Besos pálidos..
Un cuarto oscuro, con las cortinas extendidas, una cama con un cuerpo acostado, y otro mirándolo, parece que los miro desde un ropero he intento asomarme para lograr verlos mejor, mi cuerpo pálido y desmayado con los dedos fuera de la cama, mis ojos quedan extrañados lo que miró es una marioneta, vieja y con largas grietas alrededor de sus mejillas. Una sombra deforme, grande y misteriosa comienza ha reír, saca una estaca enorme y con un mazo, con angustia miro que coloca la punta en mi pecho, en el centro de todo, comienza ha reír ha grandes carcajadas, voltea ha mirarme, con aquella mirada de azote.
-¿No harás nada niño cobarde?- Me pregunta con una voz irreconocible.- Entonces comenzaré.- Dijo aquella cosa sin forma humana, tan solo una sonrisa blanca.
Intentó moverme pero es inútil, como si las sombras me amarraran, un golpe se escucha, el metal contra metal, y esa sensación de atravesar piel, un golpe en mi pecho que me hace caer, otro golpe, ha más carne destrozar, golpes y golpes hasta casi atravesar. Intentó gritar pero no escucho ni mi voz, muevo las manos desesperado, la sombra levanta el mazo ha más no poder, lo retiene y sonríe, cae con toda la intensidad y atraviesa mi cuerpo de marioneta, tanta es la fuerza que rompe el mosaico del suelo y deja una grieta enorme.
Despierto estupefacto rompiendo aquel silencio que se duerme en mi hogar, reviso mi pecho buscando aquella estaca, miro que tan sólo fue un sueño, que mi cuerpo esta intacto y tiro mi cabeza ha la almohada, pero mi paz dura un recíproco tiempo, comienzo ha llorar por ese recuerdo nada lejano, colocó mi brazo en mis ojos para no derramar las lágrimas. Me levanto sin ganas, quiero dormir un poco más aunque tenga que tener esas pesadillas, prefiero esa farsa ha esta realidad, camino hasta mi escritorio para abrir la ventana, un aire fresco se siente, volteo ha mirarme en el espejo, mi cara con ojeras y algo rígida por toda la sal de esas molestas lágrimas, caigo más de una vez, como si mis huesos perdieran fuerza, el oscuro pasillo se torna de aquellos amarres de ese sueño, casi sujetándome con míseras fuerzas, llego ha la cocina casi arrastrándome, puedo sentir lo frío del mosaico junto con el poco polvo que el viento adentra ha los cuartos, y tocó lo áspero de la pared, como si todos aquellos lugares y el tacto se agudizaran y sintieran hasta el mínimo detalle. Los trastos sucios y una mesa desordenada, me preparó un desayuno, lo típico sin sabor y nada de especial, lo termino de unos cuantos tragos y camino ha mi cuarto, las ganas de vomitar regresan una y otra vez, me quito la ropa y me pongo el uniforme. Esta temporada es de lluvia, las gotas comienzan ha caer sin mucho aviso, los cielos se llenan de nubes grises, todo se pone opaco y sus colores desaparecen, las gotas como tinta, que escriben la mundana existencia de una persona como yo. La aurora sale como un rayo de luz blanco, sin gracia y con esa simplicidad de siempre, desaparece sin mas, el día de un color gris con lluvia intensa, camino hasta el cuarto de mi padre.
-¿Me podrías llevar? Se me hizo tarde.- Digo de una manera normal pero con preocupación.
-Esta bien, ya estas listo.- Me dice mi padre mientas se levanta.
-Si, ya estoy listo.- Le digo ha mi padre mientras se acerca, levanta una mano con la intención de abofetearme, siento en imaginación el golpe, pero solo pone su mano en mi hombro y me sonríe, como diciendo "no te preocupes".
Se alistó y comió un poco, al momento de acabar, camina y saca la motocicleta, la prende y me subo ha ella, me colocó los audífonos en mis oídos y pongo una canción de lamento, para odiarme aún más. Todo fue una excusa para no pasar por ese camino de piedras y por esos árboles de enredaderas viejas. El cielo se torno de un color monótono que muy pocas veces observó, más gris de lo usual, parece que cada punta me sigue, apunta ha mi miseria, las personas pasan y ha diferencia de mi, mi padre saluda ha todos, yo solo les miro pasar, las gotas caen como ráfagas ante nuestros pechos y rostros, el dios de la lluvia se ha enfurecido, su víctima por siempre seré, no puedo evitarlo. Los árboles parecían correr, escapando de mi atroz coraza de tristeza y las flores marchitas llenas de odio y melancolía, los lamentos del pasto son muy notorios, me inyectan con esa sinfónica rabia y sed de amor, las piedras me miran con temor, el miedo carcome su núcleo. No hay nada especial, sin tanto ya había recorrido más de la mitad, la música hace que me entre esos escalofríos, horribles y como recordatorios de mi desgracia, algunas gotas de sal se mezclan con la lluvia, y se pierden por la rapidez entre piedras y pasto. El tiempo me hace una faena, ruda y con un descaro notorio, estos son momentos pesimistas, no hay ningún segundo por el cual alegrarse, los vientos desordenan mi cabello y lo vuelve algo quebradizo, las gotas mojan mi ropa haciendo que se pegue ha mi piel, los árboles parecen apuntarme sin pensarlo dos veces, sus látigos opresores, desgarran mi piel y colocan un sello miope, el cual no puede ver más que mi ridícula fachada, los canales parecen llenarse de barro, el sol sería mi peor enemigo en estos momentos. No se pero parece que yo soy el asesino.
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El chico de los Audífonos
Romansa-¿Acaso no puedo desear ser feliz sin pagar algo a cambio? Se que estoy maldito, que algo no cuadra en mi, ¿Qué es ello que me ha hecho sufrir?