Capítulo 42

48 5 1
                                    

El hambre nos comenzaba a matar, por así decirlo. Los chicos de limpieza seguían limpiando la casa, mamá había elegido tanta alformbra para esta enorme casa que era demasiado trabajoso el tener que limpiarla.

Bufé cansada y sin ganas de querer hacer algo con respecto al hambre que teníamos. Will había regresado a casa, había sido amable conmigo el pedirme que le dejará pasar tiempo con Gina, ya que está a poco tipo de irse de regreso a su casa. Y claro que será un largo tiempo para volver a verla.

No pude negarme a ello, después de todo era verdad. Quería pasar tiempo con ella, fui comprensiva en ese momento.

Además de eso, se ofreció después de un larguísimo rato, ir a comprar comida rápida para todos. Husmeando en la cocina encontré aún sodas en lata, nos servirá ya que hay suficiente para todos.

James seguía sin bajar, no me había atrevido a ir a mi propia habitación, ha pasado hora y media desde que me marché del lugar, después de unos largos minutos la música que tenía en mi celular, cesó. Pensé que podría leer todo lo que tenía en el, los mensajes con Amy, pero recordé que tenía contraseña. Algo demasiado fácil de adivinar.

Espero a que siga bajando, seguramente ahora está en su habitación maldiciendo a sí mismo por ser tan idiota y dejarse llevar por mis encantos.

No me consideraba como tal, al final terminaba riéndome de mis propias ocurrencias y estupideces.

Estabámos en la sala de estar, esperando a que Will, Gina, Christian y Amber llegarán con la comida que Will nos prometió traer para todos. Llevaba el hambre encima, después de todo no podría reírme tanto a causa del hambre que tenía.

Amy estaba sentada a un lado mío, casi a un lado mío. Yo estaba recargada sobre el brazo del sofá, con mis piernas sobre las de Amy, ella estaba en su celular mientras yo quitaba una pequeña hebra de hilo a mi blusa, mientras mas jalaba, más larga se hacía, en cualquier momento me quedaría sin blusa.

Escucho la risa de Amy estallar, levanto mi mirada a ella y la encuentro mirándome, mientras ahora se ríe de mi.

—¿Qué? —trato de no reírme— ¿Ahora qué hice para que te estés burlando de mi? —frunzo mi ceño.

—Deja de continuar jalando esa hebra, terminarás sin camiseta. —niega tranquilamente— Y vaya que me encantaría mirarte como tal... —canturrea, aquello en voz baja, y claro que la he logrado escuchar.

—No digas eso. —pido con seriedad— Hay algo que no me cuadra muy bien... —susurro.

Recargo todo mi cuerpo sobre el brazo del sofá y suspiro con una pesadez interminable, ya se estaban tardando con la comida, voy a morir si no llegan en los siguientes diez minutos.

Cierro mis ojos y siento un piquete en mi abdomen, chillo por ello y me levanto mirando a la causante de aquél incómodo momento.

—Cómo no te molestan las otras cosas... —rueda los ojos y se cruza de brazos— Espero no te moleste que te haya tomado una fotografía. —murmura— Saliste linda, no te preocupes.

Se escuchan pasos en las escaleras, los que estamos no la sala giramos hacia ella y nos encontramos con la mala cara de mi hermano, me mira, le sonrío y se pone peor, se gira y no puedo hacer más que tratar de no reírme fuertemente.

—¿Y esa cara, hermanito? —pregunto descaradamente— Parece como si no te hubieran correspondido en la cama... —muerdo mi labio inferior, ocultando una sonrisa.

—Cállate, no quiero que me hables.

—Sin duda, no te dieron. —hago un extraño sonido con mi boca y me encojo de hombros.

Rebeldía; 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora