Capítulo 41

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Capté la escena desde muy cerca y el corazón aun encogido en alguna parte de mi pecho, se sacudió violenta y dolorosamente. Sharon se tranquilizó.

-Pero debiste al menos avisarme, amor-musitó y se alzó en puntillas para besar a Alex en los labios.

Ya no pude mirar más, bajé la cabeza y me retiré con rapidez hasta llegar a donde Alonso estaba quien se encontraba también con la mirada gacha. Esa escena le lastimaba tanto como a mí.

-Pero, ¿te divertiste, _____?-me preguntó Sharon, con una sonrisa sincera cuando se hubo desocupado de los labios de su novio.

-Seguro, aunque casi muero arriba de una montaña rusa-dije, aparentando que todo estaba bien.

Sharon estalló en estruendosas risotadas y luego miró a Alex.

-¿La hiciste subir a una montaña rusa? ¿Cómo lo lograste? Yo lo he intentado tantas veces y siempre me dice no-dijo, sorprendida y divertida.

Alex se encogió de hombros.

-Supongo que tengo don de convencimiento- bromeo.

No estuve en desacuerdo con Alex, aunque su definición de "don de convencimiento" sería algo así como "retenerme en sus brazos para no dejarme escapar".

Miré los mimos que Alex y Sharon se hacían y me sentí mal, sin hablar del ya tan lastimado bombeador de sangre bajo mi pecho. Alonso me codeó y me hizo seña de que nos fuéramos de ese lugar. A ambos nos lastimaba. Le tomé de la muñeca y le dirigí hasta mi habitación. Cuando cerré la puerta entonces supe que la atención de ambos estaba en nosotros. Lo último que quería era que Sharon y Alex pensaran mal acerca de mí y de Alonso, pero tenía el corazón demasiado adolorido como para detenerme a pensar en otra cosa.

Alonso se sentó en mi cama y yo me quedé recargada a la puerta. Ambos nos miramos por un largo instante, como si nos comunicáramos con los ojos. Hasta que él rompió el silencio.

-Me imagino que te divertiste mucho-dijo.

-Como nunca-admití y me retiré de la puerta para sentarme a su lado-. ¿Y qué hay de ti? ¿Por qué estabas con Sharon?

Sonrió.

-Bueno, al no encontrarlos a ustedes aquí, me llamó a mí, y tú sabes que no desaprovecharía alguna oportunidad para estar con ella y tampoco iba a dejarla sola-confesó.

Me tumbé sobre la cama, suspirando.

-¿Te confieso algo?-musité.

Alonso se giró sobre su asiento y me miró desde arriba.

-Dime.

-Amo a tu hermano-susurré, como si ellos pudieran oírme. Alonso rió.

-Cuánto lo siento-me palmeó la pierna, cerca de la rodilla.

Manual De Lo Prohibido|| Alex Casas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora