-Es... grande-concordó Alex, viendo también los enormes candiles del lugar.
-Sharon, il mio diamante! -la voz ronca de un señor nos hizo voltear a verle.
Era un sujeto de aspecto opulento, alto y su cabello peinado lucía algunas cuantas canas esparcidas entre el gris.
-Signor Vittore, buon compleanno! -dijo Sharon, expandiendo su sonrisa al hombre.
-Sono contento che sei venuto*-dijo él y luego nos miró a mí y a Alex.
-Grazie por avermi, per me è stato un piacere. Vogliamo introdurre il mio fidanzato Giuseppe, e il mio migliore amico ______-contestó Sharon y luego nos acercó más.
-E 'un piacere incontrarli -nos saludó y como yo no entendía nada, sólo sonreí-. Sharon-dijo, volviéndose a ésta-, vieni qui. Ci sono alcuni progetti che ho voglia di parlare-la tomó de la espalda y la llevó entre la multitud, hablando con ella.
Alex y yo nos quedamos parados allí, solos. Al comprender esto, mi corazón comenzó a latir frenéticamente.
-¿A dónde va?-le pregunté, perdiendo de vista a Sharon. Se encogió de hombros.
-Con su jefe, no sé-dijo, como si nada- ¿Quieres algo de beber?-me miró.
-Me gustaría, gracias-le sonreí, tímida.
No sabía si quedarme con él a solas era buena idea; después de lo que acababa de pasar, no, sin duda no lo era.
-Está bien, siéntate allá-me señaló una mesa con sillas disponibles-. Yo te la llevo.
-Gracias-me di la media vuelta, pero luego me giré de nuevo-. ¡Alex!-pronuncié y él se giró a mirarme- Sin...
-Alcohol, ya sé-sonrió y luego continuó caminando entre la multitud con tremenda elegancia.
Suspiré y me fui a donde él me había dicho, me senté, un poco cohibida y luego me quité el abrigo, ya que la temperatura del interior era mucho más cálida que la de afuera. Miré a Alex en la barra y al instante desvié la vista. Podía sentir el amor que le tenía, creciendo dentro de mí, como si fuese la luz de la aurora, que va de aumento en aumento hasta que el día es perfecto. Volví a mirarle, aunque no quisiera. Él era tan bello, tan elegante, tan perfecto. Frustrada aparté la mirada de nuevo, recordando lo que había sucedido hace unos minutos. Aquello debía de tener una explicación lógica, él no podía sentir lo mismo que yo, ¿verdad? Volví a posar mis ojos en su figura, dándome cuenta de que cada esfuerzo por no mirarlo, se convertía en un fracaso inmediato; era como si me tapara los ojos con las manos pero alcanzara a ver a través del espacio entre los dedos. Suspiré y obligué a mi vista a posarse en otra cosa.
Divisé a mi lado izquierdo cómo las parejas danzaban un vals con la música a piano y me perdí por un momento en su baile.
-Aquí tienes-la voz de Alex me hizo volver y mirarle, una vez más; me ofrecía una copa con algún líquido verdoso y trasparente.
Lo tomé y lo revisé, vacilante.
-Es agua de limón-rió-. Sin alcohol.
-Gracias-dije, aliviada y luego le di un sorbo.
-¿Quieres bailar?-su voz de terciopelo chispeaba de entusiasmo.
-Eem... pero, ¿y Sharon?-balbucé.
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Manual De Lo Prohibido|| Alex Casas
Teen Fiction¿Alguna vez has deseado algo prohibido? Como si esa cosa estuviera en la lista del "No toque, ni codicies" pero que cada momento te incita más y más a tenerlo.