Amores fallecidos..
¿Silencio? Me pregunto, y trato de encontrar lo que es y como se forma, pero eso es lo único que escucho. Aun no hay viento y parece que los grillos se fueron ha dormir, he tenido insomnio, no he podido dormir. El sonido empieza, el viento como susurrando sopla entre mis ventanas, pasando en mi cuarto y besándome en los labios. Miro por la poca claridad, varias sombras, cambiando de lado a cada poco. Muevo las piernas como un paralítico, apenas con fuerza, truena cada parte de mis huesos y el resorte de la cama chilla haciendo sonidos perturbadores. Estoy sentado mirando mi uniforme o lo que se puede apreciar de el. Doy un paso firme con el pie izquierdo y otro con el derecho, uno más débil. En el espejo miro una cara, con ojeras que están creciendo. Me cambio rápido y camino a la cocina a desayunar, vuelvo a mi cuarto con un disgusto normal por mi desayuno, agarro mi mochila y mis audífonos. Salgo con cautela mientras cierro la puerta, agarro mi bicicleta, pongo una canción de piano de esas que traen tristeza y amor. Comienzo ha pedalear con lentitud en la voraz oscuridad.
Miro las ventanas de mi casa, no hay nadie que se pueda despedir de mi. El camino esta muy oscuro, tanto que apenas puedo ver. Miro sombras y espero no chocar con una de ellas. El frío no se hace esperar, entra en las mangas de mi playera tocando mis hombros y rodeando mi cuerpo, un cálido y duro abrazo del menosprecio. Paso por árboles grandes, grandes sombras con movimiento, miro los pájaros negros salir asustados como si ellos reprocharan mi compañía. Mi pierna sube y baja al tiempo que la otra, con cada movimiento se doblegan diciendo no podemos más. Bajo aún más la velocidad, y el sol por ese lugar comienza a salir como todos los días. La luna esta aún en su costado, no muy lejos de el. Llego con lentitud ha donde las casas se rebosan de humanidad. Donde vivo es igual, muy pocas cosas cambian, pero casi no salgo de casa y si lo hago sólo es para ir con mi hermano. Paso por el parque, miro ha algunas parejas besándose o abrazándose. Me provoca envidia y molestia al mismo tiempo, pero es mejor tragar fuerte y dejarlo pasar. El camino se acorta cada tramo, el tiempo igual. Llego ha esa casa donde dejo mi bicicleta, paro con un pie y lento me bajo. Miro la llanta porqué sentí algo inusual en ella. Mi preocupación se disminuye cuando miro que todo esta normal. Salgo caminando con un poco de calor, pero el frío rápidamente mata toda aquella esperanza.
Cambio de canción ha una más triste. Doy pasos acelerados, esa calle tal vez este maldita o soy yo el que esta maldito. Los pasos son rápidos, la gente aún no está, no escucho risas ni burlas ni nada parecido. No hay nadie, es extraño. Saco con mucho cuidado mi celular, oprimo el botón para encenderlo, miro la hora y con algo de asombro digo entre mis pensamientos, seis con treinta.
Es la hora habitual, pero ¿Por qué no hay nadie? La puerta principal esta cerrada, así que me siento a esperar una próxima llegada o algún motivo. Pocos minutos después la gente empieza a llegar. Miro muchas más parejas, dándose cariño y amor. Las nubes cubren el cielo dejando todo de un color blanco. Me gustaría que llueva, para poder dejar de ver a esas personas insensatas. El gris de su forma y lo negro de su sonrisa. Escucho las voces que empiezan hablar, crítica tras crítica, como si aquello fuese una invocación. El portero llega cuando más lo necesito, abre la puerta y entro rápido, dejando las burlas detrás. Llego a mi salón, soy el primero en entrar, camino hasta mi lugar y dejo la mochila ha mis pies. De poco en poco llegaron todos y la hora iba caminando, tras los primeros minutos, me quito los audífonos para no ser regañado. Llegaron los profesores, nos impartieron las clases normales y a la tercera hora salimos al receso, nada distinto.
Salgo con lentitud, miro entre las personas que pasan, con discreción me adentro en la multitud, pasando entre la cancha, hasta llegar a los primeros grados. El camino esta un poco baldío porque todos han ido ha comprar su almuerzo. Camino hasta poder llegar al costado del puente. Siento la necesidad de algo, pero no se que es. Miro la tierra negra con leves pedazos de color gris. Me pongo los audífonos y encuentro una canción que no reconozco o que no me acuerdo de cual es, en cuanto toque la pantalla para que reprodujera la canción, el estruendo de los recuerdos volvió. Cierro los ojos y me tiendo atrás con calma, ¿Amor, qué es? Haciendo la misma pregunta una y otra ves durante minutos. Resulta que ese algo que necesito, es amor.
Recuerdo de que jamás he tenido amor, que siempre es tristeza y soledad. Abro mis ojos el cielo de color blanco con fondos negros, el viento aturdiendo mis pensamientos, y ese lúgubre silencio.
Miro mi celular, la hora de entrar es próxima. Me levanto apoyándome en la mano derecha, me sacudo la espalda, las pantorrillas y las manos. Camino con la esperanza de no ser notado. Creo estar tan sólo casi todos los años, estos días son el comienzo, pero en otros años he estado peor. Es tanta la decepción que ya me estoy acostumbrando ha estar sólo, a no tener amor y no tener a nadie. Llego ha mi salón agarro mi lápiz y en otras cuantas horas seguí escribiendo todo lo que se me indicó. Al cabo de unos ratos, la hora de salir casi estaba tocable. Salgo de mi salón con lentitud por meter mis libros en mi casillero, los alumnos y profesores se marchan campantes de alegría. La tristeza con cada paso, más me seducía, no se puede ser más descarada que ella.
Llego ha la calle, paso algo molesto, por todas las parejas, las burlas y las risas. Me atrevo ha mirar ha una pareja, solo masa gris y ojos blancos, nada apetitoso. Las burlas me han regresado, siento que el suelo quiere devorarme. Con las piernas casi muertas de miedo por ello, logro llegar a la casa. Me agarro de un árbol ya que siento que el corazón me va ha estallar.
Agarro mi bicicleta, la saco por la izquierda como usualmente lo hago, acomodo mi mochila, paso primero mi pie derecho y pongo el mismo pie en el pedal. Con lentitud emprendo el viaje al parque, miro algunas personas pasar y en los cruces freno para no estamparme con algún carro o contra otra persona. Llego lento y miro la banca, al frente de ella hay una pareja. Camino hasta ella y dejo mi bicicleta al costado, no le pongo mucha importancia ha la pareja. Saco una libreta y un lápiz, he intento dibujar, pero los cariños que esa pareja se da, no me deja concéntrame. Pienso otra vez en el amor, me siento así por alguna razón. Creo que soy envidioso por no poder amar, miro mi dibujo y me doy cuenta de que empecé a dibujar a aquella pareja. Creo que se sintieron raros y aquella pareja se levanta y caminan muy lejos. Ya no puedo dibujarlos.
—¿Dónde estás amor? Creo que te necesito. —Una súplica, necesito un poco de eso, eso que todo el mundo tiene. —¿O es que no hay para mi?...
![](https://img.wattpad.com/cover/72184767-288-k24368.jpg)
ESTÁS LEYENDO
El chico de los Audífonos
Romance-¿Acaso no puedo desear ser feliz sin pagar algo a cambio? Se que estoy maldito, que algo no cuadra en mi, ¿Qué es ello que me ha hecho sufrir?