No supe a qué hora llegó Alan y se situó a mi lado. Me miró.
-¿Cuántas fotos has tomado? -me preguntó pero no respondí. Entonces me miró de verdad y notó el rastro húmedo que habían dejado las lágrimas- ¿Qué tienes? -inquirió, visiblemente preocupado.
-Es su canción -musité, sin apartar la vista del artista sobre el escenario.
-¿Su canción? -repitió, sin comprender.
Desde el día en que llegué y le conté a Alan todo, no había mencionado nada relativo a la historia de Alex y Sharon, aunque la llevara conmigo día y noche, impregnada en mi piel y no se lograra salir de mi cabeza.
-Él escribe canciones -farfullé-. Es compositor -lo dí por hecho-, y esa es su canción.
-¿Se la escuchaste tocar alguna vez? - ¿Alan creía que no era verdad?
-Mira la pantalla -dije-, el nombre del autor -especifiqué. Alan lo hizo, justo se estaba terminando la canción.
-¿Alex Casaa? -Preguntó, sin entender, luego de un corto silencio, abrió los ojos y me miró-¡Alex Casas! -soltó, acordándose.
-Quiero irme -dije, dándome la vuelta.
-Claro, entiendo -por eso Alan me caía tan bien, no hacía más preguntas después de que veía que ya no obtendría respuestas-. Llévate mi camioneta -sacó las llaves de su bolsillo y me las ofreció.
-Pero tu...
-Yo mañana paso por ella -me aseguró-. Mañana nos tenemos que reunir para seleccionar las fotos que presentaremos a la revista. Anda, llévatela -insistió.
-Debo de conseguir un auto, ¿no? -suspiré y tome las llaves.
-No estaría mal, pero ya. Mañana nos vemos.
-Hasta mañana.
Salí de ese lugar apenas pude, trataba de contener las lágrimas después de la charla poco casual que había tenido con Alan. Subí a su intimidante camioneta plateada y luego encendí el motor, haciéndolo rugir bajo de mí. Conduje hasta casa, ignorando las ganas de llorar que me embargaban pero era casi imposible.
Se trataba de Alex. Bueno, todo en mi mundo se trataba de Alex, pero esta vez había sido directo, en la realidad, fuera del mundo en mi cabeza. Quise bloquear los pensamientos en ella, que si era para Sharon, que si era para mí; porque todo eso sólo me provocaba un dolor infinito, porque, ¿qué posibilidades habría si fuera mi canción? Alex me extrañaría, pero ya había pasado un mes desde que me fui de Venecia y ya me habría venido a buscar si es que... me amaba.
Entonces todas las ideas que giraban en torno a esa, se desbarataron en mi cabeza. No era mi canción. Era para Sharon, pero si se trataba de Sharon, ¿por qué mencionaba la palabra "amante"?
Giré el volante hacía la derecha, haciendo rodar las llantas de la camioneta en esa dirección.
-A menos que, la canción la haya escrito pensando en mí, pero no habría venido a América por aquello que le pasó con Kristen. ¡Por Dios! No era un bebé, tiene veintitrés años, ¿por qué no lo supera y ya? Resoplé, frustrada. Aquellas conjeturaciones no me llevaban a ningún lado, excepto al mismo laberinto de mi mente.
Pero había alguien que sí podía hacerme saber lo que quería.
Estacioné la camioneta de Alan en la acera y bajé de ella rápidamente para subir las escaleras hasta mi casa. Miré el reloj, eran las nueve de la noche, allá sería a lo mejor la una o las dos de la mañana. Tenía que hablar con Ferni, así que esperaría hasta que amaneciera.
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Manual De Lo Prohibido|| Alex Casas
Teen Fiction¿Alguna vez has deseado algo prohibido? Como si esa cosa estuviera en la lista del "No toque, ni codicies" pero que cada momento te incita más y más a tenerlo.