Una semana, solo bastó una semana para que notaran todos (bueno, la mayoría), el drástico cambio de actitud de Connie, se le notaba más energética, alegre, siempre y cuando una carta al final del show llegara. Algunos eso les beneficio, a otros les desagrado, pero que importaba, ¿cierto?
Es que es cierto, al menos eso piensa ella, valía dos kilos de mierda el mundo entero, siempre y cuando una carta de setenta u ochenta palabras llegara de quién sabe quién, porque aún nuestra querida Connie no sabía el nombre del desconocido que le hacía el día.
Aunque, él tampoco la conocía, así que estaban igual, tal vez, cabía la posibilidad de que a él le gustase, pero qué pasaría si se entera de su "condición".
Por ahora ella no quería pensar en eso, es molesto cuando le duele la cabeza y no puede controlar sus emociones.—¡¡A SUS LUGARES!! ¡EL SHOW VA A COMENZAR! —gritaba aquél gordo que se atiborraba de pastel la boca, un hombre desagradable que siempre se va los viernes en las noches a esos bares de mala muerte trayendo mujeres a su camerino donde se oían esos gritos, gemidos y saltos en su habitación, y adivinen qué día es hoy.
Connie terminaba de alistarse, en la cintura traía un tipo mantel enorme con el que compartía con otro compañero, así podía salir a escena con ayuda disimulando su nudillez, para la gran mayoría era molesto, pero le daban 10% más si la ayudaban.
—¿Lista? —cuestiona emocionado Jamie, hoy le tocaba salir a escena con ella, desde que la adolescencia hizo su trabajo como el aumento de altura y masa muscular, le pudo ayudar, no podía ser mas feliz en ese entonces.
—Enseguida salgo —.La morena terminó de hacer su coleta de caballo con un dulce listón color agua. —¿Cómo me veo, Jamie? —Pregunto sonriente dejando ver esos dulces hoyuelos que tanto le fascinan al acaramelado, donde pocas veces podía verlos ya que no siempre sonreía Connie al menos que esté trabajando.
—Preciosa. —dijo casi en un suspiro, tuvo la suerte de ver ese destello en sus ojos. —¿Vamos madame? —preguntó sonriente, dejando una abertura entre su brazo para que lo tomara la morena como si le estuviera pidiendo un vals.
—Seguro.
Los aplausos resonaron al ver llegar a todos lo payasos, como si hubiesen hechos uno para el otro Jamie hacía malabares con Connie.
—Lo haces bien. —comenta el castaño.
—Para ti Jamie, todo lo hago bien.
—Es que eres perfecta.
—Sólo tu crees eso. —Responde Connie lanzando una pelota desprevenidamente en la parte baja para que Jamie la devuelva de un pelotazo a su lugar, sorprendiendo así al público
—¡Oye no estaba preparado! —con el ceño fruncido pero con una sonrisa le reclama a la dulce payasita.
—Eso te pasa por hablador.
—¿Me estás retando? —le cuestionó el muchacho.
—¿Me estás retando? —
Connie imita los diálogos del chico con una voz chillona y burlesca.—No hagas eso.
—No hagas eso. —repitió Connie moviéndose graciosa.
—Connie. —Dice un poco amenazante el castaño levantando una ceja para que supiera que hablaba enserio.
—Connie. —repite chillona la morena, era una de las pocas personas con las que podía hablar tan natural, sin temer que pasara algo.
—No lo hagas.
—No lo hagas. —continuó Connie.
—Te vas arrepentir.
—Te vas arrepentir. —concluyó el chico.
Jamie se inclina un poco a la izquierda haciendo que casi se caiga Connie, antes de que eso sucediese, él la toma de la cintura quedando cara a cara, tan cerca que aspiran su propia respiración.
—¿Q-Qué haces?
—Te dije que te ibas arrepentir. —Contesta, poniéndola de nuevo en su lugar, los chiflidos por parte de el publico no se hicieron esperar, algunos gritaban que la besaran, era algo divertido ver a una pareja de payasos como se mimaban uno al otro. Ella esta avergonzada, la confianza que tienen como amigos es aprovechada por el acaramelado.
—Estás roja. —dice burlesco.
—¡Callate!
—Te lo mereces.
—Me las pagaras Jamie.
La función había terminado, Connie miraba un periódico de los últimos secuestros que han ocurrido.
—Ey Connie. —Llega el querido Jamie hacia ella, sacando algo de su bolsillo. —Toma.
La morena toma la carta, dejó soltar un gran suspiro, por un momento llegó a pensar que se le olvidó escribirle.
—¿Sabes de quién son?
Connie niega.
—¿y tú?
—Alguien encapuchado sólo se las da al primero que ve. —dice indiferente.
—Ya veo. —Jamie mira como la morena se entristece, le dolía no poder ayudarla en cargar todos sus lamentos, entonces se dio cuenta de algo, que al menos para él era terrible.
—¡No por favor Connie!
—¿Qué?
—¡Te estas enamorando de un tipo que ni siquiera conoces!
—¡Eso no es cierto!
—¡Sabes que eso sería desastroso para alguien como nosotros, no tenemos libertad, y lo sabes! ¡Sí salimos de aquí sabes que...
—¡¡YA LO SÉ!!, ya lo sé, lo sé.
Dejame sola, por favor.Esto no puede llegar más lejos , incluso no a ni iniciado, ni iniciará...
El acaramelado obedece, lo sabe, sabe perfectamente lo que sucedería. Pero sólo un poco, al menos imaginarlo sería hermoso. Ella sólo es un parásito que estorba en este mundo, que incluso deberían cobrarle el aire. Esas barreras y cercas imaginarias son imposibles de brincar, no solo eran vallas imaginarias, también eran físicas.
Abre la carta.28 de septiembre de 1782
Para: La hermosa payasita.
Buenas noches pequeña hermosura del mundo, me gustó como te recogiste el pelo, pero a mi gusto me pareces mas bella con el cabello suelto.
El día de hoy te noté sonreír más sinceramente, a caso será por ese chico de cabellos alborotadores, si no te molesta, quisiera saber quien es él ,sabes, la intriga me carcome día a día, quiero verte, te esperaré en los arbustos que se encuentran a lado de las carpas, si no apareces haré lo imposible para encontrarte.Atentamente: Pronto lo sabrás...
Inaceptable, o eso pensó Connie, por su bien, sólo está vez.
Tanta confianza y amabilidad se le hacia retorcida, o más bien ella no esta tan acostumbrada a eso. Sin darse cuenta se quedo dormida en aquel tronco.Un par de crujidos la alertan. ¿Se podía tener más mala suerte que ella?, correr sería lo primero que haría, por favor, eso es un lujo que no se puede dar.
—¡¡Te Encontré!! —alguien con capucha se acerca a ella, por la gravedad de su voz se puede saber que es un muchacho. —Me costo mucho encontrarte, tuve que despistar varias personas. Quería encontrarte en cuanto terminaras de leer la carta, pero me demoró unos cuantos minutos.
Connie no sabía como actuar, incluso empezó a temblar. La persona se acerca a ella tomando su mejilla.
—Lo sabía, tu piel es igual a la del chocolate.
—¿Q-Quién eres?
El chico se quita la capucha, su cabello alborotadores chinos se le hicieron encantadores por parte de la chica.
—Steven, llámame Steven.
Fin del capítulo 2.
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Editado el 4 de mayo de 2017.
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I'M ALONE: La Pequeña Payasa #FanficAwards2017[Steven Universe] Stevonnie
Fanfic"Nunca debí nacer, nunca debí existir, no tengo derecho a nada, y aún así respiro, ¿qué es amor? ¿Algo con lo que se puede comer? Tampoco lo sé, sin embargo, me he enamorado, algo prohibido para un ser corrupto como yo" ¿Libertad? ¿Qué es eso? Aquel...