Capítulo 66

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El día seis del primer mes hizo su aparición en el calendario, martes. Alan había quedado de pasar por mí para ir a la presentación de James. Entre miles de suspiros, mis cosas quedaron guardadas para el trabajo. Me asomé por la ventana, el cielo estaba nublado y no tardaría en llover, volví a suspirar; luego miré hacía abajo, la camioneta gris de Alan estaba estacionándose. Bajé con mi mochila al hombro y salí a su encuentro, subí y aquello me trajo un recuerdo de una tarde en Venecia; pero esta vez, no era a una feria a donde me dirigía, ni tampoco a mi lado, estaba el amor de mi vida.

No tardamos mucho en llegar, la camioneta moderna de Alan era rápida. Bajamos y al entrar al instituto, nos dieron unos gafetes de identificación. Traté de entusiasmarme, pero mi trabajo ahora me parecía... triste.

Vi entrar a la gente y acomodarse emocionada en los lugares que se iban llenando rápidamente de caras felices y rostros sonrientes, distintos al mío. Tomé una foto de aquello, tratando de ponerle un poco de alegría a mí trabajo.

Alan se perdió entre la gente, seguro fue a tomar fotografías de las afueras del edificio. Vi también cuando iba a dar inicio la presentación, después de las palabras de agradecimiento por asistencia de la persona que había organizado todo esto a causa de beneficencia.

Visualicé a Alan del otro lado del salón, a la derecha del escenario y me sonrió, le devolví la sonrisa y traté de parecer sincera, pero sabiendo que me era imposible, desvié mi vista de nuevo al escenario, esperando que el artista, diera su presentación.

Cuando salió a la vista de todos, los aplausos y gritos de escucharon provenir de todos lados, haciendo un estruendo ensordecedor. Tomé una foto al público.

Luego giré mi lente hasta James, que con guitarra en mano se sentó en un pequeño banco de madera para comenzar con lo que mejor sabía hacer, cantar. No estaba muy segura de querer escuchar canciones románticas, habiendo tenido la peor historia de amor de la vida. Tomé algunas fotografías de él, su cabello largo y quebrado que caía sobre su rostro se movía cada que él hacía un movimiento para echarlo hacía atrás.

Una, dos, tres, cuatro, cinco canciones tocó y cantó. Todas con una guitarra y algunas otras con piano. El primer instrumento me removía el fuero interno. Deseaba que pronto acabara, aquello sólo me hacía traer recuerdos a mi mente y cada recuerdo dolía más que el otro.

-Esta es una nueva canción –dijo, pegando su ya cansada voz al micrófono-. Espero que, les guste también –se acomodó en el piano y luego de mirar las teclas, comenzó a tocarlas.

Apunté con mi cámara hacía el, y conseguí una bonita fotografía. Retiré la cámara de mi rostro y luego dirigí la vista a la pantalla que pendía arriba del escenario. Lo que leí hizo que el corazón me dejara de latir por un segundo, fue como si el mundo hubiese parado de rotar, y la gravedad no haya existido por un corto momento.

Aquella pantalla pintaba la escena que yo estaba presenciando en vivo a sólo unos metros de distancia. Pero debajo de las letras que publicaban el nombre de la canción, había un nombre que se destinaba como el autor de aquella letra musical. Un nombre que había estado pronunciando en sueños por varias noches y que mi corazón susurraba en silenciosos latidos.

Alex Casas.

Entonces me dediqué a escuchar la canción, había algo que me llamaba, como la primera vez. Algo en aquellas palabras que salían de la boca de James que, decían mi nombre.

Me quedé quita, muda. Todos mis sentidos se centraban ahora en aquella melodía, en la letra, en pensar que... él la había escrito pensando en... mí.

Las piernas se me tambalearon y me sentí débil. Eran las palabras del hombre que yo amaba, eran los sentimientos que yo jamás había reconocido. Pero... ¿y si no era cómo yo creía? ¿Si aquella canción no hablaba de mí si no... de Sharon?

Los pensamientos comenzaron a chocar entre sí en mi cabeza, provocando un completo caos en ella. La palabra amante era bastante clara, había utilizado la misma aquella vez que había escrito esa canción y estaba segura que esa hablaba de mí; pero ahora, las dudas comenzaron a atormentarme cruelmente, ¿estaría él pensando en mí? ¿Me extrañaría? ¿Me amaba? Deseé llevarme las manos a la cabeza para intentar acallar las voces en mi mente, pero sólo me limité a quedarme inmóvil.

Había algo en esa canción que gritaba mi nombre, estaba segura. Pero no quería parecer tonta y hacerme absurdas ilusiones aun teniendo el corazón roto y el dolor abismal en mi pecho. Sentí mis ojos humedecerse, al menos esa canción me describía también. Deseaba tener la respuesta, tener alguna especie de poder o magia que me mostrara lo que yo quería saber. Me sentí... como si aún viviera en Venecia y él... estuviera a lado mío.

La cabeza comenzó a darme vueltas, pidiéndome la razón que, ya no la hiciera escuchar; pero el corazón, batiendo adolorido contra mi pecho, me rogaba que lo dejara seguir allí, que aun sintiendo dolor, le gustaban los recuerdos.

Yo no sabía a quién obedecer, ambos eran tan fuertes y yo tan débil, pero entonces, algo se removió dentro de mí. La fierecilla que llegué a pensar que ya no existía, se movía con cautela en mi interior, escuchando atenta cada palabra en esa canción y ya no pude luchar contra ella, se había vuelto igual de vulnerable como yo, pero esa era la cuestión, ambas lo éramos y ninguna de las dos teníamos la fuerza suficiente para ganarle a la otra.

Simplemente me quedé allí, escuchando, inmóvil, hasta que sentí que una lágrima cayó por mi ojo y resbaló por mi mejilla.

Al menos me alegraba una cosa, su sueño se había cumplido; sus canciones habían sido tocadas por un artista; al menos él era feliz, ¿no? Aun cuando la canción sonara triste, pero... es sólo una canción., escrita ya hace tiempo, estaba segura. De pronto me embargó la curiosidad, ¿dónde estará él? ¿Y Sharon? ¿Seguirán juntos? Entonces dejé escapar otro par de lágrimas.

Aquella canción era lo único que me hablaba de Alex y no estaba segura de qué me decía.

Manual De Lo Prohibido|| Alex Casas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora