-¿En quién te inspiraste?-inquirí, tratando de que mi voz sonara casual. Él no debía de tener ni la más mínima sospecha de lo que pasaba por mi cabeza.
-Sólo... me llegó la inspiración. Pero, ¿te gusta?-insistió, ladeando el tema.
-Es... linda-dije, en realidad lo era, pero sólo si lo veía de una perspectiva muy, pero muy superficial.
-Parece como si no te hubiera gustado-musitó, y a su rostro asomó una máscara de pesadumbre.
Le ordené severamente a mi corazón que se callara; anhelaba besarlo y al mismo tiempo abofetearlo; deseaba salir corriendo tan lejos como me fuera posible. ¿Cómo podía él estarle haciendo esto a Sharon? Pero aun, ¿cómo podía yo estarle haciendo esto a Sharon?
-Está preciosa, Alex, pero...-murmuré.
-¿Pero?-buscó mi mirada, que repentinamente se encontraba gacha. Me atreví a levantarla, sólo para poder verle el rostro y decidirme si lo que quería era abofetearlo o... besarlo. Eliminé ambas ideas de mi cabeza al instante y miré el reloj, ¿sólo habían pasado quince minutos?
-Pero... olvidé algunas fotos con Ferni y debo ir por ellas-farfullé, nerviosa. Optando por la opción que menos parecía una locura. Escapar. Y esperando a que se creyera mi mentira.
-¿Ferni? ¡Oh, claro!-sonrió- Te acompaño, y así me la presentas por fin-dijo.
-No-la corta palabra salió veloz, tajante. Alex se hizo para atrás, confundido.
-Es que...-tartamudeé- Voy a tardarme, mucho-hice un énfasis innecesario para la última palabra-. Llegaré tarde y no es apropiado que hagas esperar a Sharon otra vez, así que tú quédate aquí-sonreí-, espérala. Estás en tu casa.
Tomé precipitadamente el sobre del pretil y lo apreté bajo mi brazo, las llaves las tomé con la otra mano.
-Pero...
-¡Oh! Por cierto-lo interrumpí-, felicidades por escribir una canción tan... bonita-dije y salí por la puerta, huyendo como una niña asustada.
Bajé las escaleras a toda prisa, mis zapatos golpeteaban rítmicamente en los escalones que pasaban debajo de ellos y salí al aire exterior llenado mis pulmones de éste. Estaba asustada, no sabía qué pensar o qué pensamiento en mi cabeza obedecer.
Necesitaba huir al menos por un rato, sacar a Alex de mi cabeza al menos por una fracción de segundo. Saqué mi móvil y tecleé el número de Alonso.
-¿Aló?
-Alonso, soy yo, _____. ¿Podrías hacerme un favor?-pregunté, con la voz que me salía temblorosa de mi garganta.
-Claro, dime.
-¿Podrías ir por Sharon a su trabajo?
-Pero... ya salió, ¿no?
-Sí, pero encuéntrala en el camino, antes de que tome un taxi o algo parecido. Y ofrécete a traerla a casa todos los días, por favor-farfullé, mientras caminaba calle abajo.
-Puedo preguntar ¿por qué?
-Sólo tráela a casa, ¿quieres? Luego te explico.
-Está bien.
-Date prisa, adiós.
-Hasta pronto.
-Gracias-musité.
-No, gracias a ti.
Trunqué la llamada y devolví el celular a mi bolsillo.
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Manual De Lo Prohibido|| Alex Casas
Teen Fiction¿Alguna vez has deseado algo prohibido? Como si esa cosa estuviera en la lista del "No toque, ni codicies" pero que cada momento te incita más y más a tenerlo.