Capítulo *9*

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Tiempo juntos..

El sonido de perros ladrando fuera de mi ventana, hace que me hastié con la mañana, el cielo negro sin nubes ni estrellas, me encuentro sentado en una silla, con los brazos tumbados ha mi escritorio, los perros se van en pocos minutos, el lugar como un bosque con sonidos de ramitas romperse, vientos murmurantes, sombras que parecen cobrar vida y un cuerpo observando todo ha lo lejos. Las nubes cubren el cielo negro, pongo mis manos en mi escritorio y asomo la cabeza por la ventana, un aire fresco y lleno de vida, acarició los pétalos de las rosas, que mi madre colocó hace tiempo, de color rojo con espinas por doquier, si las agarro del tallo es posible que me pinche un dedo. En el cielo con destellos de relámpagos anunciando la llegada de una mujer muy querida y ha la ves odiada, es por eso que me gusta esta estación del año. Camino hasta mi ropero y sacó la ropa de deporte, me cambio, agarro calcetines del mismo color, amarró mis agujetas y me paro para caminar ha la cocina, llego y preparó mi desayuno, agarro un poco comida de la cena de anoche y la pongo en un plato con tapadera, tomó un plato desechable, voy caminando ha mi cuarto, agarro mi mochila y meto la comida. Me acomodo la mochila, agarro mis audífonos y salgo de mi casa con cuidado de no tropezar, cierro la puerta con calma, agarro mi bicicleta y la saco, me pongo los audífonos. Las simples y hermosas gotas destilan belleza con su paso, un lugar cambiante con su llegada, un piano comienza ha tocar, lento pero con sonidos muy lindos, pedaleo en la densa y profunda oscuridad.

Las piedras son lavadas por el agua, los baches se llenan como pequeños lagos, las pequeñas luces de las casas que apenas se notan, patos que protejan ha sus crías, pájaros en árboles juntos en un nido. La lluvia empapa mi cabello, moja mis manos y acaricia mi rostro, el sonido fúnebre que se extirpan de mis audífonos, hacen en momentos simples ha inolvidables. El viento lleva ha las nubes ha otro lugar, el clima se calma y empiezo ha buscar, observó entre los montes, miro los lugares más oscuros, pero no encuentro nada mas que un vacío profundo. Me bajo frente ha un árbol grande, un roble o posiblemente un cedro, camino hasta su tronco y me siento, me quito los audífonos, escucho caer gotas, pájaros salir de los nidos y el viento chocando contra las copas de los árboles, miro caer hoja tras hoja, hasta que escucho un ladrido, suave y ahogado en miedo.

-No te preocupes soy yo.- Le digo al cachorro que me observa en las sombras.- Traje algo de comida.

Un cachorro esmirriado sale de entre la maleza, moviendo su cola mientras sacó la comida de mi mochila y la pongo en el plato desechable. El cachorro come y las enredaderas de aquel árbol grande, me acaricia una mejilla, observó ha los lados y solo noto ha esa mujer lasciva y malvada, atrayéndome con su mirada abismada y enigmática, acarició al cachorro y juego con el por un tiempo, sonrío mientras el me muerde un dedo, siento el temor de estarme encariñado con este cachorro.

-Creo que me tengo que ir.- Me levanto y me subo en mi bicicleta.- Pero volveré después.

Miro al cachorro ladrar por mi partida, me deja con vacíos de odio y los llena de cariño, se acuesta y se hace bolita en las raíces de aquel árbol. Los vientos se vuelven frescos y la salida del sol muestra la aurora, me reclama y de esa forma rechazo ha la oscuridad, que cautiva con destreza y mata con amabilidad. Observó el cielo lleno de pájaros, en una fila y en grandes tropas, escucho la cadena de mi bicicleta, un crujido tras otro. Los carros empiezan ha transitar los caminos, las personas caminan con rumbos fijos, las luces se apagan de poco en poco, y como un atardecer que llega pronto ha su fin, yo logró llegar ha la primaria. Observó niños caminando de la mano de su mamá, riendo entre la calle, una linda vista para cualquiera, menos para mi, agaché la cabeza y mi mirada se hizo más sombría, he malogrado mi infancia, no hay nada más que lamentar, paso sin hacer más caso ha sus risas, niños y niñas jugando, y una repulsión que crece.

El cielo se torna claro, sin nubes con un paso firme del sol, parece que la lluvia no volverá en un tiempo, el calor ha braza mi uniforme. Llegó ha la casa blanca, me bajo de mi bicicleta y la acomodo en un poste, salgo de esa casa y llego ha la calle, tengo once minutos de retraso, como desierto con polvo y remolinos, un aire desolado, sin almas que se asomen, de una calle odiada, ha una calle amada, no hay críticas ni problemas, solo viento y sol, el tiempo se vuelve muy efímero, y llegó al portón. Camino rápido para poder llegar, un cuerpo ha lo lejos caminando entre vientos que levantan polvo y mueven su cuerpo, llego al salón, todos me miran y pido permiso para poder entrar, entro y me siento en mi pupitre ha esperar las clases.

Las horas corren rápido, y la hora de tocar se acerca con cada segundo, todos preparan la salida, los almuerzos son algo igual de valioso que el oro, tocan, corren y se empujan, uno que otro se cae, todos compiten, excepto algunos mientras término la tarea que dejó historia.

-Vamos.- Me dice Amor invitándome ha salir otra ves.- ¿Priscila vendrás?.- Le pregunta ha una de mis compañeras.

-Ya que estoy aburrido de historia.- Le digo mientras levantó mi lápiz y guardo mis cosas.

-Claro ya voy.-Afirma una de mis compañeras.

Salgo con una persona más de lo usual, caminamos por un rato, casi en vueltas, me siento en una banca mientras que ellas van ha comprar algo de comida, observó ha una persona salir de su salón, pequeña y chistosa, pongo los brazos sobre la mesa, con algo de cansancio, hoy tuve que entregar dos proyectos, y la oleada de exámenes comenzará pronto. Los rayos del sol pasan por las hojas y molesta mis ojos, escucho una voz llamando mi nombre, miro hacia la dirección que proviene, una pequeña y dos de la misma estatura.

-¡¿Que no me escuchas?!- Me grita Erika con algo de enojo.

-Claro que te escucho, solo tengo sueño.- Le digo eso para no explicarle que estoy algo cansado, mientras levantó mis mandos.

Todos comienzan ha comer, menos yo. Intento cerrar mis ojos por dos segundos, pero una mano me golpea en la cabeza, con muy ligera fuerza, miro hacia adelante, con ojos llenos de venas y ojeras ha los costados.

-¿Qué acaso no duermes?- Me pregunta Erika, mientras levanta su mano de mi cabeza.

-Claro que si, pero muy poco.- Le digo mientras la miro, he intento levantarme, la miro mejor, con ojos más enigmáticos.- Eres una molestia, deja dormir ha la gente.

Todos comienzan ha reír, Amor y Priscila nos molestan, con que parecemos una pareja teniendo una pequeña discusión, no me gusta nada esos, antes de poder responder algo, me agarran y me jalan para que valla al arrolló, caminamos todos hacia un lugar en común, platican y solo las escucho. Llegamos al arrolló, me doy cuenta de que ya no soy sólo llegó, ahora es llegamos, antes era uno, después eran tres, ahora somos cuatro personas en un mismo lugar. Siento que el estar solo, se está acabando, aunque son platicas pequeñas, molestias, pequeños enojos, y risas pérdidas, ya no estoy completamente solo. Amor le baja el pantalón de deporte ha Priscila, miro por reojo su ropa interior, color azul turquesa, con bordes adorables, me quedo con la boca abierta.

-¿Te gusta su color?- Me pregunta Amor mientras me quedo con la boca abierta.-Oh no te gustan.- Mientras que Priscila levanta su pantalón.

-Están locas.- Les digo mientras me quedo algo atónito.

-No deberías hacer eso.- Dijo Erika molesta por la broma.

-Te lo voy hacer ha ti también.- Le apunto Amor ha Erika mientras me reír de esas tonterías.

-No gracias esta bien.- Movió los brazos Erika para decir no.

Tocaron y caminamos todos bajo un sol abrazador, en dirección ha nuestros salones, todos nos despedimos, Amor y Erika se abrazaron, una estrujo ha la otra, entre ha mi salón con mis dos compañeras. Las horas pasaron, y todos están listos para salir corriendo, tocaron y todos corrieron, antes de que pudiera encargar algo de comida me doy cuento que ya somos más, más risas, más felicidad. Con voz feliz y con una mano en mi mejilla izquierda dije.

-Gracia..........




El chico de los Audífonos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora