Capítulo *17*

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Los mismos destellos..

Un cielo negro, que apoco tiempo cambia de color, el árbol que rechina como un grito, las polillas chocan contra el foco de la puerta principal. La luna blanca que sustituye al sol, estoy afuera de mi casa, tengo todo preparado, y decidí que es mejor esperar aquí afuera. El color blanco inunda el cielo, las nubes se vuelven notorias, y la sonata en mis audífonos hace de este día uno muy hermoso, lo fantástico es que la luz de la luna se esta marchando, y la aurora sale con calma. Camino y saco mi bicicleta, me subo y pedaleo, los árboles tiene ese verde deprimente de las mañanas, y el ambiente se siente frío, las pequeñas gotas en el pasto, el agua cristalina que corre suave por el torrente. Pedaleo hasta que llego en donde enterré el cachorro, me detengo por unos segundo, observo el rosáceo del cielo, y me sorprendo por algo, en la punta de aquel montón de tierra, crece un pequeño tallo, me bajo y lleno una botella que encuentro tirada, me acerco al tallo y dejo caer el agua a la base.

—No creía que renacerías en una planta. —Observo el tiempo y me apresuro a subir a mi bicicleta. —Espero que seas una hermosa flor o un fuerte clavel.

Pedaleo rápido, paso por la nueva casa pero no le pongo mucha importancia, y miro una chica llevando un recipiente, pero algo me dice que viene de ahí, paso rápido y solo volteo una vez. El gran mar celeste de arriba es iluminado por un encandilado sol, los pájaros que se posan en un árbol, las nubes desaparecen, se dirigen al sur. En un abrir de ojos estoy en las calles traseras del lugar, el lugar parece deshabitado de fantasmas, algunos niños corren de la mano junto a su hermano mayor. Tengo la sensación que mi conducta no está tan lúgubre, que sin duda hoy no estoy relativamente mal, y la abundancia de los colores pastel me llena las pupilas, ¿Por qué no estoy odiando la risa de los niños? Parece que esto es lo que llaman felicidad.

—¡Hay pero quien carajo me esta jodiendo! —Siento el golpe en mi cabeza, alguien me da una palmada y me saca los audífonos.

—¡Te vengo gritando desde tu casa!, solo ando en la calle gritando ¡Brandon¡ —Me queda mirando Gabino con si fuera un zopenco. —Déjame que recupere aire.

—Perdón, traía audífonos y no escuchaba nada, ya sabes que me encanta estar con el volumen alto. —Lo miro y me muero de risa. —Mejor no hubieras gritado, me hubieras alcanzado si no pasarás gritando mi nombre. —Me río con esa bromita.

—Como sea, perdón por no llegar a jugar, tenia cosas que hacer y mi mamá me traía de un lado a otro. —Me explica el porque no fue a jugar. —Me dijeron por ahí que estabas abrazado con una chica, lose mañoso. —No tengo idea de como se entero, pero creo que estoy algo sonrojado.

—Espera, ¿De donde sacas la información? —Lo interrogo.

—Sepa, de algún lugar debe de salir. —Pero no me dice nada que me importe.

Me doy cuenta que ya estamos en la casa blanca, esto pasa por no poner atención al camino ni al tiempo, nos bajamos y caminamos rápido para llegar a nuestro destino, Gabino saluda a unos amigos de la prepa, y por alguna extraña razón ellos me saludan.

—¿Quién es? —Le pregunta una de sus amigas.

—El es como mi hermanito. —Algo en mi mente estalla, se detona una bomba nuclear.

Gabino se despide de mi y se marcha con sus amigos. Unas palabras rondan mi cabeza, “Como su hermanito” toda mi idea de el cambio, ahora lo aprecio más. Mis pasos se vuelven tan suaves, me siento liviano, y el cielo se torno con algunas nubes de fuego, de color blancas pero de apariencias de llamas. Entro al salón con calma, dejo mi mochila en su lugar, salgo rápido sin perder el tiempo.

—Hola Erika. —La saludo antes, esta es la primera ves que lo hago.

—¡Hola! —Se acerca y nos damos aquellos besos de saludo. —¿Tengo frío, podrías abrazarme? —Me hace otro puchero muy lindo.

Me acerco a ella, siento que me late el corazón, ella se paro en una pequeña banqueta para poder igualar mi altura, sus ojos cafés que tienen esa hermosa forma que hipnotiza, me sonrojo un poco al ver que ella me mira igual. El calor de su cuerpo se transfiere a mi duro esqueleto, es tan suave, tanto que hace nacer una extraña sensación, todo el lugar tomó un color pastel muy bello.

—Hoy estas muy linda. —Maldición acaso he dicho eso, me queda mirando de forma simpática. —Perdón.

—Tu también estas algo lindo. —Me proyecta una sonrisa en mi rostro, nos reímos, y el abrazo se hace más cálido.

—Basta parejita tonta. —Amor interfiere y corta todo de un tajo.

Los dos decimos al mismo tiempo que no somos pareja, ni nada por el estilo. Todos los alumnos comienzan a llegar, Priscila y Amor están atrás de nosotros, Erika me suelta y corre por ellas, me quedo con las manos en los bolsillos. Tocan y entramos a nuestros salones, las horas pasan hasta la segunda, en esta hora nos toca danza, el profesor nos indico las cosas que haremos, un baile, por lo general no soy muy bueno en danza pero al menos me mantengo a un buen nivel o al menos eso creo. En un la práctica algo me preocupa, que Erika me mire, por lo que he escuchado ella es buena.

—Hola Brandon. —La voz suave de alguien me desconcentra y doy un paso mal, si es Erika. —Parece que no eres muy bueno. —Se ríe despacio.

—Ya lose, no nací para esto. —Me río un poco para ocultar mi vergüenza, aquello me esta matando.

—Bueno nos vemos. —El alivio llego a mi, poder mirar que Erika se va, es lo mejor.

Terminamos con danza, el profesor no me regaño después de todo, paso la ultima hora que es de historia, el timbre sonó y todos salieron corriendo, Amor y Priscila fueron las primeras en salir, ellas tienen un partido de fútbol y salieron antes para calentar. Salgo del salón, pero no encuentro a Erika por ningún lado, camino lento dejando la plaza y las personas hasta adentrarme en los primeros grados. Me ciento en el puente y miro el sol colarse por las ramas, hasta que dos manos cubren mis ojos.

—¿Quién soy? —Me pregunta una voz.

—¿Acaso crees que tengo muchos amigos? A menos que seas un secuestrador, pues diría que eres Erika. —Le respondo y me suelta, la luz entra de nuevo por mi pupila y volteo para verla.

—Así no se vale, creo que no con lo que me preguntaste. —Responde acertadamente, y se sienta a la derecha de mi. —¿Qué haces?

—Espero el fin del universo ¿Qué no vez? —Me río un poco.

—Entonces voy a esperarlo contigo. —Me sonríe y pone sus manos en sus rodillas. —¿O te molesta?

—Claro que no. —Me acuesto en el puente, y quedo mirando el cielo. —¿Lo miras Erika? —Siento como el pecho bombea sangre tan rápido, y ella se acuesta al igual que yo.

—¿Qué quieres que vea? —Me pregunta mientras me mira, y señalo hacia arriba, en los árboles, en las hojas y en las nubes.

—Mi dedo, es mentira, todo eso, ¿Miras los mismos colores que yo? —Me volteo para verla, sus ojos me miran, y una sonrisa que forma pequeños huecos en sus cachetes. —No crees que es hermoso, en principal aquellas cosas que son tan simples, pero hacen de vivir algo genial. —Hablo como todo un vividor, como aquellos que jamás han sufrido.

—Claro, soy espectaculares. —Me volteo a la derecha y como instinto acerco mi mano al rostro de Erika, lo toco con mis dedos y acaricio sus mejillas, ella agarra suavemente mi mano y la aprieta suave contra su cachete.

—Son muy suaves tus mejillas. —Le doy un cumplido, me siento extraño por ello.

—Y tus manos igual. —Acaricia mis dedos y una sonrisa se ve en los dos.

Nos despegamos, limpiamos la espalda del otro para no tener hojas, el timbre suena y caminamos de manera lenta, platicamos un poco en el camino, y al final nos damos otro abrazo, es hermoso, sus abrazos son magníficos.

—Brandon tus abrazos son muy cálidos. —Algo en mi estallo, esto no es una bomba, es mi corazón………

El chico de los Audífonos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora