Capítulo 20

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Un molesto ruido proveniente de afuera me hizo dar un brinco en mi lugar, cuando me di cuenta de ello, estaba lo suficiente cerca de Amy, termine dándome un golpe con ella. La desperté. Esta era otra de las cosas más tontas que había hecho en mi vida. Me reincorporo en mi lugar, sentándome de golpe mirando que ella aún se queja con los ojos cerrados, tomando con su mano la parte golpeada.

Yo por mi lado, sobo mi frente un poco. El dolor no ha sido tan fuerte, pero aún así lo que más me logra preocupar es ella, que la he golpeado sin querer.

No sé si ella seguirá durmiendo o algo, pero de inmediato me pongo de pie y tomo mi ropa de la noche anterior, recordando lo que paso no evito sonreír para después pasar a fruncir mi ceño. Aún seguía sin saber si todo entre nosotros seguiría igual, contando que apenas y llevamos poco tiempo llevándonos bien.

Fue un error que ella me haya besado, pero peor aún, el más grande error es el que yo cometí, continuar con el beso.

—¿Adónde vas? —la piel se me eriza al escuchar su voz, trato de no voltear a ella y termino de poner mi blusa.

—A comer algo, ¿No es obvio? —le respondo de manera indiferente.

La miro por encima de mi hombro, se estira permaneciendo sentada, suelta un bostezo y posa su mirada en mi.

—¿Pasa algo malo?

Me agacho a tomar el borde del cierre de la puerta de la casa de acampar y lo elevo para salir de ahí, nos sin antes responderle nuevamente:

—Nada que no te importe.

Salgo de ahí, cerrando un poco el cierre por fuera, si alguien viera que ella está en ropa interior podrían pensar cualquier cosa, no me importaba tampoco, pero no quería tener problemas, no en vacaciones.

Camino a la pequeña mesa improvisada que han traído, ¿Por tanta cosa así es que no había lugar en los autos para mi? Vaya cosas que tenían que hacer los padres. Hubiese sido mejor comer sentados sobre las rocas, es lo que cualquier persona normal que viniera a acampar haría. Yo lo haría, y lo haré, después de todo no hay demasiado lugar en la mesa como para todos.

Después de todo estaba necesitando algo de tiempo para mi misma, pensar con suma seriedad lo que había sucedido la noche anterior. Me encontraba como en un pequeño trance a causa de ello pero, estaba comenzando a llegar ya a la conclusión de que lo que hicimos me había gustado, de alguna manera u otra, era tal vez lo que había estado esperando desde hace un tiempo, por más que una parte de mi cerebro quiera negarlo, la otra le recriminaba, yo lo había querido... Incluso termine cediendo al roce de sus labios, no era culpa de ella.

Y saber cómo le hable hace minutos.

—¡Buenos días! ¿Hay alguien ahí dentro? —la voz de Gina me hace salir del trance, haciendo que mi oído chille por un momento a causa de la fuerte voz— Llevas un buen rato ahí, parece que tu alma no estuviera en tu cuerpo, ¿Sucede algo? —niego de inmediato y camino lo que falta para llegar a la mesa—. Entonces, adelante.   Hay fruta, pan tostado y mermelada... No sé donde cupo tanta comida, seguro todo esto ha sido idea de tu padre. —comenta de manera burlona.

Me río un poco y asiento, si podría haber sido él, sino, ¿Quién más? Era ya algo de esperarse que en este lugar él era la única persona que más come, y ni como negarlo, los tíos lo conocen demasiado y nosotros sus hijos por supuesto, dale, también agregando a los primos. Toda la familia lo conocía como era.

De un momento a otro vino a mi mente la nana Nora, no había sabido en donde se había quedado ella a pasar la noche...

—¿Y nana Nora? —es lo primero que pregunto al llegar a la mesa y darme cuenta de que no esta con nosotros— ¿Dónde durmió ella? —pregunto con intriga pura, teniendo de inmediato la atención de todos en la mesa.

Rebeldía; 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora