Capítulo *7*

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Sonidos singulares..

El rico sonido del viento, un gustoso alboroto, tirando y arrastrando cada una de las hojas. Miro a la luna desde mi ventana, tengo los dedos entrelazados, con la cabeza pegada a mi escritorio y contemplo la claridad entrante. Miro mi cama y como imaginando ha una mujer vampiresa llamándome a sus profundidades y seduciéndome con sus aromas, lasciva y malvada, queriendo que me vuelva acostar con ella, esa mujer sedienta de almas infértiles. Preferiría dormir en mi escritorio unos minutos más, pero mi celular suena para avisarme que es hora de irme. Me visto rápido con el uniforme de deporte, me amarro las agujetas, me acomodo un poco el cabello y tomo mis audífonos. Saco mi mochila y observo con cuidado por mi puerta hacia el comedor, trato de salir lo más discreto posible para no despertar a nadie. Estoy afuera, es oscuro y con sonidos muy extraños. Llevo mi bicicleta hasta la salida, siento el portón de hierro, frío como siempre, observo como el tiempo lo a corrompido. Coloco mis audífonos en mis oídos y observo el cielo estrellado como muy pocas veces, ninguna de esas estrellas esta preocupada por la que tiene alado. Una canción con grandes orgullos de ponerme aún más frío, el tiempo que me sobra hace que pedalee lento.

Los árboles se dejan mostrar por la luz de la luna, y el cielo es lentamente tapado por grandes nubes. Las casas con portones muy sombríos casi queriendo juzgarme, el sonido de esa canción hace de la mañana aún más melancólica, algo desagradable, siento correr la rabia por mis venas. Al pasar por un camino lodoso, feo con baches como pasto, piedras y un centenar de sonidos raros que por ello decido quitarme mis audífonos para poder escucharlos un momento, ranas croando, lagartijas moviéndose entre el viejo y amarillento monte, algo me llama la atención con puros sonidos de ramas romperse, con un poco de temor por las serpientes que mucho les gustan transitar ese lugar ha cualquier hora, pero el miedo pasa por alto al porque es un lindo perrito con un poco de manchas por la tierra, acostado en los viejecillos montes, no puedo dejar de mirarlo con algo de tristeza.

—Que mala vida llevas. —Le acaricio un poco con la mano derecha, rozando mis dedos por sus orejas, me duele el hecho de encontrarlo.

Levantó mi mano y me preparo, pedaleo con una cara aún más sombría, las últimas luces tocan mi rostro mientras que el frío besa con dureza mis nudillos, la claridad de la noche hace que no me pierda. Observo cosas moverse, alguno que otro animal surcar el cielo con mucha facilidad deteniendo el tiempo para dejarse observar. El crepúsculo no se hace esperar y le da un color rojo carmesí al cielo opacado por el negro y los puntos de luz, es muy difícil optar por no querer al color si es tan fácil notarlo. El camino es más corto a cada minuto, el sol como un globo rojo en el cielo hace que llegue a la civilización, y me pierdo en un camino de árboles aún más densos, es ridículo que el mejor bosque este al final.

Un paisaje cambiante a cada metro, luces y sonidos de motores, aire contaminado. Logro llegar a la casa donde siempre dejo mi bicicleta, un carro estorba mi paso y tengo que pasar con cuidado para no rayarlo. Coloco con cuidado entre un poste y un árbol mi bicicleta y la encadeno, camino despacio para salir de esa casa, entro en el vasto mundo de las burlas, una danza mortal entre mis pensamientos y las voces, pero escucho entre la música una voz que dice mi nombre, volteo para mirar y me quito un audífono, escucho claramente mi nombre y me doy cuenta de que es un compañero diciendo disparates, me saluda muy enérgico y con muchas ansías de a verme encontrado, yo le saludo de manera cortes pero con aburrimiento. Caminamos por ese trayecto y me hace sentirme mejor pero solo me pregunta y dice cosas que yo no entiendo y se vuelve algo incómodo, me aminora toda gana de seguir ahí.

—¿Has manejado una motocicleta? —Me hace una pregunta muy casual entre todos, como si las motocicletas fueran lo único importante.

—No, casi no me importa esas cosas. —Le respondo así para que no siga preguntando.

Llegamos al portón y el se despide de mi porque tiene cosas que hacer antes, pero se muy bien que es por ponerlo incómodo, claro yo mismo quiero que se vaya. Doy el primer paso cuando el recuerdo de ese perrito me viene a la mente de nuevo, y la opresión de esas almas clamando mi llanto, burlas, y me hacen muchos cabreos de mi parte. El sonido no tapa muchas cosas, camino ha unos dos metros y aun así escucho su juicio, levanto la mano derecha casi apuntando al sol, la observo de lado a lado y trueno todos mis huesos, como un órgano tocando sus tonadas, cada hueso sincronizado con el otro, estoy seguro que muchos lo escucharon, soy el centro se atención por unos segundos, pero solo para callar sus voces por un segundo. Pongo mis manos en los bolcillos de mi pantalón, pongo una postura recta y a la vez encorvada, apresuró el paso lo más antes posible, en cuestión de segundos llego ha la puerta de mi salón, entro como si nada sin saludar y con frío, aviento mi mochila ha mis pies y me siento esperando las clases.

Pasaron las horas y tocaron como se espera, guardo mis libros y acomodos mis cosas, en ese momento Amor y su amiga me esperan afuera del salón, no digo nada, pero ella grita mi nombre.

—¿Qué acaso no vas ha salir? —Pregunta con cara de enojada, mientras la miro un poco confundido.

—¿Si no hay nada mejor qué hacer? —Pongo mi mano en mi mejilla derecha y aparentando tener sueño. —Pues tendré que salir, si no seguirán insistiendo.

Camino despacio para molestarles por mi lentitud, molestas con cara de pobres demonios me reclaman, aún así no les hago mucho caso, caminamos por las tiendas mientras Amor compra algunos dulces, me da uno de manera sorpresiva y le doy las gracias, entonces agarra mi oreja como un niño que se a portado mal pero la quito rápido su mano porque duele, no sabia por qué razón me hizo eso. Camino con ellas hasta el arroyo, busco un lugar y me siento y ellas igual. Agarro una piedra y la aviento al agua, salpico a todos, ellas agarran piedras y las avientan, me salpican casi todo, mojado de pies a cadera, empezamos a reírnos de cada uno, peculiarmente dejo escapar una sonrisa.

—Es la primera ves que te miro sonreír. —Erika me lo dice y sonríe, tapo rápidamente mi boca para que no la vea. —¿Por qué te tapas la boca?

—Solo, no me gusta sonreír. —Me siento incómodo con esa pregunta. —Creo que no fui hecho para sonreír. —Me río un poco para disimular mi desagrado.

Hay sonidos muy extraños, únicos que al parecer están empezando a salir. Amor se puso de pie, se puso ha pensar, mientras que yo le estoy tirando piedras al agua y Erika igual. Nos llama a los dos y nos mira de pies a cabeza.

—¿De qué color es su ropa interior? —Pregunta mientras nos quedamos con la boca abierta. —La mía es roja con negro, ¿y la tuya? —Añade eso mientras que impactados por eso, aún que era yo el que mas impactado esta.

—La mía es de color negro. —Digo un poco raro por eso

—¡No pienso decir que color es! —Responde Erika enojada mientras yo me río de eso.

Amor se acerca a Erika y le empieza a sacudir como si fuera un peluche empolvado, para la izquierda y para la derecha, diciendo una y otra vez que lo dijera. En un pequeño momento desenvuelvo el dulce que Amor me dio y lo pongo en mi boca mientras esas niñas raras y un poco tontas se molestan una a la otra. Toca el timbre y nos paramos más firmes,  caminamos para nuestro salón, mientras Amor brinca de maneras extrañas todo el camino, al final de lugar los tres nos despedimos de cada uno.

—Nos vemos mañana. —Me dice Erika con una sonrisa extravagante y haciendo que firme un contrato para verla mañana.

Entro al salón con Amor, nos sentamos en nuestros pupitres y a hacer lo mismo de siempre. Las horas pasaron, el cielo esta un poco nublado con huecos que deja entrar al sol, tocaron y todos salieron, pero yo espero a que todos se vayan para poder salir. Mi cara se vuelve más suave con rasgos muy alegres y empiezo a reír. Digo en voz baja con una sonrisa bien posicionada en mi semblante

—Que sonidos más extraños y atractivos. —Digo en voz baja con una sonrisa bien posicionada en mi semblante, ¿Algo así es posible otra vez?……….

El chico de los Audífonos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora