, es mantener a salvo a Connie, incluso si su vida esta en peligro.
Él escuchaba ahogadamente los gritos y disparos de todos los oficiales. No podían alcanzarlos. No deben. Tomó una buena ventaja de la escapada al grado en el cual ya no podían observarlos. En un pequeño campo, Jamie dejó sentada a Connie para recuperar su aliento.
La garganta le quemaba como si miles de cerillos se hubiesen quedado atorados ahí. Sus labios están secos por la falta de agua, y la preocupación y ansiedad lo controlaban.
—¿Éstas bien? —preguntó el chico sostenidose de sus rodillas.
—¡No seas idiota! ¡Te dije que me dejaras! ¡Es peligroso! —le reclamó, Connie ya no quiere poner en peligro a nadie.
—¡No! ¡TU NO DIGAS ESTUPIDECES! ¿¡REALMENTE CREES QUE PODRÍA DEJARTE SOLA!? ¿¡ACASO ME CREES TAN INHUMANO COMO PARA HACER ESO!? —La tomó de los hombros, ¿cómo se le ocurría decir eso? El cansancio no le permitía pensar con claridad, tenía el alma pendiente de un hilo. ¿Acaso han hecho algún delito como para que la policía los siguiesen?
—Yo... —Connie realmente no sabía que decir. Nunca en la vida Jamie le había gritado, ella le esta haciendo daño, quiere arreglar sus pecados. _Si me dejas seguramente tú estarás a salvo.
—¡No, Connie! —se sentó a su lado ya con el aire recuperado. —Incluso si te dejara, la culpa no me dejaría en paz. Esa es una mayor tortura, así que por favor, no vuelvas a pedirme algo tan estúpido como abandonarte. —La miró a los ojos esperando respuesta alguna, primero una gota, luego dos y así nació un llanto de lágrimas amargas combinadas de felicidad por parte de Connie.
¡Dios! Dios sí existe, le mando un jodido ángel de carne y hueso quien le protege a costa de su humano corazón.
—No llores Connie, todo estará bien. —Acaricia su cabello con delicadeza, ¿qué debería hacer? Volver no es la mejor opción si los oficiales siguen al acecho. No vio pasar esto. Nunca lo vio venir.
Él debía ser fuerte por los dos, no tiene derecho de quejarse de hambre o sed sí Connie siente lo mismo. Sería demasiado egoísta de su parte.
En un pozo que encontraron cerca del campo, limpiaron sus caras en un tonto intento de baño, bebieron agua y desaparecieron de la zona. No podían correr riego si lo siguen persiguiendo.
Al tercer día seguramente en horas de la madrugada o eso dedujo Jamie, llegaron a otra ciudad, pero a comparación de la anterior esta era más pequeña, las casas dibujaban ser humildes, el suelo como si la misma arena de playa se hubiese trasladado aquí y las luces eran muy tenues como el atardecer mismo. En el primer poste que daba paso a la ciudad, el chico notó dos papeles enormes pegados a estos.
—¿Qué son? —preguntó inocente Connie.
—No lo sé. —Jamie se sentía culpable, podía sentir en su espalda el rugir del estómago de la chica, ella tiene hambre, necesita encontrar alimento rápido.
Al aproximarse al dibujo ha ambos se les detuvo el corazón. Era un cartel amplio dividido en dos, en letras grandes, inmensas diciendo "se buscan", la primer foto era una imagen clara de Connie con una jugosa recompensa, la segunda foto al parecer era de Jamie, sin embargo esta podía confundirse con alguien más ya que no parecía ser realmente él, fácilmente podía ser confundido con otra persona. "Vivo o muerto" tenía inscrito en la de él, también tomaba recompensa pero no tan grande como la de Connie.
—Somos fugitivos. —sinceró la chica. Podía sentir sus manos temblar, ¿en qué lío se metieron? Mejor dicho, ¿en qué lío metió a Jamie?
_Ignoralo Connie, estaremos bien. —le sonrió, no podía darse el lujo de demostrar preocupación, pero internamente está asustado, temía por la seguridad de ella. Por alguna razón quería llorar, después de todo es humano.
Connie se sentía un hongo, un parásito en la espalda de Jamie. Sí tan solo no hubiese nacido nada de esto estaría pasando.
—Perdón. —soltó con dolor la morena. Todo le dolía, seguramente en estos días en los que no ha estado en el circo, Steven fue a visitarla evitando los guardias solo por ella y no la encontró ahí.
Su dulce y tierno Steven no la vería, ella tal vez no lo volvería a ver nunca, su tierna sonrisa, su grasita de amor, todo de él. Y dolía como el maldito infierno. Solo desea desaparecer ahora. ¡Ya!
—Está bien Connie, vamos a estar bien. Tenemos que ser cautelosos. —Le soltó el cabello que lo tenía amarrado en una trenza, tapando mayormente su frente. —Así no te reconocerán. —acarició su mejilla.
—Pero... ¿Y tú?
—¿Es enserio? ¿Acaso no viste esos dibujos? Ni parezco yo, es horrible. —dijo divertido, eliminando un poco de tensión.
Connie soltó una pequeña risa.
—Así me gusta. —Argumentó.
Caminaron en busca de refugio y alimento, Jamie casi se daba por vencido pues sabía que el tiempo ya había pasado, el sol se asomaba con descaro, una planta de guayabas cerca de varias carpas en un terreno casi plano fue lo que Jamie logro distinguir.
Con velocidad cargó a Connie y tomaron varias de estas. Sentían la misma gloria, la saboreaban tan gustosamente al grado que creían estar en el cielo. Días sin probar bocado los tenían exhaustos.
—¿Lo disfrutan? —escucharon. Por simple inercia ambos asintieron con la cabeza. —Que bueno porque será su último desayuno. —Ambos dieron media vuelta para encontrarse con un par de siameses, eran iguales a las Topaces de su circo la cual servían a Aguamarina. Pero estas eran menos terroríficas, con complexión delgada y cabellera estilo militar. Tenían sus brazos cruzados mirándolos con seriedad.
—Rutilos. —escucharon otra voz, ésta era mucho más débil y tranquila. Connie y Jamie tenían planeado huir, este fue impedido por el amarre de las siameses.
—Estos chicos están robando nuestras provisiones. —dijeron al unísono. —¡Debemos hacerlos pagar Flourite!
—Tal vez, que tal si se lo dejamos a cargo de nuestra jefa. —le dijo una señora mayor. Sus ojos reflejaban experiencia. —¿Qué no los vistes? Tienen hambre.
—N-Nosotros nos vamos ya. —habló nervioso el chico.
—Callense. Bien. Que nuestra jefa se haga cargo. Me alegro que exactamente el día de hoy halla llegado de su viaje.
El corazón de ambos temblaban. ¿Qué tipo de jefe malvado se enfrentaran ahora? ¿Será como el señor Smile? Por el amor de dios, que alguien, quién sea, los ayude.
Fin del capítulo 23.
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I'M ALONE: La Pequeña Payasa #FanficAwards2017[Steven Universe] Stevonnie
Fanfiction"Nunca debí nacer, nunca debí existir, no tengo derecho a nada, y aún así respiro, ¿qué es amor? ¿Algo con lo que se puede comer? Tampoco lo sé, sin embargo, me he enamorado, algo prohibido para un ser corrupto como yo" ¿Libertad? ¿Qué es eso? Aquel...