¿Qué es esto?..
¿Hay alguna buena razón para tenerle más cariño a una persona? ¿Acaso es necesario? Me pregunto unos segundos. Saco mi bicicleta, me subo en ella y pedaleo, el cielo es de un color azul oscuro, y no se distingue ninguna nube, el pasto esta mojado con el rocío y algún gato que pasa corriendo por el camino. Los días se han vuelto muy lentos, parece que los segundos tardan más, mis pensamientos nocturnos ya tienen nombre, su sonrisa pintoresca me alegra cuando la pienso.
Conocerme al cien por ciento, vaya mentira, pero a decir verdad creo que es cierto, todas aquellas personas que conocí siempre se guiaron por mi fachada, solo mis tres amigos conocen el treinta de mi. Los olores fétidos del ambiente entran por mis fosas nasales, algo que es imposible ya que no tengo olfato desde hace mucho, el sonido de la mórbida canción me acompaña, este día quiero modificar mi pensamiento, quiero ver otras cosas. Desde que logre obtener un reproductor, apareció, un álbum de nombre extraño con una canción, pero su nombre pista infinita es suficiente para dejarme con pesadillas. La primera vez que la escuché sentí como algo me devoraba el cerebro y se llevaba mi racionalidad, la canción empieza como algo masticando huesos y cartílago, le sigue unas voces que solo pronuncian “Aquí estoy” ese día logre ver cosas extrañas, sombras que caminaban, rostros de bebés, y lo peor que algo crecía en mi, como una planta de espinas roja, con ojos en sus hojas. Muchas veces he pensado que solo fue un sueño, pero la canción pista infinita sigue ahí. El lugar se alumbra con facilidad, todo se reconoce.
—¿Alguien quiere que escuche esto? —Hago una pregunta al vacío.
La esencia de esa canción me deja, al reproducir la pista cero cero uno, la hermosa sintonía, entonces el cien por ciento aparece sin igual frente a mi. Pedaleo hasta llegar a las casas, de ahí paso por el parque, sostengo un saludo algo corto con un anciano que pasa por mi costado. El frío hace de las suyas, como es de costumbre se cuela entre mi cuerpo, matando de tajo todo el calor, los perros me miran sentados en las veredas, algunos con cadenas y otros tirados en el suelo, las personas me saludan y yo a ellas. ¿Se puede cambiar tan drásticamente? Me acerco a la casa blanca, me detengo y me bajo, agarro mi mochila con fuerza ya que ayer dejaron muchas tareas. El silencio de afuera es impresionante, tanto que parece algo sobrenatural, camino hacia la calle, la miro y me quito los audífonos.
—Brandon. —Me grita una persona desde atrás, volteo para mirar, Bryan y Jared.
—Que hay. —Los saludo, por lo general nos hablamos poco dentro del salón de clases.Se ponen a hablar sobre los juegos, Jared se pelea con Bryan por decir que el es mejor y el otro le contesta que murió incontables veces y lo peor es que le quitaron la cabeza con un francotirador, me preguntan si se jugar tal juego, les respondo con un si, pero que tan solo un poco, que deje de jugar hace unos meses, entramos al instituto, casi que se peleaban por ver quien es el mejor, se retan muchas veces y cuentan como van a ejecutar al otro, solo me causa risa verlos. Entramos al salón, Jared es el segundo el la fila, yo soy el tercero, así que no me queda nada lejos.
Las horas pasaron y no mire a Erika, el mundo conspiro para que no la viera, nueve con treinta, tocaron y la mayoría salió.
—¿Qué estás esperando? Erika esta haya afuera. —Me dice amor y salgo corriendo.
Camino lento, me detengo y pienso en donde puede estar, observo los lugares, camino al arroyo pero no esta, la encuentro sentada en la cancha de basquetbol, camino hacia ella algo enojado, me detengo, ella mira a la prepa, ¿Qué es lo que mira? Me acerco lentamente y ella no nota mi presencia.
—Hola niña pérdida. —La saludo y de inmediato voltea a verme, su sonrisa se forma, creando en mi una felicidad.
—Hola. —Se acerca a mi y me da un beso en mi rostro y yo igual, se aleja un poco.
—Te faltó algo. —Me mira indiferente, extraña, su sensación no es la misma. —Y el abrazo. —Me acerco a ella, y extiendo mis brazos, ella me abraza con ternura pero a la vez con inseguridad.
—Gracias. —Es la primera vez que alguien me da un gracias por un abrazo. —Ahora quiero conocerte más.
—¿En serio? —Ella asiente con la cabeza. —Déjame ver, que es lo que podrías conocer de mi… —Pienso y doy muchas vueltas. —Me encantan los pequeños detalles.
—Eso es más que evidente. —Me dice con una sonrisa.
—Esta bien, soy muy vengativo, amo la venganza. —Me mira sorprendida.—Sabes que es mala la venganza. —Me lo dice como queriendo cambiar mi forma de pensar.
—Lo sé, también odio a las mujeres que se maquillan. —La miro con los ojos entrecerrados.
—¿Qué? ¿Por que me miras así? —Miro su cara en busca de algún maquillaje. —¿Por qué no las odias. —Me pregunta y levanto la vista.
—Creo que las mujeres son perfectas, y no tienen porque ponerse capas de mentira enzima. —Le digo mientras juego con mis manos. —Sabes. —Me acerco a ella, levanto su cabello y le digo al oído. —Si te miro con maquillaje te dejare de hablar. —Rápidamente me mira.
—Que lindo. —Sus ojos de color cafés se convierten en presionas perlas. —Entonces puedo usar en un día de celebración un poco ¿verdad? —Me mira.
—No, te volverás más vieja más pronto, nadie quiere a una mujer joven con la cara de una anciana. —Me mira y me golpea en un brazo.
—Que malo. —Me mira y yo a ella.
—No quiero que te pongas viejita antes de tiempo. —Le aprieto los cachetes y la sonrojo y a mi también. —Vamos a la tienda, te compro un chocolate.
—¿Si yo te hiciera daño, te vengarías de mi? —Observo el camino y los recuerdos de traición regresan.
—Odio la traición, es lo peor mucho peor que la venganza. —Mis ojos se ensombrecen y mi voz se hace más gruesa. —Te regresaría el daño de cualquier modo.
—Entonces no habrá razón para que te lastime. —Erika toca puntos clave, como si no pudiera detenerla.
Caminamos, Erika me hace de sus molestias, me dice que la espere, y yo le contesto que se apure, agarra mi mano y le digo que parece como mi hermanita, caminamos hasta llegar a la tienda, le compro algunos chocolates, y ella destapa uno, me acerco a ella sin que me note y le doy una mordida, después me recrimina que me devoré su chocolate, y me río aparentando no haberlo hecho.—Descuida, ten del mío. —Le doy un poco de mi chocolate, y me agradece con un abrazo, algo dentro de mi se colapsa, y por error suelto uno de mis dulces, ¿Qué me esta pasando?
—Adiós Brandon. —Suena el timbre, y ella se despide, pero antes me da un beso en el rostro, pero al verla ir algo me pellizca, una sensación extraña.
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El chico de los Audífonos
Romansa-¿Acaso no puedo desear ser feliz sin pagar algo a cambio? Se que estoy maldito, que algo no cuadra en mi, ¿Qué es ello que me ha hecho sufrir?