I'M ALONE: La Pequeña Payasa #FanficAwards2017[Steven Universe] Stevonnie

Epílogo.

     No quería llorar, sin embargo las lágrimas la traicionaban, siempre había sido alguien sentimentalista. Le parecía un tanto ridículo pero tierno ver a Steven galopar un caballo totalmente fundado en blanco. Bajó del corcel y tomó a Connie de las manos mientras la miraba detalladamente en su vestido blanco sentada en una silla de ruedas.

—Tan hermosa. —afirmó el joven.

La ceremonia había sido lo típico, todos sus amigos como familiares le habían deseado lo mejor a la pareja, Jamie fue el que más lloró de alegría y amenazó de muerte a Steven si algo le llegase a pasar, ahora el acaramelado era el dueño del circo Smile, la reina sabía que si el circo cerrase varias personas se quedarían sin alimento y techo, por lo que él no negó aceptar el puesto. Su vida ahora sería algo divertida para todos.

Ambos sabían lo que esperaba al llegar a esa cabaña donde las luciérnagas serian la única luz en toda la velada.

     Él había esperado bastante tiempo en su opinión, tanto que llegó a creer que este día nunca lo verían sus ojos, ahora se encontraba justo enfrente de su amada y también esposa.

Con ropas de encaje adornando su dulce y virgen piel. Se veía tímida ante esas sabanas aterciopeladas, frágil, preciosa; ellos dos habían recorrido un camino demasiado difícil con complicaciones emocionales cada quien, pero en estos instantes se hallaban tan cerca que parecía irreal. Steven se sentía un completo estúpido e idiota, así cómo embobado por tal belleza, deseaba mezclar su aroma con el de ella, el cual es tan dulce y adictivo.

     Es su luna de miel, desean que sea perfecto, sin embargo no sabían como hacerlo, el joven de dieciocho años se acercó a Connie quien se encontraba sentada en la orilla la cama, siendo el que iba a dar la iniciativa tomó las manos de la muchacha en un intento de hacerla sentir segura.

—Amor, no tiene que ser ahora, podemos esperar. Hay tiempo de sobra. —le dijo Steven, entendía lo complicado que sería para Connie, apenas empezaba aceptarse a si misma, aún existían las inseguridades respecto a su persona pero poco a poco las aceptó dándose a conocer que ella no era un monstruo o criatura horrible, solo había tenido mala suerte. Con ayuda de muchas personas, avanzó como persona. Porque todas las personas tiene defectos, pero eso no significa que no puedan mejorar. Volverse fuerte con el paso del tiempo.

—No, quiero hacerlo, contigo. —formuló apenada la joven, sí, su corazón pedía internamente ser tocada por las manos de Steven. Esas las cuales reflejaban ser ásperas. Claro que no se lo diría al menos por ahora, se moriría de vergüenza y no quería hacer eso en plena luna, Connie era incapaz de quitar su mirar en los labios de su hombre, pues le sonreían con una dulzura y alegría, los ojos del joven destellaban solo de mirarla, ¿seguro qué no está soñando? Sé preguntó.

—Entonces daré inicio. —Steven besó con ternura la comisura de los labios de Connie, quien con torpeza le siguió el juego, el joven quería ser dulce y cuidadoso, ¿pero cómo? Había empezado a sujetarla de las muñecas y acorralarla en la cama, besándola con un poco más de intensidad, adentrándose en su cavidad bocal, Steven se retiró solo un momento para quitarse la estorbosa camisa de botones blanca, le había dado el tiempo a Connie para que se alistara y se pusiese cómoda, pero él solo se quitó el saco y los zapatos respectivos de su traje.

    Connie ardía en rostro, pues ante sus ojos se encontraba a medio desnudas su príncipe, con ojos llenos de deseo. Steven recorrió con las yemas de su manos los hombros y cuello de ella, sintiendo como estos reaccionaban a su tacto, besando con suavidad el espacio de uno de sus hombros y cuello, la piel caliente de Steven ponía nerviosa a Connie, tragó en seco al no saber que hacer, también quería aportar algo, prácticamente todo el trabajo se lo estaba dejando a Steven. Posó sus delicados dedos en el pecho tibio del chico y lo ínsito a besarla, Steven aceptó dichoso para luego mirarla con un carmín en su rostro. La correa donde suprimía los deseos salvajes empezaba a soltarse lenta y tortuosamente.