Capítulo 76 (último)

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-¡Alex! –abrí los ojos y parpadeé repetidas veces, tratando de que el rastro de agua se evaporara.

-No renuncies a mí –musitó, fuerte y claro, y con rostro duro-. Por favor.

Lo miré incapaz de hablar, aún bajo la tenue luz del pasillo del hotel, era hermoso. Su cabello corto pero despeinado y su hermoso rostro lo hacía lucir como una de mis fotografías, pero más bello.

-Sé que me pediste tiempo –dio un paso y luego otro, hasta que estuvo adentro de la habitación. Estaba tan cerca que podía oler ese exquisito perfume que lo caracterizaba-. Pero yo ya no puedo esperar más. _____, yo sé que me amas –su aliento me movió los cabellos al hablar. Estaba perdiendo mi equilibrio -, pero dime qué más puedo hacer para demostrártelo yo –su voz se quebró y los ojos se le pusieron vidriosos-.

-_____, háblame. Dime algo. Lo que sea.

Le contemplé deliciosamente y luego le sonreí entre lágrimas. Acuné su rostro entre mis manos. -Ya no voy a escapar Alex –susurré-. Sé lo que quiero.

-¿Y qué es? –en su pregunta, el temor fue visible.

-A ti –musité y me acerqué hasta sus labios.

Los unimos de nuevo, primero suavemente, pero luego el beso fue tomando profundidad. Enredé mis manos en su cuello y él en mi cintura, mientras me aferraba a su cuerpo. Se abrió paso con la lengua y jugueteó con la mía para luego volver a un beso tranquilo pero igual de apasionado y lleno de amor. En mi estómago las mariposas se desataron enloqueciendo y la piel se me erizó bajo las manos de Alex que la acariciaban. Llevé mis manos a su rostro y lo separé del mío; los labios me punzaban y aun en contra de su propia voluntad se despegaron de los de Alex, aunque él quiso buscarlos de nuevo.

-Alex, espera –jadeé.

-Lo bueno del tiempo es que cura las heridas, lo malo de los besos es que crean adicción –musitó e intentó acariciarlos otra vez con los suyos.

-Alex –pero yo me hice para atrás unos pocos centímetros, ya que él me tenía entre sus brazos.

-¿Qué?

-¿Me amas? –pregunté, como niña tonta. El rió y el soplo de su risa fue embriagador.

-¿Qué clase de pregunta es esa? ¿Tú crees que si no te amara, habría cruzado el mediterráneo para ir a buscarte a Egipto, luego a California, para al último perseguirte hasta aquí y ponerme a cantar en medio de todo Nueva York para que me escucharas y luego estar dispuesto a ir contigo hasta el fin del mundo si eso es lo que quieres? ______ –retiró sus manos de mi cintura y las llevó hasta mis mejillas, ambos quedamos en la misma posición. Me miró a los ojos y habló lo más claro posible-, juro que te amo como un loco, como un demente y desquiciado que no soporta vivir sin ti. Juro que como te amo jamás he amado a nadie y que quiero pasar el resto de mi vida contigo y ser el padre tus hijos. ¿Eso te contesta tu pregunta?

Una lágrima corrió por mi mejilla pero no terminó su camino ya que Alex la interceptó con un beso.

-Ti amo, il mio bella musa fotografa –susurró a mi oído, besó mis labios y luego me dejé envolver en su amor.

Había tomado una decisión de la que no me iba a arrepentir, ahora podía estar segura, entre sus brazos y con mis labios unidos a los suyos. Pude ver la escena de nosotros dos besándonos como en las películas, cuando en el centro de la pantalla permanece la pareja y cómo se va alejando desde arriba. Era increíble que en mi cabeza no existiera otra cosa que Alex en ese momento, increíble que a pesar de tantos errores y desengaños, estuviéramos allí y él conmigo. Pero más increíble fue que, mi fruto prohibido a final de cuentas fue el indicado.

¿Fin?

Manual De Lo Prohibido|| Alex Casas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora