Capítulo *26*

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Llantos carmesí..

El rico aroma a lluvia de dolor, me parece tan distante ahora que soy feliz, o más bien que lo era, son aproximadamente las seis de la tarde, y el crepúsculo esta dando su espectáculo, pero como mi condena habitual sólo me deja ver al amanecer, me resigno, ahora es tiempo de ponerse los audífonos. En ese momento sentía borbotear la sangre desde mi ojo, por alguna razón no pude ver más allá del doctor, estaba confundido de que era lo que sucedía, no pude parar el sangrado por un tiempo y tuve que ir a la dirección con la excusa de haberme lastimado con una rama, me vendaron el rostro y pusieron un algodón en mi ojo por si el sangrado volvía. El álbum me volvió a dar una nota, en esta decía que el uso prolongado de las canciones podría afectar a mi cuerpo. Aún así tengo que intentarlo una vez más.

La oscuridad empieza a inundar mi habitación, puedo decir que el festín a terminado, cierro la ventana y me dejo en un lugar que se hace mas temible a cada segundo, me pongo mis audífonos, el silencio total se interrumpe por mi respiración. La pista infinita empieza a sonar, se escuchan la carne ser masticada, y de poco en poco me desprendo de mi cuerpo, mis ojos se vuelven blancos y una perfecta inmovilidad me sostiene. Ya estoy en ojos de otro, puedo verla, pero el dolor en mi cuerpo es más grande, no por el hecho de la música sino por verla en ese estado. Sus ojos casi no tienen luz, su rostro pálido y el rápido deterioro. Miro pasar enfermeras con jeringas, las voces hablaban de un problema del riñón, entre platicas sale un doctor al pasillo.

—¿Los padres de Erika? —Sus padres se acercan preguntando la gravedad de su hija. —Los problemas han aumentado, no tendrá muchos días de vida.

Todo se destruye, los padres lloran desconsolados por no poder hacer nada, y yo grito, lloro por ni siquiera poder tocarla. Solo puedo ser un ente, sin nada que poder hacer, solo puedo derramar mi llanto, un llanto cristalino, no puedo aceptar esta realidad.

—¿Por qué lloras? —Erika voltea a verme. —No se que eres, pero puedo sentirte llorar. —El corazón se me rompe. —Creo saber quien eres, o al menos espero que seas Brandon. —Erika extiende su mano. —Si lo eres toca el centro de mi mano con uno de tus dedos. —Mis lágrimas cesaron, no podía esperar a tocarla, pero antes de poder algo me detuvo.

—¿Estás satisfecho? —Me pregunta una voz, mientras Erika se desmaya y empuña la mano. —Escuchaste lo que querías ¿verdad? —La misma voz suena que me susurra.

—¿Quién eres? —Pregunto sin poder hablar, solo con el pensamiento, todo esto me tiene confundido, pero aún no me termina de acabar. —¿Cómo puedo escuchar tu voz?

—Soy el álbum, soy el que te dio la oportunidad de matar a esos trabajadores, pero no elegiste esa opción y me puedes escuchar porque escuchas mi música. —¿Matar? Los recuerdos vuelven y una antigua voz llega. —Le crauce, ahora te acuerdas.

—Si tu eres el Álbum, ¿Qué quieres? —Pregunto de manera atrevida y a la ves molesto.

—¿Hasta donde llegarías por amor? —Su pregunta deja muchas cosas en claro. —Si pudieras salvarla a un costo igual, ¿lo harías?

—¿Un costo igual? —Algo malo sucederá, esto no es puritano.

—Si, alguien por alguien. —La voz se hizo con la canción. —Si quieres te dejaré pensarlo, aunque no tienes mucho tiempo con la gravedad de esa chica. —La voz se fue sin que pudiera responder.

¿Cómo es posible todo ésto? Las cosas que sucedían y esa voz. El doctor va de un lado para otro, y las enfermeras le aplican varias inyecciones, pero aún con todas estas personas, el olor a muerte es muy fuerte, no tengo otra opción, pero si acepto podré salvar su vida o al menos eso me dice la pregunta. El lugar blanco y con un olor de limpieza, las luces y la ropa de las enfermeras, nunca pensé que todo eso llegaría a odiarlo. Erika despierta suavemente, débil y con un rostro triste, apuñalado por la decepción.

                     —Erika—
No puedo creer que haya sufrido una recaída tan dura, en especial este día, quería estar con el, pero ahora tendré que estar en el hospital, esperaba poder besarlo, era momento de dar el siguiente paso, pero tengo que guardar reposo por otra semana en el hospital. Mi familia me sonríe desde afuera, piden permiso para entrar, mi padre y mi madre, juntos tan felices, eso me agrada mucho, pero no puedo abrazarlos, casi no tengo fuerza para hacerlo, es bueno que no fui a la secundaria, talvez Brandon se hubiera enterado que estoy en etapas terminales de problemas con mi cuerpo. Pero al menos esperaba despedirme.

                  —Brandon
No puedo dejar de escuchar sus palabras y el alma negra que tenía se rompe en varios pedazos. Lo más doloroso de todo es que puede estar tranquila, no tenía idea de que estuviera en etapas terminales, sin un permiso mis lágrimas caen. pero como todos al final ella  sucumbe al llanto de sus ojos, y formamos un dueto en lagrimas, y guarda en sus ojos ese miedo, aún no se quiere ir, quiere ser feliz, pero en el fondo sabe que no puede ser así, y tiene frío por irse sola, por no poder tener un acompañante, sus lágrimas caen sobre sus manos, y las mías en mis palmas, el silencio por el corredor se esparce, todos hacen un silencio sepulcral, no pueden hacer nada para detenerlo; tengo que hacerlo, no hay de otra. “Llegaría hasta sacrificar”.

—Entonces lo has decidido. —La misma voz rencarna en las paredes. —¿Estas listo? —Algo en mi dice que no, pero no puedo dejarla morir, tengo que salvarla.

—Estoy listo, ¿Qué tengo que hacer? —Todo mi cuerpo está en desacuerdo, pero no puedo retirar mis palabras.

—Has alargado demasiado tu tiempo, y si esto sigue La pista infinita te dañará aún más. —Recuerdo que tengo más de seis horas en este lugar y no he tomado descanso de la canción. —Para que no mueras por tu idiotez, le cambiaremos a Pista de dolor, descuida sólo aumentará tu sufrimiento pero no morirás. —Algo me dice que la ultima palabra no es nada buena, pero es mucho mejor que morir.

—¿Y cual será el precio a pagar por salvar su vida? —Las voces nacen de mis manos, casi como una señal, y lenguas sobre salen de mis dedos.

—Otra vida, solo que esta yo la elegiré. —Todo está mal, esta platica y más los sacrificios, esta mañana no pensé que en la tarde estaría sacrificando una vida. —Ahora escucharemos la cuarta pista; La pista de vida, lo único que tienes que hacer es acercarte a ella y abrir la boca, yo me encargaré del resto.

—¿Qué es lo que pasará? —Pregunto por la duda.

—Exactamente esto es está prohibido. —El pensamiento molesto de alerta esta activo.

No dije nada, mi ojo izquierdo empieza a sentir los efectos, los dolores agudos llegaron. El dolor aumento en mi cuerpo, siento la presión que me sostiene en el fondo del mar, pero el dolor se relaja con la llegada de otra, voces angelicales cantando en un idioma que no conozco, es el momento para actuar, me acerco a la cama de Erika y abro mi boca cerca de su oído, siento como la música sale de mi boca y llega hasta los oídos de ella, a la música se le unen hombres con cánticos más tristes, y la canción termina sin ninguna palabra más, ahora entro en el camino de sacrificar, al parecer todo termina y debo prepararme para las consecuencias.

—Descuida Erika se pondrá mejor, sanara por completo, podrás verla en un mes, pero no uses las pistas para volver a verla, o morirás. —Todo quedo en claro, no eran habilidades sino espadas de doble filo, y me reconforta saber que ella ya no corre peligro.

El dolor comienza aún más fuerte, y de golpe regreso a mi cuarto, el lugar está oscuro y en la puerta hoy un hombre, que apenas se distingue por la oscuridad, se abre un sonrisa blanca en su rostro negro, y a manera que avanza la canción el dolor se incrementa, mi cuerpo inmóvil mirando a la ventana oscura. Llega un momento, en el cual el algodón empieza a tener pigmentos rojos, y de el borbotea ese mismo líquido, cae por mi rostro y una canción nueva vuelve a sonar, la sangre cae hasta mi escritorio y de ahí hasta el mosaico, formando una cascada de sangre.

—Esta es la tercera pista; Pista de muerte, ahora tienes una idea de a quien elegí para llevarme…

El chico de los Audífonos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora