Capítulo 17

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Cuando lo vi introducirse a su departamento, me giré a mirar a Alex, quien seguía parado allí, de brazos cruzados y mirándome.

-¿Decidiste hacerle caso a Sharon?-bromeó.

-¿Qué?-inquirí, confundida.

Se separó de la puerta cuando yo me dirigí para abrirla.

-Sí, eso de buscarte pareja-musitó, pero la broma ya no le salió como tal.

Exploté en estruendosas carcajadas.

-Sólo salí a tomar un café con mi vecino para conocerlo mejor-expliqué-. Eso no tiene nada que ver con los planes macabros de Sharon. Él río.

-¿Con que son macabros? Se lo voy a decir, te acusaré-bromeó, divertido.

-No hace falta, ella lo sabe-abrí la puerta y Alex se introdujo detrás de mí.

-¿Si sabes que Sharon llega hasta las ocho verdad?-dije, sarcástica.

-Lo sé, pero es que no tengo mucho que hacer y es mejor pasar el rato aquí mientras que la espero.

-Bueno, es agradable tenerte aquí mientras que llega-pensé... esperen, esperen, no lo pensé, ¿lo dije?

-Gracias, qué linda-musitó y en ese momento di gracias de encontrarme de espaldas puesto que todo el color se me subió al rostro.

Mañana saldremos todos, así podrás conocer a mi hermano, Alonso, ¿lo recuerdas?-dijo, totalmente ajeno al caos que estaba habitando en mi interior debido a sus palabras.

-Emm... sí, estoy emocionada-farfullé.

-Alonso también.

Así, planeamos lo que sería el día de mañana y estar a su lado lo encontraba cada vez más cómodo y magnífico. Él tenía ese raro poder para maravillarme, dejarme sin el habla o adivinarme los pensamientos a veces; era simplemente sensacional y la fierecilla se regocijaba llena de felicidad; pero sólo hasta que llegaba Sharon, porque luego, al verlos reírse el uno con el otro y llamarse "amor" ésta empezaba a incomodarse y me hacía salir de la escena cursi que no queríamos ver ni ella ni yo. Porque empezaba a resultarme drásticamente incómoda.

~****~

-¡Bestia, arriba!-Sharon tenía la costumbre de despertarme con golpes en la puerta, por eso era lindo que se fuera a trabajar.

Balbuceé entre la almohada y luego comprendí que los molestos golpes en la puerta no pararían hasta que Sharon me viera con los ojos abiertos. Me llevé los puños a los ojos y comencé a tañarlos para desemperezarme, luego abrí paso a un bostezo grande.

Me paré con pereza y abrí la puerta, Sharon estaba en la cocina buscando algo en el refrigerador. Me miró.

-Ponte algo lindo, algo verde, a Alonso le gusta el verde-dijo. -Estás loca-musité y me di la me di vuelta para vestirme.

-Si quieres gustarle a Alonso, escucha mis consejos-gritó desde la cocina.

-No quiero gustarle a Alonso, ¡ni siquiera lo conozco!-me quejé, saliendo de nuevo de mi habitación; increíblemente asombrada del esfuerzo de Sharon por emparejarme.

-Sólo vístete, ¿quieres? Ellos llegarán en cualquier momento.

-Eres perversa-la fulminé con la mirada.

-Pero así me quieres-me sacó la lengua y me vi obligada a reír.

-Tonta-dije.

Me vestí con una blusa azul turquesa y con unos jeans entubados, sólo por llevarle la contraria a Sharon. A los pocos minutos, oí el timbre sonar, y la fierecilla empezó a saltar de un lado a otro cantando el nombre de Alex.

Salí de mi habitación al oír el murmullo de las voces, y allí junto al ángel de oro, reposaba otro. Era muy parecido a Alex, su piel casi del color de la de su hermano, hacía lucir sus ojos verdes, y cuando me sonrió, los pómulos se le elevaron notablemente.

-Hola-musité.

-______, mira, él es Alonso-me dijo Sharon, empujándome por el codo hacía el par de ángeles.

Extendí la mano para saludarle y él respondió mi saludo.

-Hola-me dijo.

No estaba muy segura, pero sentía dentro de mí como dos partes; una, atenta a Alonso; pero la otra, atenta a Alex. Seguro la fierecilla estaba dentro de la segunda.

-Bueno, ya que se conocieron, ¿a dónde vamos a ir?-preguntó Sharon.

-¿Quieren desayunar en...?-la voz de Alex habló por fin, y yo, completa, me perdí en ella.

Dejé de oír entonces la conversación que tenían los tres, de hecho, mis ojos estaban tercos y habían dejado a mis otros sentidos inactivos, ya que ellos se aferraban a mantener la vista en Alex.

Los labios de los demás dejaron de moverse, luego me miraron. ¡Reacciona! Me ordenó una voz en mi cabeza. Entonces mis sentidos comenzaron a activarse de nuevo.

-¡______!-me sacudió Sharon.

-¿Eh?-musité, terriblemente desconcertada.

-¿Que si quieres desayunar pizza?-me preguntó.

-Amm... sí-dije.

¿Cuánto tiempo me habían estado hablando?

-Vamos, entonces-concluyó Alex.

Nos dejaron pasar primero y luego, en la Hybrid de Alex nos dirigimos a un pequeño local de pizza, que desprendía el aroma a salsa abarcando alrededor de unos tres metros y medio.

Nos sentamos en una mesa, Alex y Sharon en un lado y Alonso y yo en el otro. Ambos enfrente de ambos.

-Pidamos la pizza típica, para que ______ pueda probarla. Apuesto a que jamás has probado una hecha en Italia.

-Eso es obvio, Sharon, ya sabes que no-dije, riendo.

Luego de unos minutos, la pizza estaba servida enfrente de nosotros; y el olor a queso y salsa se desprendía en cada movimiento mínimo de la pizza. Me sirvieron dos rebanadas, que inmediatamente me comí, ya que sabía delicioso; mientras que intercambiábamos la típica información de los que recién se conocen.

Yo miraba a Alex sólo cuando nadie me observaba a mí, evitando ser descubierta mientras lo apreciaba en cada paso que daba, cada gesto que hacía y cada palabra proveniente de sus labios. Él era hermoso a su propia manera y ni siquiera se daba cuenta de eso.

Manual De Lo Prohibido|| Alex Casas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora